Hay que ser amable con todo el mundo, pero a veces la confianza y la rutina lleva a descuidar a la propia pareja.
Suele decirse el tópico de que el amor es como las plantas y que hay que regarlo cada día. No hace falta tanta cursilería para garantizar que una relación llegue a buen puerto.
Además del respeto, contribuye decisivamente el detalle de decirle de vez en cuando, sin premeditación ni hipocresía, algo lindo. Basta mirarla y escuchar nuestros sentimientos, y dejarlos salir con palabras.
Algo sencillo pero que nos hará sentir mejor a nosotros y a nuestra pareja, pues quien convive, nos aguanta o piensa en nosotros merece nuestra atención al mirarla y nuestras atenciones.
No hay imagen mas terrible que una pareja que comparte un paseo, un banco o una mesa de restaurante y pese a no estar enfadados, no se hablan o incluso no se miran. Incomunicación y rutina a grandes dosis. Veamos algunos consejos.
1. Cuando alguien inicia una relación de seducción suelen estilarse las denominadas «mentiras de presentación» : se acicala y cuida el vestuario, se presta atención a los detalles y los temas, se es puntualísimo, se da respuesta a todas las peticiones de la persona que nos encandila,etc.
Cuando la relación se estabiliza, y no digamos cuando llega el matrimonio, los detalles pasan a segundo plano e incluso en ocasiones desaparecen. Y no debiera ser así, porque tenemos el deber de hacer que nuestra pareja se sienta bien, y si tenemos en nuestra actitud la llave para hacerle sentir que «ese puede ser un gran día», hagámoslo. No perdemos nada y nuestra relación ganará mucho.
2. No hacen falta ojos embobados ni arrobamiento constante. Basta con mirarle o mirarla (¡ no es lo mismo «ver» que «mirar») y lo más importante: decirle algo bonito, que siempre lo hay. El porte, el comentario, su olor, su modo de moverse, su actitud ante un problema. No se pierde nada por decir algo agradable a quien nos da su tiempo y cariño. Un regalo sencillo y cotidiano que no cuesta. No es adulación.
El detalle debe ser concreto. Mejor que decir «estás guapa» es decirle algo sobre sus pestañas, orejas o rodillas, por ejemplo ( y se utiliza el diminutivo, se añade una nota cariñosa y cercana). Mas allá de acatar algo que dice y darle la razón, está, lo de » me encanta como hablas o expresas», o similar. Tampoco está mal, señalarle un fragmento de canción o poema cuya belleza expresiva nos lo recuerdan.
Y a poder ser original: los piropos trillados o los elogios típicos y prefabricados se devalúan en el mercado del amor.
Y si no se nos ocurre nada, siempre está el gesto cómplice: un roce de mano furtiva, un beso inesperado en la mejilla, una caricia ocasional. Hay un tipo de beso para cada ocasión. Todo suma. Y no hacer nada, resta.
Pero al menos dígasele algo distinto de las obligaciones cotidianas, laborales, sociales o chismes. Algo sobre nuestra pareja. Solo eso. ¿ Acaso debemos reconocer que no tenemos una pizca de imaginación para ello?,¿ o debemos reconocer que ya se extinguió sin brasas lo que nos unió?.
3. Sencillamente si somos capaces de comentar con vecinos o extraños «el buen tiempo que hace» ( pese a que es evidente y no está en nuestra mano cambiarlo), ¿por qué no decirle a la pareja lo lindo o bello que le vemos?. Y si ese día no está especialmente lindo, pues seguro que hay algo interesante que debemos decirle. La autoestima se alimenta con la opinión de quien estimamos. Gratis.
4. Y que nadie se escude con eso de: ya le regalo algo por San Valentín o por su cumpleaños. Ni mucho menos, con lo de «le pago lo que quiere». No. No tiene el mismo efecto un regalo en fecha convencional, ni una compensación material que un detalle cotidiano, espontáneo y sin valor económico.
5. Los detalles y confidencias alimentarán la relación, pero su ausencia la debilitará. Una relación de pareja sin esos mínimos detalles es una relación «zombie», sin vida. Y quien ha convertido en su estilo de vida ( «yo soy así») una actitud indiferente hacia su pareja ( no mirar, no acariciarla, no decirle algo bello a su pareja, por ejemplo) acaba convirtiéndose en una persona tóxica y egoísta, que ofrece a sus amigos o mascotas la atención que merece su pareja.
6. No hay que olvidar que los girasoles miran al sol que calienta, por lo que si algún día alguien se lleva la sorpresa de que su pareja le abandona, quizás encuentre las respuestas si hace recuento de las veces que le decía cosas bonitas o tenía detalles con ella. Y entonces puede ser tarde.