Hay muertes de animales que suscitan envidia o curiosidad en el ser humano. Es difícil identificar las razones, si las hay, por las que se une al acto amoroso sublime la fatal consecuencia de la muerte. ¿Equilibrio de población?, ¿Enseñanza filosófica como cura de humildad?, ¿Demostrar que no es oro todo lo que reluce?. Veamos.
1. El profesor José Luis Sampedro nos ofrece un curiosísimo fenómeno de muerte envidiable y que nos maravilla.
El urugallo cuando llega la época de celo, llama a la hembra con un canto muy especial. Se llena de aire y se le hincha la cara de tal manera que se le enciende todo, se ciega, no ve, no oye, no se entera de nada. Es el momento que aprovechan los cazadores para acercarse a la distancia conveniente, pegarle un tiro y matarle. Morirse en ese estado de exaltación siempre me pareció lo más bonito, lo más sublime. (José Luis Sampedro: “Escribir para vivir”, Ed. Debolsillo, 2007, pág. 94).
2. Además ha sido noticia científica la existencia de un marsupial en Australia (el Antechinus) que a los once meses inicia el apareamiento, y se aparea hasta que sufre un estrés letal que acaba con su vida.
3. Sin embargo, el mas llamativo y admirable es la del caballito de mar. Una curiosa vida en pareja. Corteja y tiene pareja para toda la vida, y cuando fallece su “caballito” (¿yegua o potrillo?) fallece de soledad en la inmensidad del océano.