Una cosa es «estar enamorado» y otra «amar». El estado de «enamoramiento» es primario, intenso y arrebatador, y suele dejar paso a la sensación de «amar», tránsito similar al caballo que solo aguanta un tiempo al galope y luego camina al trote o al paso (menos intenso pero mas sólido).
De hecho, científicamente se ha demostrado que la visión del amado provoca que se active en el cerebro la misma región que cuando un drogadicto recibe una dosis de cocaína. Veamos la lista de los quince rasgos que nos permiten identificar al «enamorado»:
1. Vigorizante. El enamoramiento genera una especial energía, ganas de vivir, y una visión positiva de la realidad. Aumenta la autoestima personal.
Las canciones, las películas y los libros románticos cobran significado y un afán vitalista nos inunda (cantar, bailar, reírse,etc). La mente se ve asaltada por pensamientos y citas románticas.
Si el enamoramiento pudiera fabricarse y embotellarse, sería una medicina de lujo.
Así, para saber si estás enamorado, hay que mirarse al espejo y comprobar si nos sentimos fuertes, optimistas y capaces de desafiar la adversidad cotidiana. No pisa con igual firmeza y talante la calle alguien enamorado que alguien solitario.
2. Obsesivo. El pensamiento se obceca en el amado: «no puedo dejar de pensar en él/ella… «. Se planifica y se actúa en función del otro. Es el tránsito del «yo» al «nosotros», del «mío» al «nuestro». El otro entra por el corazón y se siente como propio, y la razón tiene que servir a dos amos interiores.
De hecho, buena parte de los tiempos muertos se quedan con ensoñaciones sobre la pareja: bien recuerdos del pasado o sueños del futuro.
Las grandes decisiones de la vida quedan en stand-by (cambios de trabajo, residencia, estudios,etc) o se adoptan en función del otro.
Incluso el apetito desciende: nos alimentamos de la presencia del otro.
Así, para saber si se está enamorado basta con intentar incomunicarse con el otro unas horas, y no pensar en él. Si no es posible, si la visión de una película o la lectura de un libro se vuelve un campo de minas de la presencia de la pareja, si necesitamos mirar el móvil para comprobar sus llamadas o mensajes, entonces es que estamos enamorados.
3. Compulsivo. La conducta gira en torno al amado. Se hace irresistible el impulso de frecuentar los lugares donde pasa, de hablar continuamente de él/ella, de repasar sus
cartas o fotografías, o de regalarle ofrendas.
Hay una pérdida de control en el enamorado. No sería bueno dejar una operación de corazón a un cirujano enamorado de su paciente pues la alteración de percepción y las variables emocionales que sobrevolarían su mente serían un alto factor de riesgo.
No debe caerse en el acoso: hay que dejar espacio al otro. Hasta las cadenas de oro molestan.
4. Ciego. No se ve al amado como es sino como se le idealiza. Todo cuanto dice o hace es maravilloso. Los defectos pasan a un segundo plano.
Cuando llega la ruptura y el hechizo se rompe: la perspectiva se invierte, y lo que eran defectillos se convierten en graves defectos, mientras que las virtudes bajan de las alturas.
5. Distorsionador. El enamorado de forma inconsciente pretende ofrecer la mejor visión de sí mismo. La cara mas amable. Se trata de no ver la decepción en el otro. De no bajar la cotización amorosa y si para eso hay que alterar algún dato o circunstancia física o psíquica, bien está la mentira piadosa. Eso sí, mucho cuidado con no pasar la barrera de la mentirijilla y dejarse arrastrar por el engaño o la burla al otro.
Se ama a la pareja y esta nos quiere a nosotros, pero no quiere un maniquí, ni un disfraz, sino a una persona de carne y hueso.
6. Dependiente. Se busca la proximidad del otro. El máximo tiempo posible en su contacto. Como un girasol que se orienta tercamente al sol que le da la vida, así el amante busca al objeto de sus amores. Si hay ausencia o separación temporal se siente muy desdichado.
Además, queremos satisfacer al otro. Estar mas bellos y atractivos. Mayor rendimiento sexual. Saber darle respuestas.
7. Perturbador. Altera la percepción: el tiempo parece muy corto en su presencia y muy largo en su ausencia. La pasión domina: se piensa y fantasea con el amado, se le acaricia y abraza de forma instintiva, se le trata con ternura, y en suma, se siente irresistiblemente atraído por el otro. Se le busca con la mirada en el vacío, en el paisaje, en el día y la noche. Y siempre está ahí su recuerdo.
Cuando la pasión se apaga suele sobrevenir el cariño, más sólido y estable.
8. Altruista. Se procura el bien del otro aún a costa del propio. Escucharle, ayudarle, apoyarle. La entrega lleva a sacrificar su libertad sexual, con el consiguiente compromiso de fidelidad (al menos, mientras se mantenga viva la pasión).
Y se regala: la presencia, detalles, cenas, símbolos… Todo parece poco para nuestra pareja.
9. Impúdico. Favorece la intimidad: roce, caricia, prácticas sexuales. En suma, mayor proximidad y contacto. La palabra no basta e incluso el silencio la sustituye si la pareja está próxima.
10. Erotizante. Se piensa en la pareja y se sonríe. Se la imagina con pose voluptuosa y la excitación sexual llega.
El enamoramiento se liga al deseo sexual. Y si es enamoramiento intenso y de personalidades abiertas, sexualidad sin límites. Todo tiene sentido y gratificación.
11. Posesivo. Se quiere a la pareja para sí. Compartirla no entra en su mente. Los celos están ahí como mecanismo de protección de lo que se ama. Ademas todo importa de la pareja, y la memoria recuerda cada detalle, cada palabra, cada instante.
12. Dialogante. Se miran, se escuchan, conversan, se explican, se ríen. No se escucha por cortesía sino por interés. No se dan explicaciones por obligación sino porque se desea compartir la vida.
Tampoco importa el tema. Se puede hablar de cualquier cosa, aunque no sea importante y sin guión, porque lo importante es comunicarse con el otro y sentirle ahí, frente a nosotros o al otro lado del teléfono.
Y además el enamoramiento lleva a compartir cosas difíciles, errores, situaciones familiares o problemas sexuales. Callárselo antes será un problema para el futuro. Mas vale afrontarlo cuando se está enamorado.
13. Tolerante. Las parejas enamoradas empatizan: se ponen en lugar del otro e intentan entenderlo. Lo que dicen lo respetan y si no les parece interesante, se esfuerzan en captar su valor. Incluso hay afán de compartir y ser afines incluso en las ideas y opiniones, aunque nada impide la discrepancia pero siempre el enamoramiento la libera de aristas dogmáticos.
Aunque se sueñen grandes aventuras juntos (viajes, experiencias extremas,etc) lo pequeño consuela y satisface. La sola compañía o compartir pequeñas cosas alimenta el corazón.
14. Protector. No gustan las críticas sobre la pareja, ni que la perjudiquen. Él se convierte en un tigre y ella en una leona que defiende lo suyo.
15. Benéfico. Estar enamorado te hace ver el mundo con ojos mas amables y optimistas. La fortuna llama a tu corazón y te vuelves mas indulgentes con los errores de los demás. Como dice Jack Nicholson en la película «Mejor Imposible»: «Tú haces que quiera ser mejor persona». Pedirle un favor a un enamorado tiene mas probabilidades de ser atendido que si se pide a alguien avinagrado con su soledad.
En suma, un estado de alteración hormonal, donde las endorfinas hacen de las suyas.
Lo cierto es que es un estado deseable. Quien tiene la suerte de enamorarse media docena de veces en su vida es un tipo afortunado, pues el «enamorarse» es cosa de dos, y de nada vale que uno esté arrebatado si el otro no siente la chispa, las mariposas o la alteración hormonal con la proximidad del otro; aunque siempre hay trucos que permiten acelerar o encender la chispa del amor.
Y por supuesto que nadie puede vivir eternamente «enamorado». La naturaleza es sabia y no permite que un Organismo esté con el acelerador pisado a tope indefinidamente so pena de quemar motor y conductor. En unos meses, el reto se plantea: o se convierte en apego firme (menor intensidad de fuegos artificiales pero mayor fortaleza de vínculo) o se disuelve dejando en el mejor de los casos una buena amistad. Diriase que la naturaleza quiere un plazo de prueba en la pareja ofreciéndole el regalo de ansiedad, pasión e intimidad, pero eso sí, emplazado a tomar una decisión al final.
Vivo y Coleando 