Quererse a sí mismo: caminos para fomentar la autoestima

Es curioso que muchísima gente está descontenta y quejosa consigo mismo. No se respeta ni se admira, y además se autodestruye. Es llamativa la frase de Boris Cyrulnik en una entrevista “Somos infelices en tiempos de guerra, pero no sabemos vivir en tiempos de paz”.

Hay que quererse a sí mismo, no por ser rico, tener un buen trabajo o por el aplauso ajeno. Hay que quererse a sí mismo porque se está vivo: porque nos ha tocado el milagro de la vida: un cheque en blanco para ser feliz durante un puñado de decenas de años. Y ese cheque debemos rellenarlo y cobrarlo nosotros.

Es cierto que no hay que ser egoísta, soberbio y ególatra hasta el punto de atropellar a los demás pero tampoco hay que humillarse y hacerse pequeño. Y por supuesto no dejar que los demás nos traten como ratoncitos.

Tampoco hay que pensar que el mundo es una especie de Ikea que nos proporciona de forma sencilla la felicidad para armar, sino que somos nosotros los artesanos de lo que nos tiene que proporcionar la felicidad.

Veamos las claves o caminos para quererse a sí mismo.

1. Asumamos que no somos perfectos. Nadie puede ser bueno, feliz y eficaz todo el tiempo. Posiblemente hay sentimientos, reacciones o limitaciones mentales que nos entristecen pero un roce o abollón del coche no supone enviarlo al desguace. Somos como somos… y hay que aprender a mirarse al espejo y decirse, antes de sonreír:¿ Y qué?. Cuando estemos cómodos en nuestra propia piel, estaremos en condiciones de tomar contacto con las de los demás, de igual a igual.

2. No podemos tener respuestas y ayuda para todos los que nos las piden. No somos responsables de las necesidades de todos los demás. Está bien ayudar pero dejando siempre una cantimplora de tiempo y capricho para nosotros. Hay que aprender a decir no a las peticiones abusivas, a las interesadas y a las parasitarias. No pasa nada por decir no. Esa negativa pondrá a prueba la amistad e interés de quien nos pide ayuda. Y si sabemos decir no, priorizando el empleo de nuestro tiempo y energías, nuestra autoestima crecerá. Si atendemos todo lo que nos solicitan, nos sentiremos impotentes para atenderlos, nos sentiremos utilizados y lo peor de todo, los que nos pedían ayuda, nos mirarán con displicencia.

3. No tenemos que superar exámenes ni aprobaciones de nadie. Al nacer ya superamos el examen de acceso a la Vida. Nuestro planeta lleva en desarrollo veinticinco millones de años, con mas de siete mil millones de pasajeros a bordo y la persona mas poderosa que imaginemos es un diminuto y frágil organismo que será engullido por la historia, pero lo realmente importante es que nosotros en ese breve viaje somos pasajeros de igual importancia. Todos tenemos el regalo de la vida para intentar ser felices y nadie tiene derecho a fastidiarnos y amargárnosla.

Todas las religiones (no sectas) imponen el respeto a la vida de los demás y honrar a los progenitores o cuidar de los hijos. Pero ninguna impone someterse a la tiranía de otros que so pretexto de la amistad, el amor o la ideología nos degraden y humillen.

4. Si alguien pretende gobernar nuestra vida y convertirnos en peleles, mas vale que respiremos profundo, nos miremos al espejo y le mandemos al garete.

Nada de intentar contentar a todo el mundo. No sé quien decía que si colocamos un camaleón en una manta escocesa acabará muerto de agotamiento. Más vale quedarse a gusto y decir uno lo que piensa en vez de desperdiciar nuestras energías intentando seguir el pensamiento ajeno.

5. No intentar alcanzar la luna con los dedos. Nada de luchar por el príncipe azul de los cuentos ni por el trabajo millonario, ni por convertirse en modelo o ser el gallo que mas canta del corral. Las metas y las ambiciones están bien, siempre que no sean el objetivo irrenunciable y primario de la vida, pues el fracaso de la meta acarreará el fracaso de la persona y la sensación de pérdida de autoestima.

6. Hay que ocuparse de uno mismo.Respetarse y darse alegrías. Cuidarse y acicalarse. Cultivar las aficiones que realmente nos interesan. Tomar nuestras propias decisiones y atrevernos a equivocarnos. ¿Nos quedamos hoy a haraganear en la cama? ¡Estupendo!. ¿Escuchamos una canción y la disfrutamos? ¡Bien! ¡¿ Elegimos el café a nuestro estilo y lo saboreamos con la mirada perdida en nuestros recuerdos o sueños?! ¡Bravo!. ¿Podemos opinar sobre lo que nos gusta y nos desagrada con ideas propias?, ¿enviamos notas sobre lo que nos pasa por la cabeza en Twitter o Facebook?, ¡¡Estupendo!! Entonces seremos capaces de afrontar cada día como sujetos con autonomía y que podemos hinchar el pecho y decirnos en nuestro fuero interno: ¡¡Somos libres y valiosos!!.

7. Darse tiempo para vivir, para vivir nuestra vida como queremos vivirla. Vivir solo para trabajar, sin ocio, crea ansiedad interior e insatisfacción. Nos hace sentir piezas de una maquinaria sin fin. Démonos tiempo para trabajar pero también tiempo para descansar y rejuvenecer. El mejor alimento para la autoestima es hacer cosas que nos hacen felices.

8. Ser sociables. Nada de encerrarse en nuestra cabeza ni en nuestro domicilio, ni en nuestro grupo de trabajo. Hay muchísimas personas interesantes y felices que podemos enriquecer y nos enriquecerán, pero si no salimos a pescar, si no compramos el billete de lotería, ni pescaremos ni nos tocará el premio.

Hay personas que buscan la aceptación de su grupo o clan (laboral, social, etc) y si se notan excluidos o mirados con recelo, se refugian a lamerse las heridas. ¡¡Error!!. Hay infinidad de grupos con los brazos abiertos y de los grupos tóxicos hay que huir. Siempre encontraremos personas capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos. Y si encontramos un buen conversador o alguien que nos ama, nuestra autoestima crecerá exponencialmente. Todos tenemos virtudes que nos hacen dignos de ser amados y solo tenemos que «estar en el mercado». Una rosa en una caja o sin regar, se quedará mustia. Pero si le da el sol y el agua la refresca, recuperará el tono y el color.

9. Vivir el presente. No en función de sombras, amenazas o premios del futuro. La hoja de ruta de nuestra vida debemos marcarlas nosotros. ¿Escuchar consejos? ¡Claro!, pero decidiendo nosotros. Está bien escuchar a los demás pero mucho mejor escucharnos a nosotros mismos.

10. Valorar nuestros propios proyectos o ilusiones, porque son nuestros. No hacen falta grandes ni lejanas metas, sino pequeñas cosas cuyo logro nos hará sentir grandes. ¿ practicar yoga?, ¿por qué no?; ¿leer poesía?¡ Quizás nos guste!. ¿Comida basura? ¡ De tarde en tarde!.

11. Tener la deportividad del boxeador: encaja los golpes si no puede evitarlos, utilizando flexibilidad, finta y fuerza. El contratiempo, la desgracia o la molestia nos pueden hacer sufrir pero no derrotar. Reaccionando y saliendo del agujero recuperaremos la confianza en nosotros.

12. Nada es irreversible. Todo puede cambiarse. Quizás el presente está enfangado, pero no son arenas movedizas. Tranquilo, una situación difícil puede hacernos infelices con nosotros mismos pero hay que recordar el pasado y soñar en el futuro, para ayudarnos a cambiar. Se trata de actuar, y así se superan las encrucijadas. Tal y como comenté en un post anterior: en caso de duda… ¡actúa! Lo único que no nos será devuelto es el tiempo pasado mientras soportamos problemas o situaciones injustas.

13. Las grandes alegrías viene de las pequeñas cosas y de gestos cotidianos. Y nosotros somos el primer actor, el protagonista de nuestra vida, y el guión tenemos que marcarlo nosotros. ¿Cuál es el mejor a actor? ¡¡El que improvisa y se mete en el papel hasta olvidar el guión!!.

En suma, nada de compararse con los demás, aceptar lo que somos y tenemos, y poner rumbo a toda marcha hacia nuestra felicidad, que no es otra cosa, que decidir nuestra propia vida. Por eso la autoestima crecerá si asumimos las riendas de nuestro destino. ¡Incluso si hay que arrebatárselas a otros!