Cuantas veces acudimos a un hotel confiando en un descanso paradisiaco, y nos llega la sorpresa (menor o mayor) en forma de esperas por los servicios, cobros inesperados, habitación incómoda, ruidos, tarjeta llave desactivada, mecanismo de televisión o ducha incomprensible, etc.
La solución a la incidencia pasa por la queja en recepción y por la respuesta del recepcionista. Y las formas o estrategias importan, ya que con cierta elemental perspicacia podemos obtener mejor servicio. Veamos los sencillos consejos que pueden hacer nuestra estancia mas feliz. Al fin y al cabo, que no sea nuestra torpeza la que oscurezca la felicidad de las vacaciones o descanso.
Lo mas importante es no olvidar que el «dueño» de nuestra felicidad hostelera es el recepcionista. Según le tratemos, así será la respuesta. Debemos sintonizar con él, ya que de el dependerá la solución del problema, la velocidad de respuesta, sabiendo que, desde la misma llegada, es quien puede adjudicarnos la habitación que quiera y sin que nos enteremos de si es la mejor habitación disponible o si por el contrario es la habitación que solo se reserva para el enemigo.
Tampoco hay que olvidar que el recepcionista no es una ancianita sorda ni un jovencito atolondrado sino generalmente un avispado joven con ganas de promocionarse o un veterano al que nadie se la da con queso, y por supuesto ambos saben que no son mayordomos ni robots, así que no les gustará que les traten como tales.
Vamos con los diez sencillos consejos o trucos, que pueden evitar muchos sinsabores y garantizar una dulce estancia.
1. Si se llega a la recepción y existen varias personas agolpándose en el mostrador ( por ejemplo, si llega un autobús turístico) es útil anunciarse con un sonoro pero educado «buenos días» y la consabida pregunta propia de la pescadería: » Perdón, ¿quien es el último?».
Dada de quejas ni exabruptos por la espera, ni promover amotinamientos.
Aunque el recepcionista no levante la vista, eso llegará a sus oídos, quien subliminalmente anotará que deben atender con mayor presteza la lista de espera y lo mas importante, tendrá en cuenta cuando le llegue el turno, que usted ha estado esperando y que ha sido educado. La conciencia de culpa llevará al recepcionista a ser amable con la víctima, especialmente si al llegar al ansiado mostrador rompe el hielo el cliente con una frase de complicidad » ¡ Vaya día que le ha tocado…pero tranquilo, quedamos pocos!
2. Nada de tutear al recepcionista. El buen recepcionista jamás tutea, por lo que justa es la reciprocidad.
Aunque un rótulo en la camisa, chaquetilla o uniforme del recepcionista refleje su nombre de pila, hay que evitar tutearle.No olvidemos que es la dirección del hotel la que le impone ese «crotal» y bastante es atender la recepción a desconocidos como para acatar esa familiaridad no consentida. O sea si el rótulo indica » Juan Pérez» nada de «Gracias, Juan», ni mucho menos «Gracias, Juanito», aunque lo que captará como señal de respeto será un » Gracias, Don Juan, por su amabilidad». Esta frase tenderá un puente afectuoso durante nuestra estancia, al no estar acostumbrados.
3. No hable por teléfono móvil mientras cumplimenta su llegada y espera la llave de la habitación.
Es una falta de respeto y puede tener consecuencias. Siempre habrá tiempo para atender esa llamada desde la habitación.
4. Si va a pedir un servicio adicional ( mejor habitación, mas alta o mas baja, que le despierten a una hora, que le cambien las toallas, llamar un taxi, etc) , no hay que confundir petición con exigencia, solicitud con orden.
5. Si va a protestar, procure hacerlo con sutileza, sin perder los papeles. Una queja desabrida solo conseguirá que la atención durante ese y los ulteriores días ( llamadas, avisos, indicaciones turísticas, defectos de habitación, etc) reciba una respuesta perezosa o maliciosa.
6. No sea distante. Deje caer mientras realiza el check-in que ya ha estado usted allí alojado, que recuerda algún servicio o que siempre lo recomienda a sus amigos y famliares.
Esa fidelización le encanta a los recepcionistas si suena sincera.
7. Nada de autobombo mientras realiza el check-in. Eso de identificarse, en vez de con el simple nombre con la condición de » Catedrático Don…», «médico Don…», o similar, puede calmar el ego pero no garantiza que el recepcionista no se aventure a bajarnos los humos con una habitación sin vistas, angosta o en lugar tortuoso. Seguramente si pudiéramos leer la mente del recepcionista mientras nos sonríe, nos llevaríamos alguna sorpresa.
8. No se muestre zafio ni egoísta. Aunque el mostrador del check-in cuente con una fuente de caramelos, folletos o bolígrafos, bien estará preguntar educadamente si puede tomar alguno, en vez de tomarlos a puñados sin preguntar. Son para los clientes, pero bien está demostrar que merecemos la gentileza que nos ofrecen.
9. Sea honrado: nada de consumir del mini-bar de la habitación y callárselo, nada de llevarse todo el lote de productos de aseo de la habitación ni el albornoz, ni tampoco intentar convencer al recepcionista de que la película supuestamente visionada y de pago se debe a un error del mando a distancia.
El recepcionista conoce el oficio y aunque no se lo diga, sabe mirándole a los ojos por su experiencia la realidad. Y en todo caso, no hay mejor juez de uno mismo que la conciencia, y usted sí que sabe la realidad.
10. Si transita al entrar o salir del hotel en la proximidad del mostrador de recepción y existe contacto visual con el recepcionista, no se olvide de saludar cortésmente. Nadie es invisible.
En suma, trate con cortesía como le gustaría ser tratado. Y así conseguiremos un viaje placentero, aunque hay que recordar que la felicidad en los viajes supone tener en cuenta otros aspectos como los que indicamos en las 14 claves del éxito para un viaje al extranjero.
Aquí pueden encontrarse, mas que consejos, los trucos y picaresca para obtener mas y mejor servicio hostelero por menos.