No hace mucho se nos educaba inculcándonos aquello de de «hay que dormir ocho horas» (parecido a lo de «come lentejas que tienen hierro») y se reforzaba el mensaje con el refrán de «no por mucho madrugar amanece mas temprano». Sin embargo paradójicamente se asociaba el dormir mucho con la condición de perezoso o vago.
Hoy día en España se duerme poco por dos razones.
De un lado, en España a diferencia de la tónica habitual europea, se cena tarde o tardísimo. Y además mucho. Esa digestión pesada lleva a prolongar la hora de acostarse hasta el filo de la medianoche.
De otro lado, somos esclavos de la tecnología. Unos de la televisión que vemos embobados como vacas rumiando y observando pasar trenes que no le importan. Y otros agotando chats, visitas a la web, repasando emails… en tablets, portátiles u ordenadores.
El resultado es que buena parte de la población se va a la cama tarde y mal. Si a eso añadimos que hoy día los problemas laborales, económicos o de pareja se han incrementado, el sueño tiende a llegar tarde y cuando llega nos enzarza en pesadillas. O sea peor calidad de sueño.
Y si el sueño es escaso y no reparador, todos conocemos el resultado: somnolencia, fatiga, nerviosismo, malestar, enfado sin causa.
Por eso debemos dormir más y recuperar el hábito de mayor descanso nocturno. Veamos con detalle los consejos para mejorar la calidad del sueño y la calidad de vida.
1. Lo primero, es una obviedad, pero hay que hacerlo por razones de salud y no de moda, es cenar mas pronto, menos cantidad y mayor calidad. El sabio refrán nos ilustra: «De grandes cenas están las sepulturas llenas». Además, ya no es cuestión de cantidad, sino de calidad pues hay alimentos que mantienen la alerta y otros que facilitan el sueño reparador, por ejemplo, son recomendables los kiwi, nueces, almendras, arroz blanco y otros similares; en cambio, no deben ingerirse antes de acostarse las pizzas o helados, queso, ni exceso de vino o café. Aquí hay una estupenda exposición de la alimentación adecuada para dormir mejor.
En suma, la ausencia de sueño provoca alteraciones metabólicas, es riesgo de alteraciones cardiovasculares y cerebrovasculares, y además la fatiga es causa de accidentes laborales y de tráfico, además de infinidad de despistes o errores.
2. Lo segundo, es acudir al final del día a una actividad relajante y que no nos deje hiperactivados a la hora de dormir. Nada de partidas de juegos de ordenador, ni películas de acción o thriller, ni libros de filosofía existencial. Tampoco es buen momento para las discusiones. Hay que ir preparando al cerebro para su labor nocturna, que recordemos, según los neurólogos consiste en ordenar la información acumulada durante el día y eliminar la «basura» generada en el cerebro (toxinas y datos inútiles acumulados por la actividad neuronal; en particular se elimina la proteína bela-amiloide, responsable de la enfermedad de Alzheimer).
Hoy día, la ciencia apuesta por la funcionalidad del sueño con efecto reparador y rejuvenecedor, pues muchas de las principales funciones de restauración en el cuerpo como desarrollo muscular, reparación de tejidos, síntesis de proteínas, o la liberación de la hormona del crecimiento (recuerden aquello de que los niños cuando duermen crecen mas robustos) suceden en su mayoría o con mayor intensidad, durante el sueño. Esto cuenta con el apoyo empírico de estudios en humanos y animales. Es llamativo el dato de que los animales privados de sueño por completo pierden toda función inmune y mueren en sólo cuestión de semanas. Esto se ve apoyado por los hallazgos de que
Si no comemos sentimos hambre y si no nos dormimos sueño. Y tanto la comida como el sueño no son caprichos de salud, ni toleran escasez ni excesos. En su justa medida, cumplen su función. En caso contrario, los perjuicios se notarán.
3. Se puede y debe alcanzar el hábito de dormir más horas. El organismo tiene una plasticidad enorme y en seguida se acomoda al hábito de dormir mas horas. Tampoco se trata de dormir como una marmota, pero lo importante es levantarse descansado. Y ya que no podemos actuar normalmente sobre la hora de despertar, por razones laborales o domésticas, al menos somos dueños de la hora de acostarnos.
Y también resulta estupendo una buena siesta, con el tiempo justo, que siempre reporta beneficios demostrados.
4. Y si dormimos más, nos levantaremos relajados y afrontaremos el día con más energía. Además no hay «regalo» mejor que algún día salirse de la rutina y dejarse dormir un poco más de lo habitual, y es que los fines de semana si nos liberamos del despertador, descubriremos que el organismo ha aprendido la hora o hábito de levantarse, y el cerebro se queda pillado entre los sueños inconscientes y la consciencia, lo que explica que justo cuando dormimos mas de lo habitual es cuando mas soñamos y podemos incluso «manipular» los sueños para conducirlos a situaciones placenteras.
5. No podemos caer en la trampa de considerar que si dormimos menos horas, hemos ganado tiempo para trabajar, jugar o atender otras labores. No puedo menos de recordar una anécdota de mi abuelo, allá por los años cincuenta, en que solía ir diariamente de un pueblo salmantino a la capital con un carro y portando cántaras de leche, a unos veinte kilómetros; así que se le ocurrió la idea de «engañar» al organismo mediante un sencillo truco: cada semana se levantaría diez minutos antes, y así iría habituándose progresivamente hasta ganar mucho tiempo para llegar antes, trabajar más y atender mejor a la familia. El negocio era redondo: menos sueño y mas vida. Todo iba bien, según el plan previsto, pero a mitad del cuarto mes a las cuatro de la mañana se quedó dormido y acabó en la cuneta con carro, mula y leche. Se acabó el experimento y aprendió la lección.
En fin, que si dormimos bastante (que no es lo mismo que suficiente) y cultivamos unos sencillos hábitos propios de las personas alegres… ¡seremos mas felices!. ¡Lo que es mucho con los tiempos que corren!