Aunque no faltan amargados recalcitrantes, egoístas irrecuperables ni personas estilo Ebenezer Scrooge, anciano avaricioso del Cuento de Navidad de Dickens, la inmensa mayoría de las personas encuentra en la Navidad una fuente para ser mejor y mas felices.
Si no existiera la Navidad habría que inventarla porque la vida pasa tan rápida y gris que necesita de esos oasis de paz o alegría. Veamos las razones por las que la Navidad gratuitamente nos facilita energía, vitalidad y alegría.
1. Se respira ambiente festivo, alegre y de benevolencia. La luz y el color ayuda a sentirse menos exigentes y mas tolerantes. Menos broncas al volante, menos quejas, menos gritos. Es una especie de tregua con nuestra vida cotidiana, marcada por las prisas y exigencias. En Navidad todo se ve con ojos diferentes.
2. Los regalos navideños nos demuestran que somos generosos y que lo son con nosotros, y además ponemos a prueba nuestro conocimiento de lo que necesita o quiere la persona a la que vamos a regalarle algo.
3. Es una buena ocasión para telefonear o guasapear a esa persona con la que la relación amistosa se ha debilitado o enfriado. Y si se escribe una carta (pieza excepcional con los tiempos que corren) la sorpresa y agradecimiento del receptor está asegurada. Comunicarse no requiere invitación pero la Navidad ayuda a tender puentes entre la distancia.
4. Son tiempos de almorzar o cenar en familia, dos o incluso tres generaciones. Los lazos se fortifican. Se rememoran los recuerdos de infancia, eventos familiares y lo que une se revaloriza. Además la cena de Navidad o comida de Nochebuena son ocasiones en que los postres se alargan, sin prisas, con relajo cómodo. Si es motivo de regocijo un almuerzo en compañía, con mayor razón si es con familiares y si rondan pequeñuelos, y mas todavía si risas, turrones y villancicos «paran el reloj».
5. La belleza parece ponerse galas en la ciudad y paisajes: las calles se adornan con luces, las guirnaldas, los colores. Todo resplandece y parece mas bello. Es como si una varita mágica de un hada hubiera espolvoreado perfección.
6. Son tiempos en que queremos creer en un mundo mejor, en amor y en otras palabras bonitas que el resto del año tenemos aletargadas.
7. Los protagonistas son los niños, sin colegio y con sonrisas e ilusiones. Eso es contagioso… y muy bueno para los que no son tan pequeños.
8. Incorporamos una agradable muletilla de saludo o despedida que es inusual el resto del año: ¡Felices fiestas!, ¡Feliz año!. No deja de ser un ejercicio de cordialidad que abre nuestra persona a los demás y demuestra que tenemos corazoncito y además que queremos lo mejor para los otros.
9. Somos mas proclives a las buenas acciones cotidianas. A hacer favores. De hecho, está comprobado con estudios sociológicos y estadísticos que los exiguos ingresos de mendigos, las propinas en los establecimientos y los donativos a iglesias u organizaciones no gubernamentales, se incrementan sensiblemente en este período navideño.
10. Hay algo mágico en percibir y ser consciente de que en un mundo marcado por la turbulencia, por la inseguridad, por las tensiones, por la lucha diaria para sobrevivir, existen unos momentos navideños en que de forma simultánea la mayor parte de la civilización occidental coincide en la fiesta.
No tanto por su valor religioso como por coincidir en que es tiempo de bajar la guardia, de tender la mano, de reunirse en familia, de compartir momentos sin prejuicios. En suma, los flashmob o multitudes convocadas instantáneamente por las redes sociales son una bagatela al lado de esa sinfonía y convocatoria mundial para pasarlo bien en Navidad.
Pero lo mejor es que… ¡¡Nada impide que el resto del año vivamos como si fuere Navidad!!. ¡¡Nada!!. Sencillamente vayamos por la vida con la sonrisa puesta, el optimismo desenfundado, una capa de tolerancia y mas generosos… Los efectos serán espléndidos… Recordemos los hábitos de las personas alegres y un poquito de práctica nos hará que la vida no parezca un viaje en tercera clase sino un crucero de lujo….