Una primera cita es la aproximación del león a la gacela o de la leona al antílope. A veces esa primera cita es un encuentro a solas tras un acto social de presentación, o tras una llamada telefónica, o tras concertar el encuentro por mediación de un amigo.
O lo que es mas frecuente hoy día: un primer encuentro tras citarse a través de una web de contactos de parejas on line. En ese momento, cara a cara, como en una partida de póker de dos, cada parte irá mostrando sus cartas (y ocultando otras) y lanzará algún farol, prestando atención a la estrategia del otro. A diferencia del póker en el juego del amor si la primera cita es exitosa, ambos ganan.
La primera cita es importantísima. La primera impresión marca, para lo bueno y lo malo. Antes de la cita hay una predisposición pero tras la cita se confirmará el despegue o el aterrizaje forzoso.
Suele decirse que tras siete minutos cara a cara, el cerebro ha tomado la decisión de si podría encajar el otro/a en nuestra vida, y por eso no está de más cuidar minuciosamente la aptitud y los detalles de ese primer contacto.
Así que, partiendo de que mientras uno habla el otro posiblemente analiza y valora lo que somos mas que lo que decimos, ahí van las reglas de oro que no garantizan el éxito en la primera cita, pero al menos no nos conducirán al batacazo inmediato. Veamos los errores o conductas imperdonables.
1. Llegar tarde a la cita. Es verdad que llegar muy pronto puede demostrar ansiedad pero llegar tarde es peor porque, salvo causa justificada, supone no dar importancia a la ocasión. Malo si en la primera cita no hay ilusión de estar a solas, en compañía del otro.
Y si llegamos tarde, los ojos del que espera (¿angustiados, aliviados o risueños?) y su expresión (sonriente o fría) nos dirán si podemos superar el percance.
2. Presentarse a la cita desastrado, con ropa descuidada. Es importante demostrar que esa cita es especial y que nos hemos molestado en ofrecernos con respeto y elegancia. No es buena carta de presentación un pantalón raído, mal olor o despeinado, sin afeitar (él) o sin maquillar (ella).
3. No tener un detalle, regalito o atención en esa primera cita. No hay mejor anzuelo que demostrar a esa persona que es especial para nosotros esa cita. No se trata de ofrecer algo costoso sino significativo. Las flores resultan cursis y precipitadas pero un libro, detallito para el móvil o similar, cumple la función de allanar barreras.
4. Hablar de los ex. Bien está hablar de anteriores parejas de pasada, como referencia, pero en la primera cita es un grave error explicar todo nuestro curriculum amoroso y las virtudes o defectos de anteriores parejas. Supone convertir la primera cita de dos en un tumulto.
5. Hablar de tus padres demostrando fuertes vínculos de dependencia. Tampoco sobran las alusiones pero no está bien mandar la señal de que se tiene una dependencia emocional y personal fuerte de los antecesores.
6. Anunciar que en el desarrollo de la cita vendrá un amigo/a para sumarse al encuentro. En esa primera cita, tres son multitud.
7. No pagar la consumición, la cena, la entrada al espectáculo o las palomitas del parque o similar. No se trata de que pague el hombre o la mujer. Se trata sencillamente de hacer el intento, uno u otro de pagar. Una señal de parasitismo o tacañería no es buena.
8. No sonreír. La sonrisa es poderosa y dice mucho de la persona y dice mucho de lo agradable que resulta la compañía. Ser Buster Keaton en una primera cita anticipa ulteriores encuentros aburridos y molestos.
9. Mentir.Una cosa es exagerar las propias virtudes y minimizar los errores o defectos de la otra persona, pero no debe mentirse ostensiblemente como tampoco engañar sobre cuestiones básicas (trabajo, aficiones, adicciones, etc). Si la cosa sigue adelante la relación se tambaleará cuando la verdad aflore.
10. No hablar nada. En una primera cita hay mucho que decir y si alguien se calla, es porque no tiene nada que decir o porque tiene mucho que ocultar. Nada bueno.
11. Hablar demasiado. También una primera cita puede perecer de indigestión. Convertir el encuentro en un monólogo en primera persona del singular demostrará que no se necesita una pareja.
12. No escuchar. No se trata solo de hablar sino de prestar atención a las respuestas y plantear preguntas y aclaraciones. Si no escuchamos demostramos que no nos interesa su opinión ni conocer mejor a esa persona.
13. Mirar el reloj constantemente. La señal de aburrimiento es inequívoca o de existir otras prioridades.
14. No dejar tranquilo el móvil. Quien interrumpe constantemente el desarrollo de la cita para atender el móvil o mirar los whatsapp, está mandando señales de otras prioridades en su vida.
15. Anunciar los propios defectos advirtiendo que son incorregibles (“Me gusta beber/ gritar/… yo soy así”).
16. Criticar indiscriminadamente a los que nos rodean (camareros, vecinos, familiares, etc). Quien critica hoy a otros posiblemente te criticará mañana a ti.
17. Desaprobar enérgicamente las propuestas o comentarios del otro (gustos, ideología, etc). Si algo no gusta hay que expresar la discrepancia con dulzura, no con desdén.
18. Confesarle que es el amor de la vida. Alguien que se declara enamorado en una primera cita es alguien frívolo que pronto se engancha… Y pronto se desenganchará. Una cosa es sentirse atraído y otra estar enamorado. Cada cosa a su tiempo.
19. Tomarse libertades con el otro que no nos haya autorizado expresa o tácitamente (guiños, caricias, etc). Aunque las sorpresas y las iniciativas son bienvenidas en las primeras citas, tampoco es buena estrategia estampar un beso en los morros de buenas a primeras o palpar descaradamente al otro.
20. Y por supuesto, al término de la cita, es un craso error despedirse bruscamente cada uno por su lado sino comportarse con el patrón clásico que no debe faltar: demostrar la intención del varón de acompañarla y de la mujer de dejarse acompañar. Y por supuesto, concertar o proponer otro encuentro. Lo de «en tu casa, o en la mía», lo dejaremos para otra cita.
Y a partir de ahí, unas sencillas pistas de nuestra propia conducta y pensamiento nos permitirán saber si estamos enamorados.
Me parece que incluye que «el estar con la otra persona» es desdecir todo aquello que engloba el cúmulo extra y que le da paso al lazo según los que lo comparten pues piensan en algo que los va creyéndose solo partícipes en como «decantar sus angustias por las sofocantes, reales, extensas, preocupantes, generales vivencias que nos encierran en lo que es la vida hasta donde la hemos podido abstraer», o sea que al final es una forma de expresar esa energía que internamente nos tiene en bienestar y que deseamos que no nos haga sentir daño, porque al final eso es lo que somos nosotros, alma, energía, sentires del yo que cuidamos que no se nos torne difícil de manejar y luego le demos motivos a «quienes están alrededor nuestro» para que entremos en ires y vaivenes de idilio para disputar la vivencialidad y pues, solo es lo que existimos, al final se tornan las cosas como «solo de ser» y lo importante son las cosas que le pudimos dar un ser y sentido para nuestro yo y a lo que pues vimos con sentido importante, como tratar de saber «que es lo más profundo de nuestra participación en el lugar y tiempo donde hemos existido», significa todo eso que si te enamoras el sentido de importancia que le das a la pareja cobra lo profundo que la hayas amado y le das el valor que signifique para ti, de todas maneras no somos aquello que deseamos sino que como venir al mundo parece que vale más que crees que eres y buscas, y el sentir interior poco a poco lo decantas hacia la otra persona, pero en tiempo y con mucho, con un tejido de cosas, hechos, ideas, cosas que hacemos, sea lo que sea, no siempre somos lo que pensamos que somos.
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¿Por qué considera que «Hablar de tus padres demostrando fuertes vínculos de dependencia.» no está bien? Me interesaría mucho saber su opinión al respecto.
Muchísimas gracias por tanto y que pase un feliz 2021.
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