Tanto ordenador, tanto libro, tanta discusión, tanto ajetreo, tanto bombardeo mediático electoral… Nada mejor que alejarse del ojo del huracán.
Así que hoy sábado tocó mañana ecológico—deportiva.
Unas zapatillas baratas del Decathlon, un vaquero gastado, una sudadera y rumbo a la falda del Monte Naranco con mi hijo de 14 años.
El monte Naranco preside Oviedo, una colina que no alcanza los setecientos metros de altura y que es el equivalente al Retiro para los madrileños.
Veamos como se desarrolló la aventura ideada para un día soleado.
1. Subir con el coche por carretera a la cima y dejar las bicicletas aparcadas y encadenadas ( no vaya algún caminante a pensar que las pone el Ayuntamiento para bajar descansados).
2. Inmediatamente, bajar con el coche hasta el pie del monte, al lado de la Iglesia de San Miguel de Lillo del prerrománico asturiano, arquitectura de los siglos IX y X de toque visigótico junto con otras dos iglesias ovetenses, la de Santa María del Naranco y la de San Julián de los Prados a la que ya me referí en otro post.
3. Inicio de ruta caminando cuesta arriba por un sendero empinado y armados con una pequeña mochila y un palo gastado. Me siento un «peregrino de cercanías».
Pienso en el ahorro de dietas milagro con el solo milagro de hacer esta ruta un par de veces a la semana.
4. Asumo la labor de un Sherpa, marcando la ruta y seguido por mi hijo a pocos pasos. Yo soy el que resopla y se queja del dolorcillo en las piernas y del calor. Mi hijo pregunta lo que se le ocurre y yo respondo lo que se me ocurre. Allí no está google ni la Wikipedia para tener la respuesta rápida y exacta.
5. Me pregunta quien fue el que decidió el itinerario de los senderos. Le respondo que en el pasado se soltaba desde la parte superior una mula y ella iba buscando la ruta mas practicable, que después los vecinos desbrozaban y arreglaban.
6. Me pregunta qué especie de árbol es la que nos rodea. Le digo que aparte de pinos y castaños, lo que dominan son los eucaliptos, que son árboles de origen australiano, de crecimiento rápido, y que al no ser autóctonos no son bien vistos por los ecologistas pues el ecosistema se reduce, además de ser “depredadores” del agua respecto del resto de la vegetación y tener raíces agresivas.
7. Me pregunta sobre el musgo. Aprovecho para informarle lo que ya sabía de que podemos orientarnos sin brújula: que el musgo suele estar en la parte norte de rocas y árboles por mayor humedad o frío. Además como curiosidad recientemente he leído que hay mas de cinco mil tipos de musgo ( detalle tan erudito como inútil, pero se lo suelto).
8. Me pregunta qué atravesó correteando un lateral. Le digo que un jabato y que tenemos suerte si no anda cerca la madre jabalí porque son agresivas con quien les molesta.
9. Me pregunta si aquéllos bosques tienen dueño. Pienso responderle que el dueño es Dios o la tierra Gea o Gaya, pero le digo que son montes públicos y que son parte propiedad del Ministerio de Defensa y parte del Ayuntamiento.
10. Me reta a salirnos de la ruta trillada y acepto improvisar por un sendero cuajado de helechos, hojarasca, ramas partidas y barro. Peñas arriba. Le digo que si no hubiese emprendedores pues no se descubrirían continentes ni lugares nuevos.
11. Veo un tocón de árbol y aprovecho para recordar aquello de que contando los anillos podemos saber su edad, y le recuerdo que a diferencia de las serpientes que cambian de piel, el árbol engorda de dentro hacia fuera, pues la corteza se ensancha.
12. Al habernos salido de la ruta habitual, solo nos cruzamos dos paseantes que bajaban. El primero se lleva tal susto al vernos que resbala y poco más ultima su ruta rodando. El segundo, para nuestra sorpresa, es un chico fornido que lleva al hombro una bicicleta de todo-terreno. No puedo menos de saludarle y gastarle una broma por ese nuevo deporte que desconocía de descenso de cañones con bicicletas, y no debió agradarle o entenderla, pues rumió algo sobre que era difícil bajar montado y siguió su destino.
13. Llegamos a la cima antes de lo previsto pero con una notable desviación de la meta pero pudimos ver el Cristo que corona el monte, monumento al Sagrado Corazón de Jesús de 35 metros de altura (alzado en 1980) y que pretende emular el Cristo Redentor de Río de Janeiro y a cuyos pies está encastrada la Cruz de la Victoria ( de noche se ilumina y es maravilloso contemplarlo en la distancia).
14. Desde allí le muestro el viejo campo de tiro, donde los soldados hacían prácticas. Le cuento que en mi adolescencia solíamos acudir a buscar balas y restos de la contienda bélica, y que un compañero del Colegio Loyola cierto día se encontró una granada vieja con la que jugueteó hasta que explotó y le llevó dos dedos, lo que no le impidió que hoy día es un consumado alpinista.
15. También le explico que ahora el campo de la cima, cuidado y vallado para disfrute de los ovetenses, se destina por los adultos a «merendero» y por los menos adultos a «picadero» en horas de anonimato. No hacen falta mas explicaciones.
16. Y ahora desde la cima, tomamos las bicicletas que previamente habíamos dejado aparcadas. Ello con arreglo a mi plan de que es mejor bajar que subir en bicicleta, aunque no contaba con un pequeño doble contratiempo. Por un lado, nuestros cascos de bicicleta son para niños de ocho años por lo que para no parecer rabinos con bonete, lo llevamos de la mano. Por otro lado, ya que hace mucho tiempo que no tocamos la bici, comprobamos que el freno trasero no nos funciona a ninguno de los dos.
16. Le explico a mi hijo las ventajas de la aventura y el deber de precaución y bajamos cómodamente en las bicis durante diez minutos, sintiendo la brisa en la cara, el calor del sol y un frondoso paisaje en el lateral.
17. De vuelta en San Miguel de Lillo, volvimos a poner las bicicletas en la vaca del automóvil, mientras una curiosa paloma torcaz nos observaba.
En definitiva, una mañana completa con deporte, conversación y relajo. Se puede vivir desconectado del móvil y del ordenador. Y cosa curiosa, me siento mas joven y descansado.
Y si alguno después de un día así, puede darse una alegaría gastronómica en alguno de los restaurantes mas recomendables de Oviedo. ¡ Salud!
Sr. Chaves, es ud. un crack, deliciosa entrada.
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Baca, … Te la jugó el corrector ;-)😀
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… Y perdón por el «tuteo» 😜.
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