Claves para ser feliz

Sorteando los peligros de twitter

cierra el picoEl protagonismo creciente de twitter en nuestras vidas puede venir cargado de problemas. Una cosa es que la Real Academia Española bendiga con su inclusión en el Diccionario los términos “tuitear”, “tuit”, “tuiteo” y “tuitero” y otra que “tuitear” se convierta en una actividad de uso inocente. Más bien es un arma de doble filo.

Viene al caso, porque leo en el País (22/VI/15) el estupendo artículo titulado “La turba tuitera” en que el periodista John Carlin aborda la cuestión de los excesos expresivos de personajes famosos con los tuits (chistes de mal gusto, confesiones impúdicas, opiniones políticamente incorrectas, etc) y constata como son lapidados por la opinión pública a través de la red social.

Me agrada el artículo porque siempre he tenido prevención con twitter, no tanto como herramienta de divulgación, sino como escenario donde la improvisación de los actores puede pagarse cara, incluso de la puesta en escena del pasado remoto. Los cadáveres de twitter gozan de buena salud.

Suele decirse que la Ley de Sturgeon (escritor de ciencia-ficción) de que “el noventa por ciento de todo es basura” es aplicable a Facebook y Twitter, pero el otro diez por ciento que transita por esas redes sociales puede ser material explosivo en malas manos, pues de forma rápida e inconsciente los tuiteros confiesan sus enfermedades, sus filias y fobias, sus trampas y emociones o exponen información que se supone no debían conocer. O sea, material de alto riesgo y bajo el principio de que una vez expuesto “entrarás pero no saldrás”.

Por eso, prefiero definirme como bloguero más que tuitero, o sea, como prosista templado mas que poeta inflamado.

Veamos la conclusión del periodista y las recomendaciones que me atrevo a sugerir sobre este curioso fenómeno.

1. Termina el artículo:

¿Cuál es la conclusión? Partiendo de la premisa de que soy igual de culpable que cualquiera, propongo la siguiente: que las redes sociales pueden convertirse en armas de destrucción masiva para las reputaciones de las personas y antes de apretar el gatillo uno debería de respirar hondo, apelar más a la generosidad que a la vanidad farisaica que uno lleva dentro y reconocer que uno no posee ni la información ni la autoridad moral para enjuiciar a una persona de la que no sabe nada, y menos en 140 caracteres.

2. A mi juicio, la enseñanza que hay que sacar de estos episodios de twitter es mas amplia.

  • No debemos olvidar que la Red Social se ha convertido en un cadalso donde el pueblo lanza soflamas, acusaciones, insultos y críticas, sin las reglas de un juicio justo y sin apelación.
  • No deberíamos utilizar twitter para “opinar en caliente”. Puede ser que no hayamos reflexionado sobre ello, o que estemos en un contexto de jauría condenatoria, o que nuestro estado emocional (cabreado, quejoso, inquisitorial, etc) determine la respuesta por twitter. Prudencia. Gracián decía aquello de «lo breve si bueno, dos veces bueno» pero si hubiera conocido twitter habría introducido algún matiz menos generoso.
  • Tener presente que varios tuits encadenados pueden convertir el acto de lapidaciónred socialess tuitera en un circo donde todos los gladiadores luchan con uñas y dientes. ¿Cúantos emiten una opinión en twitter en una dirección pacífica y reciben una respuesta airada insospechada?, ¿cuántos intentan quitar leña al fuego y son abrasados por la espalda?, ¿cuántos evolucionan o cambian de opinión y no consiguen hacer oír su nueva voz?. De nada valen disculpas, pretextos o alejarse de la red. El tumulto se ensañará con nosotros.
  • La huella de un desafortunado tuit puede perseguirnos en el futuro y convertirnos en víctimas de nuestro momentáneo exceso (salvando las distancias, como cierto magistrado del Tribunal Constitucional que tuvo que dimitir por una noche loca de copas y velocidad en motocicleta, truncada por unos policías municipal). La anécdota se vuelve categoría con los tuits.
  • Debemos ser generosos al calificar a la persona que utiliza twitter y aplicarles la atenuante de temeridad, urgencia o impetuosidad. Se trata del bíblico “no juzguéis sino queréis ser juzgados”.
  • En definitiva, utilicemos twitter como una red de comunicación e información no como un lugar para desahogo de ocurrencias y griterío. Y pensémoslo dos veces, antes de teclear.

A nadie le gusta tener cadáveres en el armario, ni tuits acusadores. Un poco de prudencia no viene mal, porque eso de «todos lo hacen» no suele servir ante los Tribunales ni ante los juicios de las turbas.

Recordemos que no vale todo en las Redes Sociales y si se es un cargo o empleado público, la libertad de expresión tuitera se recorta.

vudú en las redes

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