El comer es un placer

El dulce reto de sobrevivir a las comidas de navidad

No deja de ser una paradoja que las comidas navideñas sean momentos entrañables (se aparcan problemas, se está con amigos y nos enfrentamos a las viandas con generosidad), pero que a veces nos remueven las entrañas de arrepentimiento por los excesos a los que nos dejamos llevar porque somos débiles.

En mi caso, “voy de oca en oca y almuerzo porque me toca” con un encadenamiento de almuerzos y cenas, que responden a una triple categoría. La de los amigos, la del trabajo (que no es incompatible con los amigos, evidentemente) y la de la reunión de grupo (promociones académicas, etc).

¡Y que no falten! Mas vale lamentarse por el exceso de convocatorias que por la soledad ante un teléfono que no suena.

El problema radica en que tales eventos pueden expandir mas de lo que el hígado, la cartera y el tiempo disponible pueden soportar. En tu contra juega si eres educado y agradeces que te inviten a asistir y aceptas. No digamos si  se tiene mucha vida social o múltiple proyección laboral, pues entonces se multiplican los ágapes de amigos, trabajo o promoción. Si por añadidura somos personas que disfrutamos la buena compañía,  el relajo festivo o la buena comida, pues nuestra debilidad nos lleva a embarcarnos en tan frenéticas bacanales.

El resultado es una situación en que  tras los buenos momentos sobreviene el “arrepentimiento sano”. Y digo “arrepentimiento sano” porque aunque siempre nos engañamos con el castizo dicho («Que nos quiten lo bailao») los excesos se pagan y provocamos un desequilibrio en nuestra rutina y lo que es peor, en nuestro estado físico.

 Se impone el contraataque.

 

1. No vienen más unos sencillos consejos (que confieso, son conocidos pero me resulta difícil poner en práctica), y que nos permitirán sobrevivir al “campo de minas” para la salud en que se han convertido estas fechas.

– Saber decir que no. Muy importante ya que hay ágapes en que tu presencia puede suponer  un mero “número” u otro comensal decorativo.

También hay que primar la propia “agenda” sobre la “ajena”.

Evento
¡ AMISTAD, DIVINO TESORO !

Si a veces nos alegramos por poder oponer la incompatibilidad de fecha para asistir a dos convocatorias navideñas a la vez… ¿por qué no primar nuestro propio criterio y decir con claridad y firmeza que lamentamos no poder asistir?.

Es cierto que la amistad, el trabajo o la vida social impone cortesía y deber de acudir a eventos que no nos agradan, pero eso no impide que no seamos selectivos y digamos “no, gracias, no es posible”. Nos sentiremos mejor y disfrutaremos más. Mas vale el pequeño trance de decir “no” de entrada, que comunicarlo en vísperas del evento o lo peor de todo, que arrepentirnos de haber acudido durante el almuerzo. Eso sin olvidar que también en estas fechas “la cartera” sufre asalto constante y una cena navideña va precedida de un aperitivo y seguida del ritual de copas, y después la resaca y como no, la economía maltrecha.

– Controlar la ingesta del evento. Moderación, moderación, moderación (a ver si repitiéndomelo como un mantra, lo cumplo). No se trata de pasarlo mal pues los eventos especiales requieren especiales ritos gastronómicos. Eso sí, basta con tres sencillas reglas que al menos personalmente intento seguir:

  • Moderar el consumo de alcohol, eludiendo sobre todo la bebida final de alta graduación, chupitos o champán y demás bebidas gaseosas (muy bonitas de color pero digestivamente terroristas). Para ello, simultanear el consumo de agua y vino es una buena técnica (no mezclado, claro).
  • Optar de segundo plato por pescado en vez de carne (ambos serán sabrosos, y si nos piden que optemos antes de la fecha, mas vale decidirlo antes con frialdad, para no volvernos atrás el día del ágape).
  • Ojo con el exceso de azúcar; nada de repetir pastel, bombones,etc. Uno de los mayores asesinos de la salud tiene por nombre Porundía y de apellido “Nopasanada”.
  • Compensar el exceso alimenticio con algo de ejercicio suplementario estos días: caminar más, subir las escaleras en vez de ascensor, etc.

No sé si se nota que lo digo como propia terapia, a ver si me convenzo y lo cumplo. Bienfabada está compartir estos consejos e insistir en ello. Que las fiestas navideñas son para disfrutar y no para sufrir el día después.

2. Por si os he abierto el apetito, comprobar la grandeza del cerebro humano y la certeza del fisiólogo ruso Pavlov (el que agitaba una campanita antes de darle a su perro las sobras de la comida navideña) ante la visión de este ligerito plato navideño al que gustoso os invito.

abadía deEso sí, regado con el espectacular tinto Abadía de la Arroyada, un ribera de Duero extraordinario, como el que nos acompañó en esta francachela con que celebramos la publicación de mi último libro.

Y de postre, me atrevo a recomendar mi último hallazgo gastronómico, si os apetecen los bombones mas delicados y sabrosos del mundo, artesanales y de calidad, que se ofrecen desde internet por un maestro de la repostería (laretas.es).

¡¡ FELICES FIESTAS, AMIGOS !!

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