Ha sido noticia la propuesta de plan de la Comisión Europea para que todos los espacios públicos de la Unión Europea (parques, hospitales, plazas, museos, etc) ofrezcan una conexión wifi gratuita antes de 2020 a cuyo fin se efectuará una inmensa inversión.
No sé si la noticia me alboroza o me estremece. Y me explico.
1. Me alboroza saber que el vehículo mas rápido e inmediato de información lo tendrán todos los europeos al alcance de la mano, en el parque o en el espacio público, donde podrán consultar de forma gratuita e inmediata (sin peregrinar implorando claves o sufrir gastos) sus dudas académicas, descargar o compartir imágenes, audios y vídeos, o convocar encuentros o mantener actividad en sus redes sociales de forma instantánea.
No se trata ya de la wifi doméstica, ni académica, ni en la parada del bus, ni hoteles y restaurantes que ofrecen el servicio adicional. Es algo mas ambicioso: el wifi global como meta.
En suma, el homo wifi llegará con su mochila virtual, con auténtico saber que no ocupa lugar, y que está ahí al alcance del click.
2. Pero me estremece pensar en lo que nos convertiremos en pocos años.
En ver los parques, hospitales, museos o playas con personas encorvadas, con los pulgares tecleando, la mirada fija en la pantalla, y sin comunicarse oralmente con otros seres humanos; quizá incluso comunicándose virtualmente con su compañero que tiene a un paso.
3. Me preocupa que si lo importante de un parque, una playa o un museo es que las personas desconecten y admiren la naturaleza o el arte… ¿qué necesidad hay de provocar esta “fuga virtual” hacia otros lugares?. No me imagino un tanatorio con wifi cuando es el lugar de íntima reflexión y testimonio de consuelo.
Aunque bien mirado, la justificación de algunas iglesias que ya tienen wifi gratuito las 24 horas es que es un anzuelo para que jóvenes o personas no religiosas acudan al templo.
4. Ese día del wifiglobal todo el mercado de la información se sacudirá pues todo espacio será un centro de emanar vídeos, canciones y documentos, y si la tecnología del smartphone avanza, como es previsible, posiblemente serán dispositivos elásticos que se desdoblarán para alcanzar el tamaño de un televisor o más, y poder en cualquier lugar alzar un pequeño escenario, y desde ahí asistir a un evento académico o lúdico lejano.
En esa situación solo quedará la fase de teletransportarse físicamente las personas o las cosas, que siempre me pareció de ciencia ficción, pero ya no me atrevo sinceramente a cuestionarlo.
Me temo que si Darwin hablaba de la selección natural de las especies, estamos asistiendo a algo mas rápido y sensible, como es la selección tecnológica de las especies, que si se une a los riesgos de la ingeniería genética, me temo que voy teniendo muy buenas razones para no financiar un plan de jubilación ni preocuparme por el futuro en general.
5. Por lo pronto, antes de que se me ofrezca la imagen de una tortilla de patata virtual, con un café virtual, en una compañía que no pueda conectar visualmente y en su plenitud, me voy a dar el gusto de apagar el móvil, tomar el periódico, y disfrutar del café y el artesanal pincho de tortilla.
Estoy tentado de filmar todo este íntimo ritual del “café con pincho” por si las generaciones venideras quieren conocer esos estúpidos tiempos en que la gente hablaba, comía despacio y era comida elaborada.
¡¡A vuestra salud!!
Vivo y Coleando 