Como dice cierto Nobel de Literatura cuya respuesta a la concesión del premio “está en el viento”, coincido en que los tiempos están cambiando, al menos, en cuanto corren tiempos de deshumanización en los servicios prestados por profesionales y empresarios.
Soy consciente de los beneficios de los adelantos tecnológicos en las grandes cuestiones (seguridad, sanidad y educación) e incluso de la facilidad de comunicaciones (mensajería) pero me pregunto si la suplantación de las personas por máquinas va en la dirección adecuada.
Y ello porque soy de una generación que hablaba con el tendero, que se movía y gesticulaba en la tienda, y que ahora comienza a sustituir la relación personal por la relación tecnológica con una maquina fría, muda y sin rostro.
1. Confieso que el pasado fin de semana me quedé perplejo al asistir con mis hijos al establecimiento de una multinacional de la hamburguesa y comprobar que ya no te atiende el pedido un empleado con gorrita tras un mostrador sino que hay que dirigirse antes a una máquina que va dando opciones (lechuga, salsa, tipo de pan, tamaño, etc) y el cliente va elaborando su propio pedido hasta que finalmente lo abona en la máquina; luego el cliente presenta el tique en el mostrador donde le espera la cola para recibir su pedido.
Supongo que con esta medida se ahorran sueldos de empleados y además se evita culpar a los camareros de los errores en los pedidos. También desaparecen las propinas de los clientes, e intuyo que cuando decide un niño tecleando con su dedito ávido su propio menú, el jueguecito lleva a consumir más y más caro para el cliente.
2. El precio de esta tecnología en el ámbito de la hostelería que es el foro clásico de debate y tertulia, con saludo cómplice al camarero, es que se deshumaniza la relación con el cliente. Suele decirse que el mejor psiquiatra es un camarero atento tras un par de copas en soledad, y me temo que las máquinas no podrán sustituirle.
El problema radica en que ya estaba familiarizado con los cajeros automáticos (que evitan entrar en las sucursales bancarias donde acecha el peligro de productos financieros e incluso cacerolas como anzuelo envenenado).
Ahora me he visto obligado a trabar relación directa con la máquina expendedora en la estación de autobuses e incluso en una gasolinera, sin olvidar las grandes superficies donde uno mismo teclea y paga su producto. En los tres casos estuve en trance de sufrir un colapso de impotencia por no conseguir el premio de recibir el servicio que intentaba pagar.
Además de forma imparable compramos libros por Amazon, objetos por Ebay y otras plataformas, y no conocemos el nombre del vendedor pues nos limitamos a teclear y pagar.
Van desapareciendo las personas y sustituyéndose por máquinas.
3. No quisiera parecer un ludita, aquellos artesanos británicos que en los inicios de la revolución industrial en el siglo XIX temían quedarse sin trabajo y destruían las máquinas. Sin embargo, lamento que los infantes y adolescentes de principios del siglo XXI, no solo se acostumbran a estar pegados a artilugios tecnológicos, a tener su móvil o tableta, sino que incluso esa mínima relación social en la compraventa les priva de la oportunidad del contacto humano, les niega la ocasión de cambiar impresiones y empatizar con un trabajador, y que les priva de ese modesto placer y saludable práctica educativa de saludar o dar las gracias a una persona, porque las máquinas son mudas o con voz metálica. ¿Acaso no es bueno el contacto visual entre cliente y tendero?, ¿no nos explicamos mejor ante un rostro que ante una máquina?, ¿debemos extinguir esta relación emocional entre cliente y profesional en tiempos en que avanzamos hacia la autosuficiencia en el castillo del hogar con ordenador y televisión como únicas ventanas hacia el exterior?.
Cuando vemos esa lucecita roja en las máquinas expendedoras de bebida que nos anuncia que se han agotado, realmente fue una idea del fabricante para evitar que cuando no salía la botella, el cliente la emprendiese a patadas. Ni siquiera se da al cliente el derecho al pataleo.
4. En fin, que el avance tecnológico en las relaciones comerciales que admito a regañadientes como sucedáneo práctico es el popular isidrín, que permite escanciar en la mesa “al gusto”. En cambio, todo lo que sea sustituir a una persona por una fría máquina, por mucha lucecita que ofrezca, me parece regresivo y pernicioso.
Se trata de un retroceso en las conductas de sociabilidad y de ahí a encerrarnos en el mutismo y el cabreo solitario hay un paso.
Quizá me estoy haciendo viejo y me temo que cuando lo sea tendré alguna máquina con teclas para indicarle la pastilla que debo tomar, para ver el documental que me apetezca o para saludar desde la pantalla a mis hijos que estarán al otro lado del globo enfrascados en otro artilugio más avanzado. El problema será como recordaré que tecla tocar, pero seguro que hay otra maquinita para ello. O quizá una maquinita para apagarme.
P.D. Este post fue publicado en su mayor parte por el Diario La Nueva España el pasado sábado, 22 de Octubre.
Que no se diga que no se avisa de a donde nos lleva esta inundación tecnológica.
Gracias por el artículo José Ramón.
El otro día oí en la radio que un experto en materia de pensiones se estaba planteando si no se le debería de obligar a las máquinas (o sea a las empresas que son propietarias de las mismas) a cotizar a la Seguridad Social, un poco en la base de que todo ese trabajo que están eliminando supone un perjuicio para las arcas de la SS. No va muy desencaminado.
Lo que debería de ser una suerte y es que eliminemos trabajos penosos para los seres humanos, se convierte en una maldición porque la riqueza que genera la innovación tecnológica no se redistribuye, lo que hace que unos pocos tengan cada vez más y el común de la población se empobrezca.
Dan ganas de hacerse ludita!
Felicidades por el artículo y buena tarde
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ESTIMADO JOSE RAMON,
ME HAN ENCANTADO TUS REFLEXIONES Y ME SIENTO MUY IDENTIFICADO CON ELLAS.
TU FINÍSIMA MEZCLA DE IRONIA CON REALIDAD (QUE PERMTEN DAR A ÉSTA UN CIERTO COLOR Y HACERLA MENOS CRUEL SIN QUE POR ELLO PIERDA UN ÁPICE DE VERACIDAD) JUNTO CON LA CLARIVIDENCIA DE LO EXPUESTO (ACERTADA MEZCLA DE FONDO Y FORMA), SIRVEN PARA CENTRAR Y PONER EN SU JUSTO PUNTO EL PROBLEMA.
EL USO DE MAQUINAS Y TECNOLOGÍA TIENE/N SENTIDO CUANDO SIRVE/N COMO COMPLEMENTO Y/O ALTERNATIVA «ADICIONAL/ES» PARA LA OBTENCIÓN DE UN MEJOR SERVICIO O BIEN.
SIN EMBARGO, EN LA PRÁCTICA SE HA CONVERTIDO, POR PURO INTERÉS Y COMODIDAD DEL PRESTADOR DEL BIEN O SERVICIO (REDUCCIÓN DE COSTES, SUELDOS, TIEMPO DE ATENCIÓN, ETC.), COMPLACENCIA DE LA SOCIEDAD (¿DONDE ESTÁ LA DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES, USUARIOS, TRABAJADORES Y CIUDADANOS?) Y PASIVIDAD DE SUS MIEMBROS Y REPRESENTANTES, EN UN MEDIO IMPUESTO, EXCLUSIVO E INSEGURO (PUES NADIE NACE APRENDIDO EN EL USO DE SUS INSTRUCCIONES) DE RECIBIR (A VECES NI ESO) UN «PEOR» SERVICIO O BIEN Y, NO POR ELLO, MÁS BARATO, NI MÁS RÁPIDO.
PUEDE QUE LA SALIDA NO ESTÉ EN HACERSE LUDITAS, ENTRE OTROS MOTIVOS, PORQUE ÉSTOS ERAN POCOS Y NOSOTROS -CONSUMIDORES, USUARIOS, ADMINISTRADOS Y TRABAJADORES- SOMOS TODOS, Y PORQUE, ADEMAS, NO SE TRATA DE ELIMINAR EL USO DE LAS MÁQUINAS SINO EL DE LIMITARLO A SER UN COMPLEMENTO NO SUSTITUTIVO DEL PERSONAL O EMPLEADO.
PERO SEGURO QUE SÍ ESTÁ: EN PONERNOS SERIOS, CRÍTICOS E INTRANSIGENTES FRENTE A ESTE TIPO DE SITUACIONES Y ABUSOS (POR OTRA PARTE CADA VEZ MÁS GENERALIZADOS Y EXTENDIDOS INCLUSO ENTRE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS); EN RECUPERAR LA CORDURA Y VOLVER LAS COSAS A SU SITIO NATURAL Y LÓGICO (SER ATENDIDOS POR UNA PERSONA CON EL QUE PODER ENTENDERNOS DEBE SER ALGO BÁSICO E INSUSTITUIBLE); EN EVITAR SER COSIFICADOS (SOMOS PERSONAS, NO BORREGOS, NI MEROS NÚMEROS) Y PASAR POR SITUACIONES TAN KAFKIANAS COMO LAS DENUNCIADAS EN EL ARTÍCULO (DECIRLE A LA MÁQUINA LO QUE QUIERES QUE TE PONGA, PAGARLE Y LUEGO PONERTE PACIENTEMENTE EN COLA PARA QUE TEN ENTREGUEN EL ENCARGO); EN EXIGIR A NUESTROS REPRESENTANTES Y AUTORIDADES (ARTS. 51, 35, 37 DE LA CONSTITUCION) UNA POSTURA ACTIVA Y BELIGERANTE A ESTE RESPECTO; Y, EN DEFINITIVA, EN CONCIENCIARNOS Y RECORDAR A QUIEN/ES PROCEDA QUE SOMOS (CIUDADANOS, CONSUMIDORES, USUARIOS Y TRABAJADORES) LA GASOLINA DEL SISTEMA Y QUE SIN NOSOTROS LA MAQUINARIA NO FUNCIONA.
FELIPE CHANETA
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O, simplemente, ejercer una resistencia pasiva…. No ir a gasolineras donde no hay personal (la verdad es que a mi me dan miedo las que son sólo de máquinas, por la soledad….); no acceder a cajeros automáticos de los supermercados; no pedirle al cajero la «comida» que inevitablemente alguna vez ingerimos en según que multinacionales….. La verdad, prefiero hacer cola, como una forma de mantener mis principios, al menos siempre que puedo, aunque alguna vez me he encontrado con miradas de incomprensión por parte de los propios trabajadores a los que pretendo defender….
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