Con ocasión de la recepción del Premio Cervantes 2016 el 20 de Abril de 2017 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, mi admirado Eduardo Mendoza ofreció un discurso sencillo, plagado de guiños personales y humor, en homenaje al Quijote y de los frutos de su lectura según las circunstancias del lector.
Así, para Eduardo Mendoza, el Quijote se revela como la naturaleza viva cuyo impacto en el observador depende de la estación del año, que guardan correlación con las etapas de la vida humana. Y así nos enlaza una pincelada de como se sentía el propio Eduardo como persona en cada etapa de su vida y lo que correlativamente le fascinó de cada lectura o relectura de El Quijote.
Nada de molinos ni galeotes, ni ínsulas, ni referencias al pobre Sancho. Un discurso que responde a un Quijote leído, releído, rumiado y vivido, porque para los lectores de tamaña obra, su lectura es un viaje percibido por los poros y que por la mágica pluma de Cervantes pone relieve histórico y en la mente de los lectores a personas que convierte en personajes… para la eternidad.
Veamos una rápida síntesis de las frases o perlas de tal discurso, donde acompasa lo que era con lo que le fascinó de la lectura, sin perjuicio de saborear el discurso en su integridad aquí.
Adolescencia (Primavera)
Lo que era:
La verdad es que don Quijote y Sancho no fueron bien recibidos. Nuestra imaginación literaria se nutría de El Coyote y Hazañas Bélicas y las sesiones dobles del cine de barrio eran nuestro Shangri-La. Pero el Siglo de Oro, francamente, no.
Lo que le fascinó:
Curiosamente, lo que me fascinó entonces no fue la figura de don Quijote, ni sus empresas y sus infortunios, sino el lenguaje cervantino (…) fue un bálsamo y una revelación. De Cervantes aprendí que se podía cualquier cosa: relatar una acción, plantear una situación, describir un paisaje, transcribir un diálogo, intercalar un discurso o hacer un comentario, sin forzar la prosa, con claridad, sencillez, musicalidad y elegancia
Juventud (Verano)
Lo que era:
Yo ya era lo que en tiempos de Cervantes se llamaba un bachiller, quizá un licenciado, lo que hoy se llama un joven cualificado, y lo que en todas las épocas se ha llamado un tonto.
Lo que le fascinaba:
Yo quería hacer como Alonso Quijano: correr mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos
Padre de familia (Otoño)
Lo que era:
Como don Quijote, había recibido algunos palos, ni muchos ni muy fuertes. Como Sancho Panza, me había apeado muchas veces del burro.
Lo que le fascinaba:
Descubrí y admiré el humor que preside la novela. (…) Un humor que no está tanto en las situaciones ni en los diálogos, como en la mirada del autor sobre el mundo. Un humor que camina en paralelo al relato y que reclama la complicidad entre el autor y el lector. Una vez establecido el vínculo, pase lo que pase y se diga lo que se diga, el humor lo impregna todo y todo lo transforma.
Senectud (Invierno)
Lo que era:
… antes padecía pequeños desarreglos impropios de mi edad y ahora estos desarreglos se han vuelto propios de mi edad.
Lo que le fascinaba:
Mi conclusión es que don Quijote está realmente loco, pero sabe que lo está, y también sabe que los demás están cuerdos y, en consecuencia, le dejarán hacer cualquier disparate que le pase por la cabeza. Es justo lo contrario de lo que me ocurre a mí. Yo creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, y por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo.
Y finalmente, Don Eduardo hace balance y de las lecturas nos muestra la grandeza de la novela y su función.
Ésta es, a mi juicio, la función de la ficción. No dar noticia de unos hechos, sino dar vida a lo que, de otro modo, acabaría convertido en mero dato, en prototipo y en estadística. Por eso la novela cuenta las cosas de un modo ameno, aunque no necesariamente fácil: para que las personas, a lo largo del tiempo, la consuman y la recuerden sin pensar, como los insectos que polinizan sin saber que lo hacen
En su día me ocupé de ofrecer las Claves sorprendentes del mundo literario de Eduardo Mendoza según sus propias palabras y que encierran lo que todo escritor novato debería tener presente y el escritor veterano no debería olvidar… además de releer El Quijote, claro.
Una delicia. Un auténtico festín de ingenio, sutileza e ironía bañado de inteligencia y humor. Gracias por invitarnos al convite.
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