Personalmente considero que los misterios esenciales del cuerpo y la biología están zanjados o remendados de forma satisfactoria en sus líneas maestras. Al fin y al cabo, somos células, fotones, reacciones químicas y otros reflejos mecánicos que explican el éxito de la medicina para corregir las disfunciones.
En cambio, el gran misterio que no está resuelto es el de la mente, y ya que es el mejor amigo del hombre (mas que el perro) pues me apetece reflexionar sobre ello, sin pretensiones de sentar cátedra sino mas bien de humildad pues reconozco que poco sabemos de quien nos dice lo que somos y como somos: la mente. 1.Ni los neurólogos ni los físicos ni los filósofos o religiosos saben explicar qué es la mente, ni si es una fuerza autopropulsada o manejada. Todos nos sentimos dueños de la mente, de eso que cuando pensamos nos dice discretamente que somos nosotros, y nos hace concebir la ilusión de que somos dueños del destino de este andamiaje corporal, y además nos hace experimentar sentimientos y emociones.
Sin embargo, ni los científicos encuentran donde está la “mente” ni qué da unidad al amasijo del cerebro para confiar el timón a esa “mente”. Esa misma mente que nos dice que hay otros, y que esos otros a veces utilizan su mente para algo que nuestra mente nos dice que es bueno o malo.
Usted siente la mente, la siente como propia y distinta de la del carnicero, el vecino o el jefe, pero no sabe donde está. Sí, ya sé que todos piensan que la mente está en la cabeza pero por mucho que se busca dentro con microscopios, ultrasonidos, láser y demás artilugios, no se sabe dónde está.
2. Cabe pensar tres cosas. Una, que “la mente” está en un lugar físico del cerebro y como tal es algo mecánico, físico o químico, producto evolutivo del que pocos sabemos.
Otra, que “la mente” está en un lugar espiritual e ideal, fuera del mundo físico.
Y por último, que “la mente” es sencillamente un nombre o etiqueta que al ser humano le proporciona la ilusión de que somos uno y que importamos a alguien. Tendríamos un cerebro evolucionado y un invisible timonel que reconduce a unidad toda la información sensorial o intuitiva.
Cualquiera de las tres respuestas es inquietante y no me satisface, porque el grandísimo problema es que para resolver esa cuestión de qué diantres es la mente, tenemos que utilizar a la propia mente. O sea, el enemigo dentro, pues es juez y parte.
3. Me impresionó la afirmación del Premio Nobel y descubridor de la estructura del ADN, Francis Crick, cuando efectuó en un viejo libro de 1994, La búsqueda científica del alma, un inquietante diagnóstico:
Usted, sus placeres y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su sentimiento de identidad personal y de libre voluntad, no son de hecho más que el comportamiento de un enorme conjunto de células nerviosas y de las moléculas que éstas llevan asociadas».
Especialmente atractiva me resulta la hipótesis de su colega y Premio Nobel Gerald Edelman (Sobre la materia de la mente, 1994) que distingue una Conciencia Primaria o conciencia animal y una Conciencia Superior. La Conciencia primaria brota en la fase evolutiva de primates, mamíferos y primeros homínidos, en que captan imágenes, sienten dolor y placer, y adoptan pautas de conducta, pero no tienen conciencia de individualidad ni de su pasado o futuro.
La Conciencia Superior brota en el Homo Sapiens tras la formación del lenguaje, el robustecimiento de la memoria y generación de la habilidad estratégica para apoyarse en el pasado y diseñar el futuro. Será el uso del lenguaje el que soporte lo que llamamos mente, esto es, pensar, hablar, escribir, imaginar y relacionar sensaciones y sentimientos. Los sentidos proporcionan información, el cerebro la procesa y la mente la interpreta.
No tengo respuestas, pero tengo la íntima convicción de que la mente existe, y que es importante el alimento que le demos.
Al fin y al cabo, la mente ( o lo que yo creo que me gobierna) es la que nos hace saborear las cosas, tomar decisiones, evitar peligros y conseguir placeres. Nuestra mente. La misma que nos permite evadirnos cuando soportamos un discurso aburrido o que nos sugiere que nos miente el que nos habla.
4. Buena prueba de que la mente existe es el sentido del humor que permite ver mas allá de la realidad y descubrir significados y claves insólitas, o la existencia de conciencia, en el doble sentido, de conciencia de ser uno mismo y conciencia del sentido ético.
En fin, es muy importante rodearse de mentes libres, ágiles, divertidas, mentes vivas, y no de mentes aletargadas. Está en juego nuestra salud mental.
Maravilloso. Pero es tan maravilloso como enigmático, y si de la mente es difícil hablar, mas dificultoso resulta ocuparse del alma. O sea, Primum vivere, deinde philosophari, y ya que va de latinajos, pues Carpe diem, o sea, ni anclado en el pasado ni suspirando por el futuro.
¿Has encontrado tu conciencia?
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