Acepto que en esta festividad comercial que procede de otras culturas como anticipo de las fiestas navideñas, hay buenas ofertas o chollos y que se mueve la economía con buenas cifras de negocios, pero no me gusta la manipulación descarada.
Es curioso que hasta la década de los noventa la referencia festiva eran básicamente las Navidades, el día del padre y de la madre y los cumpleaños familiares. En correlación con tales eventos los comercios ofrecían promociones o rebajas. Eran fechas que se esperaban, se celebraban y las economías domésticas se organizaban.
Ahora ya existe Papa Noel (junto a los Reyes Magos) y la fiesta de Carnaval, y ahora el Friday Black, o el Black Fraude, o el Viernes que nos pone negros…
Y no me gusta ese frenesí… Estas son mis razones
Porque como dice agudamente Pérez Reverte, «¿Por qué Black Friday y no Viernes Negro?… Puestos a ser gilipollas, seamos gilipollas en castellano».
Porque bajo el espejismo de un ahorro importante, compraremos lo que no necesitamos, o dejaremos de necesitar tras salir del comercio.
Porque el bombardeo publicitario es invasivo y fraudulento: “Solo por hoy…” (y realmente es durante el viernes, el jueves anterior y el sábado posterior, como mínimo); “Friday Black: 50% de descuento en todos los productos” (y luego ni es el 50% ni en todos los productos), etc.
Porque bajo el efecto-llamada de la publicidad del Friday Black incluiremos en nuestra ruta de fin de semana el paseo por tiendas y escaparates, y tanto va el cántaro a la fuente, que sucumbe.
Porque acudir a un centro comercial plagado de compradores ávidos provoca el efecto-imitación, y nos dejamos llevar por la corriente consumista como quien tararea la música de fondo.
Porque por mucho negocio que hagamos, quien se frota las manos es el comerciante, que salva su margen de beneficio y se libra de excedentes. En los grandes establecimientos, los ahorros mas grandes y tentadores son de productos mas antiguos, especialmente ropa o tecnología, y permite limpiar los almacenes para reponer novedades en Navidad.
Porque la coartada de gastar menos ahora en comprar lo que compraríamos en Navidades y Reyes es una ilusión, ya que nada nos librará de gastar antes, durante y después.
Porque lo veamos como lo veamos, es una festividad decidida en grandes despachos, bajo marketing de grandes empresas (que han conseguido embarcar a minoristas en el viaje), para las que los clientes somos ratoncillos que siempre perseguimos el queso. No hay que descartar que incluso los grandes comercios oferten artículo que han sido fabricados o adquiridos específicamente para el Viernes Negro (algo me dice que en China están ya fabricando “líneas friday”, de bajo coste y baja calidad, cara a colocarlos ese día, donde todo vale).
Ya sé que todos pensamos que no somos tontos, que nos controlamos, que sabemos comprar, que íbamos a comprar mas caro lo que el Friday nos ahorramos y que hacemos buen negocio. Bien está pensarlo, pero sin creerlo. Pensarlo así responde al conocido mecanismo psicológico de supervivencia del ser humano es convencerse de que sus decisiones son las mejores (el llamado sesgo de confirmación, que nos lleva a mantener nuestras teorías en las discusiones, o a convencernos de que el libro o película que nos aburre, o el gadget tecnológico que no usamos, fueron buenas adquisiciones puesto que hemos pagado por ello y nuestro interior se resiste a aceptar nuestra torpeza electiva).
Por eso lo más preocupante, y he sentido esas punzadas cuando me veía rodeado de una ávida multitud de otros compradores, es que en la resaca posterior comprobaremos que hemos comprado muchas cosas inútiles sin haber analizado fríamente ni si lo que ya tenía nos satisfacía, ni si lo nuevo que hemos comprado realmente lo usaremos más allá del desembalaje.
En definitiva, que pienso que mejor será que seamos dueños de nuestro tiempo libre y no lo gastemos en hacer cola para entrar en tiendas, en deambular por comercios en busca de la ganga, o en buscar frenéticamente el chollo. Eso nos convierte en una especie de buscadores de setas con calculadora, pero en un bosque artificial.
Ahora bien, allá cada cual. Respeto la libertad de elegir, pero también atesoro mi liberta de pensar sobre este evento.
Así y todo, visto lo visto, me temo que todavía veré en el futuro mucho más fruto de la imaginación y el marketing. Quizá algo así como el April Market, el mes de las compras frenético, o truco equivalente. O el Saturday White, para devolver las compras inútiles del Friday Black.
Pero lo que realmente me movería sería el Día sin comprar. Ese sí que sería bueno, porque no gastaríamos, disfrutaríamos de la familia, la lectura o el deporte, y no competiríamos con otros consumidores.
Fantástico artículo. Cuánto más lo leo, más de acuerdo estoy…
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Como siempre J.R. que razón tienes en tus acertadas reflexiones. Por ello no eres rarito. Los ciudadanos normales somos habitualmente manejados con esos hilos invisibles de la macro economía al servicio de unos pocos…los de siempre.
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Gran artículo. Lo que todos en el fondo sentimos aunque en algún momento nos dejemos llevar.
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Solo dos notas que añadir:
A) Pronto nuestros jóvenes hablarán a sus hijos del Black Friday como una de las tradiciones españolas de toda la vida, junto con halloween y otras figuras del santoral norteamericano. Será la prueba irrefutable de la facilidad con que se construye la memoria colectiva (lo digo en términos políticamente peyorativos).
B) Ya que el Corte Inglés lleva 20 años decidiendo cuando comienza la primavera ¿alquien tendría la amabilidad de pedirles que hagan llover?
Un saludo. No conocía esta variante del foro y me parece muy atractiva.
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Y después del «Black Friday», se va a asentar también como tradición el «Cyber Monday», que no es más que la misma locura pero centrada exclusivamente en las compras a través de Internet.
Añádase a lo expuesto, asimismo, que el «Black Friday» es una realidad denominada como un día de la semana pero se empieza a extender durante varios días, fenómeno que bien podría compararse al de los «ocho días de oro» de ciertos grandes almacenes. Días que ni son ocho -la promoción se acerca ya al mes de duración- ni son tan dorados como prometen…
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