No sé si los Reyes Magos, Papá Noel, el señor de los anillos o alguien jugando a la ruleta con nuestro planeta, me ha alegrado el día de hoy con mi regalo, pero lo he contemplado mirándome al espejo recién levantado y sentido realmente feliz por algo tan valioso…
Veamos.
- El regalo de estar vivo. Como decía la película “Amanece, que no es poco”.
- El regalo de no descubrir un dolor nuevo, una marca o una señal inquietante para la salud.
- El regalo de no escuchar en la radio matinal un agitado corresponsal con una ocurrencia peligrosa de Trump, Putin, Kim Jong-un u otros gobernantes que se creen con derecho a gobernar el mundo.
- El regalo de no tener un mensaje en nuestro móvil que incluya palabras inquietantes como: fallecido, Hacienda, multa, urgente, embargo, pérdida, etc.
- El regalo de tener una agenda con un puñado de nombres de amigos leales, donde no tienes que dar rodeos ni mas explicaciones que tus propios actos.
- El regalo de tener personas y personitas cercanas que quieres, adoras o necesitas, y que demuestran reciprocidad.
- El regalo de tener un trabajo estable en tiempos difíciles
- El regalo de tener esos miles de amigos callados que hablan al leerlos y que aguardan nuestra elección de la biblioteca.
- El regalo de contar con San Google, patrono de los curiosos y de los que nos gusta coleccionar respuestas.
- El regalo de contar con veinte euros en el bolsillo, esté donde esté, y que permite comprar el ochenta por ciento de las cosas que nos dan satisfacción, según la conocida regla de Pareto, en que el sociólogo y economista italiano afirmaba que la regla del 20/80 marcaba la vida, ya que el 20 por ciento de las causas produce el 80 % de los resultados (o lo que es lo mismo, cuatro quintas partes del esfuerzo que hacemos, de lo que compramos o tenemos, es irrelevante o prescindible).
Veamos algunos ejemplos de este importantísimo Principio de Pareto (20/80), con una flexible adaptación a la vida general. Por ejemplo, el 20 % de los productos de una empresa produce el 80 % de los beneficios; el 20 % de tu ropa la utilizas el 80 % del tiempo; el 20% de las noticias de un periódico son las que lees por completo mientras el 80% restante las pasas con simple ojeada; el 20% de las funciones de tu móvil, vídeo o artilugio te ocupan el 80 % del tiempo que lo utilizadas; el 20% de los vecinos de la comunidad provoca el 80% de las quejas; el 20 % de las celebraciones y fiestas te justifica asistir a un 80% de encuentros insulsos; el 20% del tiempo empleado en navegar por internet produce frutos que no encuentras en el otro 80%; el 20% de un libro o película justifica un 80 % indiferente; o ya que estamos en Reyes Magos, el 20% de los regalos nos ocupará el 80 % del tiempo frente a la indiferencia de los restantes…
O para ser realista, solo el 20 por ciento de este blog merece la pena, y de este artículo idéntico porcentaje sería aprovechable.
Por tanto, creo que el mejor regalo de reyes de hoy consiste en tener mas presente este principio de Pareto y la regla del 20/80, pues si el esfuerzo del 20 por ciento provoca el 80 por ciento del fruto, habrá que identificar ese esfuerzo rentable y actuar en consecuencia.
Debemos simplificar las cosas y sentar prioridades porque me temo que una cosecha del 20 por ciento de una vida, con un 80 por ciento de hojarasca, resulta manifiestamente mejorable.
Así que bien estará ser mas consciente del tiempo, de cómo lo empleamos, y de los beneficios reales de comprar un nuevo producto, de acometer un nuevo esfuerzo o reto, especialmente cuando me temo que ya llevo consumido el 80 por ciento de ese espectáculo que llamamos “vida”, del cual solo un 20 % ha sido realmente plácido y útil (si descontamos tiempos muertos, episodios negativos de zozobras y perjuicios, tiempos de ir o venir con errores y titubeos, eso que a veces calificamos de “pérdida de tiempo”, actividades de las que nos arrepentimos, etc).
Y es que lo triste sería que al término del balance de nuestra vida se dijese que “solo vivió el 20 por ciento, pues el 80 por ciento restante estaba en otras cosas”, aunque si ese veinte por ciento, fue “ a su manera”, como Frank Sinatra nos indicó, pues no estaría nada mal.
Excelente como casi siempre mi admirado casi tocayo. Le felicito por este otro blog , por el jurídico , y por su profusa e inagotable aportación a la felicidad del prójimo, la cual espero que revierta de una u otra forma en usted mismo.
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