Reflexiones vigorizantes

Practicar coaching sin saberlo


descarga   La primera vez que escuché la palabra “coaching” me vino a la mente por simplona asociación y escaso dominio del inglés, la idea de algo vinculado a coches o a cocinar. Una amiga me aclaró que el coach era un “entrenador” que te aconseja como solucionar tus problemas con disciplina y maestría, sacando lo mejor de tí, aunque parece que acudiendo al diccionario de la Real Academia resulta que es un consejero personal y profesional. Etiquetado con el laurel de «coach» pero consejero. O sea, alguien que te hace conocerte mejor y afrontar los problemas. Para robustecer el rigor de esa habilidad, que mi amiga calificó de ciencia (?) me dijo que la mayor parte de los actores de Hollywood y los grandes empresarios contaban con expertos en coaching.

Al oír esto me sentí aliviado porque yo no soy actor ni potentado, así que no necesito un experto en coaching.

Me asomé a ese confidente descarado que es google y la avalancha del coaching me inundó. Publicidad de coaching a mansalva, de cursos, de profesionales, de expertos, de personas con el secreto de la felicidad al gusto y previo pago. Artistas e intelectuales comentando las excelencias  de su coach.

Me quedé perplejo. No sabía si lanzarme a sollozar en soledad por mi ignorancia o sentirme feliz de haber sobrevivido sin haber contado con estos médicos del alma que son los expertos en coaching.

    Pero como a mi edad me he ganado el derecho a opinar con libertad, ahí va lo que pienso. Y que nadie se asuste de lo troglodita que puedo ser… claro que quizá se debe a que necesito un coach que me haga converso y civilizado…De entrada, creo que eso del coaching entendido como ciencia o disciplina, es una milonga de moda adornada de palabrería, perfume y autoridad.

images (5)Toda la vida han existido expertos en coaching, personas que sabían escuchar y aconsejarte. Unas veces eran sacerdotes, otras psiquiatras, otras un camarero mientras ahogas tus penas en alcohol (aunque saben nadar), y las más de las ocasiones, son tus allegados y familiares en quienes confías, o esos amigos íntimos que son pocos pero que te entienden y atienden.

Admitiré que quizá con el coaching me pasa como con la mecánica cuántica o las carreras de avestruces cojas, que lo que desconozco no me interesa y por ser un ignorante, pues no lo valoro debidamente.

Pero mas bien me temo que estamos ante otro bonito ejemplo de los tiempos revueltos en que vivimos y la búsqueda inquieta de brújulas.

EDA01FE4-D20E-49C7-AB649CDE509C5DA3_sourceI. Por un lado, revela que muchas personas, mayoritariamente potentados y famosos, desprecian las ciencias y tratamientos racionales y consolidados ( psiquiatría, psicología, terapias convencionales, etc) para aferrarse a un espejismo. Basta asomarse a las estanterías de libros mas vendidos para comprobar que despuntan las terapias alternativas, los manuales de autoayuda que ayudan al autor que los vende, los libros esotéricos que comparten secretos reservados, los “cursos de milagros” para que todos seamos milagreros, los libros de recetas para el éxito de todo quisque, como superar problemas o seducir con la garantía de miles de personas que proclaman a los cuatro vientos que lo han conseguido… Y el aval de su eficacia se ofrece en mención del número de ventas o lo que nunca falla, ser su autor graduado en Psicosonrisas o Master en Cosquillas por el Departamento de Espiritualidad Comparada de la Universidad de Tijuana de Abajo.

II. Ese crecimiento del coaching y similares, también pone de relieve la crisis del papel de las religiones, que eran el refugio de las personas para buscar consuelo o respuestas, y no cumplen tal misión.

III.Y por último, muestra que muchas personas son infelices o están descontentas o abrumadas con problemas, y como quien acude al dentista porque le duele una muela, cuentan con pagar por la felicidad, solo porque alguien cree que puede «venderle» la solución.

No deja de ser irónico que quienes beben de la fuente del coaching son como los que acuden a la baba de caracol para mejorar el cutis, o sea, quienes tienen tiempo para tener problemas y tiempo para buscar quien se los soluciones y dinero para pagarlo, claro).

En cambio no deberían buscar respuestas en el coach, muchas personas que mejor harían acudiendo a un psicoterapeuta o esperar un cambio de revés de su suerte, como el desempleado preocupado por llegar a fin de mes,  alguien abandonado por su pareja, quien sufre un sospechoso tumor, el que está preso de ansiedad y obsesiones, o quien está depresivo por no poder escapar de la rutina por cargas sociales o económicas, o el jefe que se siente un ogro, o el trabajador estresado. Sería triste que para solucionar su problema acudiesen felizmente a escuchar al pope de turno (coach) para escuchar el suculento remedio de que “el problema lo tienes en tu interior”, “tienes que ser emprendedor y tomar las riendas de tu vida”, “entrena tu mente en positivo”, “Saca tu potencial”, » Haz un plan estratégico de tu vida», “Si crees que mejorarás, mejorarás”.

A modo de ilustrativo ejemplo del producto, veamos  como se anuncia Bill Riedy, un coach certificado de EE.UU:

Al combinar las prácticas mentales, corporales y espirituales, puedes desbloquear un nuevo yo superior que pueda satisfacerte como nunca antes. Dispara tu «yo inferior» interno y ponte bajo una nueva dirección: la de tu «yo superior» interior. Déjame ayudarte en tu viaje.»

Magnífico. ¡ Alístate!. ¡¡ No seas tonto!!. Es difícil no dejarse seducir por estos mensajes o cantos de sirena.

Sin embargo, no creo que estén los tiempos para exorcistas a golpe de talonario. Tampoco creo que los expertos en coaching sean el pasaporte a la felicidad y que pagando sus servicios como quien paga por taxímetro se consiga renovarse y salir a comerse el mundo. Y por supuesto que no suplen los servicios de un psicólogo, aunque si el psicólogo está formado en coaching pues no perjudica de igual modo que si además fuese budista o violinista.

blogger-image--1781037967Los que me maravillan son los coach que bajo un barniz de honestidad alertan que no son psicólogos, psicoterapeutas ni psiquiatras ni médicos (¡ y es cierto!,¡¡ no lo son!!!) y confiesan que su papel es solamente escuchar pacientemente e intervenir al estilo zen, hablando poco, y preguntando con estilo críptico. O sea, la cuadratura del círculo: cobrar por ser invisible sin parecerlo.

Me recuerda unas viñetas ilustrativas de un comic que leí en mi infancia, y que me dejó huella. Se trataba de un joven preocupado por buscar sentido a su vida y había acudido a un guru, cruce de budista y hippie. El joven lo había dejado todo y le suplicaba le enseñase el camino a la felicidad. Cansado de sus insistencia, el guru le dijo: «La felicidad es un camino sencillo pero que debe cada uno buscarlo. Basta con recitar un sencillo mantra en soledad y dejando la mente libre. El mantra que debes repetir consta de tres palabras que los antiguos egipcios dejaron grabadas en las pirámides: “ Ok”, “ Ketón” y “Tosoy”. Debes recitarlas en tu camino de regreso, una y otra vez y te encontrarás a ti mismo”.»

El joven fue repitiéndolas con la sonrisa puesta «Ok, Keton, Tosoy”, “ Ok, Ketón, Tosoy”, “Ok ketontosoy”, “Oquetontosoy”.

La paradoja es que esos expertos en coaching cumplen el efecto placebo y muchos coaches confiesan sentirse mejor, iluminados y mas felices tras asomarse a estas reglas. O sea, que no puedo objetar nada para que cada uno sea libre de cómo emplear su tiempo, dinero y sueños.

Second-Chance-picOtra cosa es la libertad de pensamiento y que me permite afirmar que  el mejor coach del mundo es un buen libro de experiencias o vivencias de personas admirables, o una película que impacta y nos remueve, o escuchar la sabiduría de nuestros mayores por lo cierto de «el diablo sabe mas por viejo que por diablo«. Y en caso de que se busque un remedio mas rápido y simple, desvelaré el mejor coach del mundo: un buen amigo. E insisto en que sea «buen» y que sea «amigo».

Es aquí donde me percato que quizá esos potentados,actores o profesionales esnobistas quizá no tienen amigos u hombros donde apoyarse, lo que es razón para acudir y pagar a estos expertos en coaching que puedan decirles la verdad. Triste pero real.

Eso sí, debo reconocer que suena mejor decir: » Voy a mi clase de coaching» que «Voy a tomar una caña con un amigo».descarga (1)

 En fin, no soy experto en coaching ni en vender humo, aunque practico coaching sin saberlo, pues aconsejo y me dejo aconsejar, respetando la libertad, así que me limito a ofrecer enlatadas algunas de las reglas y consejos que son fruto de mi experiencia. De mi experiencia como profesional, como lector, como humanista, como padre de familia, como deportista, amigo de sus amigos, como viajero de este viejo planeta y como superviviente de tiempos turbulentos.

Lo he plasmado en mi último libro No somos muebles de Clickea (Como montarse una vida feliz y sana en tiempos revueltos) (Ed.Amarante,2017),  que el próximo viernes, día 23 de Febrero de 2018, a las 19,30 horas ( ya sé, 23F, mala efeméride), será presentado en la Librería Gaztambide. C/ Meléndez Valdés 52. Metro Argüelles. Madrid, Sois bienvenidos.

No solo contaré con la festiva presentación a cargo de esos dos divertidos juristas y humanistas que son Ana Caro Muñoz e Ignacio Gavira Tomás, sino que tendré ocasión de firmar y dedicar los libros que interesen, como es habitual, en contexto de sonrisa y alegría, que para eso se nos regala el don de la vida.

¡¡ Bienvenidos!!

P.D. ¡ Ah! Como he recibido alguna solicitud, confirmo que gustosamente enviaré una dedicatoria personal a quienes no puedan acudir al acto y adquieran un ejemplar, pudiendo solicitármela a kontencioso@gmail.com

2 comentarios

  1. Que gran razón tiene. Vivimos tiempos brumosos y ambiguos. De una desorientación y falta de referentes alarmantes. Y una ignorancia colectiva que favorece la estupidez y, con ello, el retorno de los charlatanes de toda la vida, hoy, llamados coach(arlatanes). Y es que, como decía Chesterton “cuando el hombre deja de creer en Dios, no es que no crea ya en nada, es que cree en cualquier cosa”.

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