Claves para ser feliz

Pensando en positivo, lo bueno aguarda

butterfly_thinkingHace años mi hijo mayor jugaba al fútbol como alevín y se estrenó con un equipo de fútbol local y modesto. Modesto en medios y modesto en frutos. El caso es que el primer partido, con su equipación flamante, y un puñado de padres deseosos de aplaudir desde las gradas, la derrota fue contundente: “42 a 1”. Sí, yo tampoco creía que un resultado así era posible en el fútbol ni tirando ambos equipos a la misma portería.

El caso es que me vi caminando de vuelta con mi hijo, pasándole la mano por el hombro y diciéndole aquello de “No pasa nada”,Es el comienzo”, “Ya sabes que lo bueno es que ahora solo podéis mejorar pues es imposible ir a peor”. Me escuchaba con la cabeza baja, y después de todos mis cartuchos de filosofía barata y buen rollo, me replicó, “Lo sé, papa, pero no es divertido y yo quería divertirme. No enfadarme”.

Me desarmó…

39561819-think-positive-businessman-surrounded-by-negative-thinking-people1. Según el psicólogo Martin Seligman, la diferencia entre un optimista y un pesimista se reduce a la forma en que perciben los sucesos que les afectan. Los optimistas ven todos los eventos, tanto malos como buenos, como temporales (“ esta vez tuviste suerte”), no generalizan (“A veces se gana y a veces se pierde”) y reaccionan activamente, implicándose personalmente (“A ver como lo solucionamos en el futuro”). Los pesimistas, en cambio, ven los incidentes como permanentes («Nunca ganaremos»), universales («Todos nos ganan”) y reaccionan culpándose («No sirvo para esto”).

Lo cierto es que la experiencia enseña, antes o después, que todos los problemas pasan y el que resiste gana.

Reconozco que esa distinción entre entre personas optimistas y pesimistas, encubre una simplificación excesiva, pero muy útil en la práctica, pues intuitivamente casi todos optamos por rodearnos de personas luminosas antes que apagadas, y me atrevo a añadir que existe una correlación natural entre ser optimista y estar vivo, como la hay en ser pesimista y estar aletargado.

2. Seres vivos y aletargados. Los seres vivos sonríen, miran a los ojos, hablan sin necesidad, ayudan y se dejan ayudar, crecen como personas. Los seres aletargados no sonríen, no miran a los ojos, no gastan energías en pedir por favor o dar las gracias, no saludan en pasillos y ascensores, no ayudan espontáneamente y no crecen como personas.

Mire a su alrededor y reparta esas etiquetas en su fuero interno para sus vecinos, compañeros de trabajo, amigos y conocidos. Es más, me temo que el colectivo de aletargados va creciendo en estos tiempos en que:

  • images (28)el contacto social personal se desplaza hacia el contacto social virtual,
  • en que no nos percatamos que las «redes sociales» son mas «redes» que «sociales»,
  • y en que estar en una sociedad de consumo donde a golpe de click, Amazon o cartera, todo se obtiene, parece que no necesitamos a los demás

3. Parece que la juventud de hoy que serán los adultos del mañana, apuntan en esa dirección. Ya sé que aquí muchos reivindicarán que la juventud sigue siendo solidaria y que adora el contacto personal, y no digo que no sea así en la mayor parte, pero me temo que existe una parte significativa (ojo, significativo, es que siendo menor, no es lo suficientemente pequeña como para ignorarlo) que tiende a la apatía, a la búsqueda del aturdimiento, a los paraísos momentáneos y a despreciar el valor de una conversación mínimamente trascendente.

Aquí, me viene a la mente el séptimo consejo de Bill Gates a la juventud:

Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

How-to-think-positiveVale, como soy optimista y no debo generalizar, acepto que esa actitud no es solo propia de los jóvenes (como tampoco hay que etiquetarlos de rebeldes sin causa) sino que los que ya no somos tan jóvenes (pero más cascarrabias por no ser jóvenes) deberíamos también dar ejemplo.

4. Y aquí va el ejemplo, pues todo lo dicho, viene al caso porque hace unos días fui a una joyería de Salamanca a cambiar la pila del reloj de pulsera, una tienda pequeña en que no había entrado en toda mi vida. La señora que me atendió, no solo me espetó unos sonoros buenos días acompañados de una sonrisa, sino que cumplió su labor y tras cobrar me dijo: “Además de joyera soy relojera, y si tiene algún día un reloj que reparar ya sabe donde estaré para intentarlo”. Tras esta este elegante reclamo de negocio, se despidió con agudeza: “¡Que tenga un estupendo día y cuanto menos mire el reloj será señal de que es usted feliz!”.

Me sorprendió agradablemente esta atención. Me imaginé que si actuasen con similar cortesía y calidez todos los camareros, carniceros, dependientes, abogados, oficinistas, funcionarios o profesionales con relación directa con los clientes, actuasen así, posiblemente la sociedad en su conjunto, como suma de las partes, seria mejor y mas feliz.

También supuse que tenía razón la dependiente, pues si todos mirásemos menos el reloj y el smarthphone, sería revelador de que teníamos menos problemas y además sería el camino para ser más felices.Captura de pantalla 2018-09-22 a las 17.32.37

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