Cuando asisto a la polémica por el traslado de la tumba de Franco, del nacionalismo en Cataluña o incluso sobre el Brexit, me basta contemplar a gran escala la cuestión para darme cuenta de lo pequeño que es el ser humano que se ocupa de cosas pequeñas.
Lo digo tras leer un impactante fragmento del físico Marcus Chown (“El Universo en tu bolsillo”, RPA, 2019). Dice así:
El cerebro humano pesa casi un kilo y medio y cuenta con unos 100.000 millones de neuronas (una cifra que, por una pura casualidad, coincide aproximadamente con el número de estrellas que hay en nuestra galaxia, con el número de galaxias que hay en nuestro universo y con el número de personas que han vivido durante toda la historia de nuestro complejo planeta.
Varias cosas me llaman poderosísimamente la atención.
Primera, la mágica coincidencia de las cifras en lo pequeño y en lo grande (tantas células neuronales como estrellas de la Vía Láctea y tantas como galaxias, y además tantas como personas han habitado la tierra desde el origen de los tiempos). Será casualidad, será el juego matemático de las grandes cifras, pero da que pensar.
Segunda, me hace pensar en el número de personas que han vivido en nuestro planeta. Supongo que considerará persona desde que existe el homo sapiens (con origen en África hace unos 300.000 años), pero recuerdo que leí –aunque no sé donde– que la estimación del número de ascendientes que tenemos cada ser humano desde el año 0 (nacimiento de Jesucristo), con factores correctores según la longevidad e indicadores de supervivencia, solo llegaría a 74 (“solo” es un espejismo dado que una cadena de padres a hijos tendría muchos eslabones). De hecho, no hace mucho la revista Muy interesante se hacía eco de una investigación que había logrado reconstruir el árbol genealógico más largo del mundo y que comprendía las vidas de aproximadamente 13 millones de personas, retrocediendo un promedio de 11 generaciones. En todo caso, da que pensar, cuando nos referimos a nuestros padres, nuestros abuelos o los ecos de nuestros bisabuelos, y nada sabemos de los tatarabuelos o si remontándonos diez generaciones nuestro antepasado cuidaba caballos para Felipe IV, si era un trovador o esclavo en Panamá.
Tercera. De los fríos datos de los 100.000 millones de neuronas y 100.000 millones de estrellas y 100.000 millones de galaxias, deriva que el ser humano del siglo XXI, tan crecido con la tecnología, con sus juguetitos y robótica, con sus viajes a la vuelta de la esquina espacial, somos microscópicos. El ser humano es una partícula subatómica en el universo y lo mas inquietante es que nosotros somos gigantes en los que habitan otras partículas subatómicas y así sucesivamente. Inquietante.
Es llamativo comparar la similitud entre una foto de la galaxia y una toma de la células del cerebro. Todo parece estar conectado y todo parece tener alguna armonía. Lo que resulta pretencioso es que el ser humano sea el centro del universo y que podamos percibirlo.
Que cada uno saque sus consecuencias, pero al menos merece la pena pensar en ello. Y sobre todo, no dramatizar por las cosas que se escapan de nuestro pequeño núcleo cercano y valioso de relación (amigos y familiares), o que son cosas materiales y como tales prescindibles.
Pero también nos obliga a cuidar de nuestro planeta, frente al calentamiento global, la degradación de la naturaleza y otros desastres debidos a la mano del hombre, porque no sería bueno tener el triste honor de poner fin a un planeta mágico y a la cadena de antepasados.
Todo es importante. Lo de Cataluña también. La Sentencia está llena de fallos y los argumentos para no aplicar la rebelión realmente desafortunados. Qué tendrá que ver la probabilidad del resultado (gnosis) y la intención de resultado?? Acaso para que haya (o deje de haber) intención dolosa es necesario que se juzgue como probable un resultado? Tú eres Magistrado y sabes la importancia y trascendencia de lo que hacéis y de vuestros posibles fallos. El tamaño del cerebro es importante, juzgar bien también. Un abrazo y gracias por la diversión intelectual. Un poco de fresco (y para mí la ciencia es frescura), fuera de bromas, siempre viene bien.
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Extraordinaria reflexión. Magnífico artículo. Gracias.
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Pues sí, Señor Chaves, las preocupaciones y miserias sobre las que edificamos nuestras vidas carecen de todo sentido cuando descubrimos que nuestro planeta, el mundo en el que nacemos y morimos, está siendo sacrificado y destruido. Y no seamos ilusos porque la burbuja de bienestar y seguridad en la que vivimos (nosotros los afortunados) no nos salvará.
Que una adolescente (de 16 años) con síndrome de asperger («el asperger me hace pensar y ver las cosas fuera del marco tradicional, no me creo mentiras fácilmente, puedo ver a través de esas mentiras») haya sido la voz que mejor lo haya entendido, comunicado y denunciado, dice mucho y nada bueno de esta sociedad (¿mundo civilizado?) y debería hacernos reflexionar y cambiar drásticamente de rumbo.
Las explicaciones, argumentos y críticas de la niña -Greta Thunberg- no pueden ser más ásperas y duras, ciertamente, pero no por ello menos lúcidas y oportunas, pues la supervivencia no tiene tiempo para cortesías y disculpas. Veamos algunas: «La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es 10.000 veces más rápido de lo normal» «Es la crisis más importante a la que humanidad se ha enfrentado jamás (…) -pero- tenemos capacidad de reacción (…) -porque- cuando tomamos conciencia (del peligro), actuamos, cambiamos».». «No son lo suficientemente maduros (los gobiernos, las grandes potencias y, en general, quienes mandan en el mundo) para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros, los niños» «Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, sin embargo, les están robando su futuro ante sus propios ojos». «Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano. Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven?». «Quiero que escuchen a los científicos. Y quiero que se unan detrás de la ciencia. Y luego quiero que actúen”…
Dos conceptos resumen lo que hasta ahora ha sido la humanidad: supervivencia (luz, inteligencia y creación) y devastación (oscuridad, brutalidad y destrucción). Y uno el primer principio de la naturaleza: la autoconservación. ¿Hay alguna duda sobre qué camino elegir? Pues, entonces, pongamos detrás de la ciencia y actuemos.
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Excelente artículo.
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