La palabra “bellaco” tiene origen añejo pero cobra actualidad en su significado según el Diccionario de la Real Academia: “Que es malo moralmente y ruin”.
Esa palabra me viene a la mente con mi asombro ante las noticias de atrocidades cometidas por personas que sin la tibia justificación de un pasado marginal, ni mediar una enfermedad mental, ni sufrir estado de necesidad, demuestran una tremenda frialdad y desprecio por las personas.
Así asisto frente al televisor a imágenes escalofriantes de un joven que arrastra a una mujer para robarle el bolso, dos mujeres que rajan el brazo de un anciano para arrebatarle el reloj, dos ciudadanos enzarzados en brutal pelea por conflicto de tráfico, o las noticias de violaciones en grupo de jóvenes previamente aturdidas, hijos que maltratan a sus padres, etcétera.
Sin embargo existen otros bellacos en sociedad que posiblemente, como los psicópatas, no cometen delitos porque no tienen necesidad, o porque no tienen ocasión.
Me viene a la mente lo que decía Voltaire de que todos predicamos la moral pero muchos se olvidarían de ella si alguien les propusiese enriquecerse inmensamente solo con confirmar desde lejos la muerte de uno de los cientos de millones de ancianos chinos en una lejana provincia, si se garantizase que nadie se enteraría de que era el responsable.
También en la película Cowboys de ciudad se mantiene un diálogo sobre la infidelidad entre dos hombres maduros: «Imagínate», dice uno de ellos, «que aterriza una nave espacial. Una mujer despampanante emerge de la nave. Haces el amor, y ella regresa a Marte. No hay consecuencias. No es posible que nadie se entere. ¿Lo harías?».
Pero ya en la realidad mas cotidiana, les pregunto: Si estuviesen en el aparcamiento de un supermercado como Mercadona y encontrasen al lado de su coche un carrito cargado de compras, sin rastro del dueño que evidentemente lo olvidó…¿ lo acercarían a la zona de caja para que su olvidadizo propietario lo recuperase, o se lo llevarían aprovechando la ocasión?
No es un acertijo, sino un desahogo personal. Este post va dedicado a los que responderían que se lo llevarían si tuviesen ocasión, así como al bellaco que hace dos días, aprovechó para llevarse mi carrito de compra en Mercadona. Es cierto que me lo olvidé pues tuve que colocarlo en una esquina para poder sacar el coche de un espacio estrecho y, ya fuere por eso de la edad, por estar enfrascado en otros pensamientos, lo cierto es que me lo olvidé. Soy responsable, culpable, distraído o algo peor, pero lo que no podía imaginar es que regresando en apenas diez minutos, y tras indagar dentro y fuera del supermercado por el carrito, la rapiña de algún malnacido tuvo su fruto.
Es cierto también que, sacando fruto positivo del incidente, este error me obliga a estar mas atento, y me hace mas humilde y tolerante con los errores ajenos. Pero también me decepciona pensar que en la sociedad pululan estos aprovechados, que no son gente marginal, sino alguien que tiene su coche y va al supermercado y como nadie le ve, pues aprovecha y se lo lleva, a sabiendas de que tiene dueño y no son observados. Sin plantearse si era el carrito de una ancianita o alguien que no llega a fin de mes ( no era el caso, pero el malnacido no lo sabía).
Me temo que estos malnacidos no interiorizaron aquéllo de «no hagas a los demás, lo que no te gustaría que te hicieran». Me preocupa también que puedan ir con la cabeza alta por la sociedad, exigiendo, o peor aún, educando a sus hijos según sus «principios», que por lo visto, son «finales».¿Qué sistema educativo o social hemos creado en que prima la tentación de aprovecharse en perjuicio ajeno?
En lo que se equivoca el mangurrián es en dos cosas. En lo de que nadie le ve, porque yo sí creo en que tenemos una conciencia que se activa y cuando menos lo esperamos nos susurrará acusaciones. Y en lo de que quedará impune su felonía, porque sin entrar al karma ni magias varias, por alguna razón el mundo tiende al equilibrio, y antes o después, sufrirá la penitencia, pues como dice el refrán “Dios da sin palo ni piedra”.
Claro que también puede pensarse que la pérdida de mi carro (como diría Manolo Escobar) fuese la respuesta a alguna maldad que cometí en mi pasado; tendré muchas cosas negativas y de las que arrepentirme, seguro, pero lo de quedarme con lo que no es mío, no es una de ellas (de hecho, soy de esos cándidos que si me cobran de menos en un restaurante, lo indico, porque si no lo hiciese, no tendría fuerza moral para reclamar cuando me cobran de más).
Así y todo, la mejor enseñanza de la pérdida de mi carrito es que no conseguirá cambiarme, como no lo consiguió quien tomó prestado mi paraguas sin avisarme en la biblioteca y que determinó mi Carta abierta al caradura que se llevó mi paraguas.
Me gustaría hacer un experimento con cámara oculta. Alguien en un banco del parque, con paseantes en las proximidades; ese alguien se levanta y se va sin percatarse que se deja en el banco un flamante libro; posiblemente la mayoría de los paseantes le alertarán a voces para indicarle el olvido.¿Sería igual la respuesta si ese alguien se aleja dejando un móvil sobre el banco y un solitario paseante se percata de ello?.
Ética, educación y conciencia. Tan valiosa pero tan difícil de sembrar…
Me esfuerzo por pensar que no vivo en un mundo lleno de malas personas, egoístas…, descubro en bastantes ocasiones que , hay numerosas personas que van a lo suyo, a sus propios intereses, sin empatía… y hace poco actúe generosamente para después descubrir que había sido ingenua. Desde entonces, me he propuesto que, llegado el caso , me cogeré una cuarentena para pensármelo,… Es triste.
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En el parking de los supermercados, en no pocas ocasiones, hay cámaras de video. Si fuera el caso merecería la pena comprobarlo y, si está grabado, acudir a la policía e intentar pillar al jeta, no por recuperar nada sino por que no lo vuelva a hacer.
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