Lecturas y libros

La vida sabe mejor si leemos más y ganduleamos menos

niño leyendoViajo con frecuencia en los autobuses que van de Oviedo a Coruña y viceversa, donde ofrecen prensa variada y gratuita a los pasajeros. En la inmensa mayoría de los viajes soy su único lector. La inmensa mayoría de los viajeros se queda ensimismada, con la mirada perdida o conectado con música a sus teléfonos móviles. Libros en sus manos, poquísimos.

El fenómeno se me repitió en el tren del AVE saturado de Valencia a Madrid donde me fijé cuantos leían el vagón: un pasajero el diario Marca y una chica algo parecido a una novela. En la estación de Atocha hay un pequeño establecimiento de la FNAC y siguiendo mis inquietudes me fijé que dos estanterías se dedicaban a discos y otros dos a libros, pero las que captaban la atención era las centrales dedicadas a artilugios electrónicos.

En el avión alguno (y cuando digo “alguno” no pasaba de la media docena) leía u hojeaba un libro o una revista.

El balance es desolador. Me lleva a pensar en la avidez con que en mi infancia y adolescencia leía libros, releía los pocos que podía pagar, los compraba en librerías de segunda mano y me sentía feliz si algún pariente me regalaba un ejemplar aunque fuese sobre el misterio de Fátima o sobre la cría de la chinchilla. De adulto he mantenido ese hábito y estoy en período de transición (más bien coexistencia) hacia el libro electrónico (aunque la lectura del periódico impreso siempre me parece seductora y digna de defensa).

Y dado que tampoco consigo cautivar a mis hijos con el placer de la lectura, pese a lo que yo considero hábiles estrategias no coactivas, me parece oportuno intentar dejar claras las razones por las que creo que la “lectura” es un hábito deseable y que no debe quedar “a extinguir”, considerando la lectura muy distinta de la mera actividad de comprar libros ocasionalmente en aeropuertos o junto con un semanario, y que están llamados a ser paseados o colocados en estantería pero no leídos.

Por eso, en un esfuerzo de “reconquista” para intentar evitar la decadencia en tan noble hábito, intentaré ofrecer las razones poderosas para leer, aunque paradójicamente los que las leéis por este solo hecho demostráis que os gusta la lectura, y en cambio nunca las leerán los que ni leen este ni otro blog ni libro alguno.

1. Es un placer asequible y accesible. No solo el precio de los libros ha caído y existen ediciones rústicas a precios de café con churros, sino que la red de bibliotecas públicas son inmensos panteones donde aguardan los libros como Lázaros para que alguien les diga aquello de «¡Levántate, y anda!». Muchos libros, actuales, gratuitos y además con préstamos temporales por largo tiempo.

2. Los libros de ensayo son almacenes de conocimiento a nuestro alcance. El autor tiene la propiedad intelectual de la forma en que se expresa y nos lo cuenta, pero “lo que nos cuenta” podemos apropiárnoslo en nuestra mente y recrearnos con ello, y reutilizarlo en un sinfín de ocasiones.biblioteca

No deja de sorprender como de adultos nos preocupamos de “olvidar” nombres y datos, pero no nos preocupa dejar de alimentar nuestra memoria, al no leer ensayos. Y no se diga que los ensayos son aburridos porque hoy día hay ensayos amenos, divertidos, humorísticos, serios, ilustrados gráficamente… sobre cualquier materia imaginable, y de cualquier tamaño.

Es curioso que parecemos sentirnos cómodos con el buscador de Google, que tiene la ventaja de la rapidez pero tiene el inconveniente de la información fragmentada, no verificada y desordenada. En cambio desdeñamos un librito de ensayo sobre gastronomía, biología, deporte, ciencia o cultura, en que su autor normalmente nos ofrecerá una dosis de conocimiento ordenada, razonada y que pasará a ocupar las estanterías de nuestro cerebro de igual forma.

Me sorprende a veces escuchar a personas que les gustaría asistir a una conferencia (a la que no irán porque siempre hay excusas buenas para lo que no se quiere realmente hacer) y que rechaza la posibilidad de acceder en vivo a una “conferencia” leída, con la ventaja de que el lector puede dosificar cuanto tiempo se informa y cuando descansa.

3. Los libros de narrativa son viajes cómodos hacia las experiencias de otros. Hay muchas vidas que condensan el fruto de sus experiencias en libros (viajes, experiencias empresariales, prácticas religiosas, iniciativas lúdicas o sociales, etc).

Y el que escribe intenta dejar huella de lo que considera realmente interesante y digno de transmitir, con lo que nos ahorra a los lectores todos los momentos y senderos aburridos o incómodos, de tales experiencias, para ofrecernos la esencia de las mismas.

Conozco personas que confunden “viajar” con hacer colas, zampar en restaurantes locales y tranquilizar la conciencia con una visita rápida a los monumentos típicos. Paradójicamente no se molestan para optimizar el viaje con consultar algunas guías, leer algo de historia del país o de las características de la pintura, escultura o edificación. Es cierto que la libertad es bella y si alguien se siente feliz con este autoengaño pues estupendo, pero lo que me gustaría subrayar es lo fácil que se enriquece la visita con una lectura previa del lugar a visitar. Y no me refiere del folleto turístico sino algo más.

4. Leer robustece las aptitudes de lenguaje y capacidad de expresión. Ni mas ni menos. Cargar el depósito de hábitos imaginativos, referencias textuales, vocabulario, situaciones y conocimiento. Y quien cuenta con mas recursos lingüísticos, como quien tiene mas titulaciones académicas, es quien tendrá mas papeletas en la ruleta de la fortuna y del éxito en la vida.pasion lectura

5. Leer fortalece las habilidades cognitivas, para pensar, imaginar y razonar. Enfrentarse a construir en nuestra mente el mundo imaginario que el novelista nos cuenta o a descifrar el misterio de una novela de suspense o captar el guiño humorístico de una novela de humor, o la belleza musical de una poesía, son ejercicios sencillos que nos robustecen la capacidad de razonamiento. Y es cierto que muchos no leen y son inteligentes, por supuesto, pero también es cierto que si además leyesen posiblemente su potencialidad iría mucho mas allá.

6. Leer es reforzar la capacidad de empatía y comprender a los demás.

Cuando se leen las opiniones o experiencias de otros, comprendemos sus razones y en la vida cotidiana nos volveremos mas tolerantes y menos radicales.

7. Propicia la sociabilidad. Somos mas sociables y es más fácil aceptarnos socialmente.

Aunque hay personas introvertidas, normalmente los aficionados a la lectura son buenos conversadores; personas abiertas, con imaginación y respuestas con las que demuestran saber estar. No es algo premeditado. Muchas lecturas van sedimentando y cuando menos se espera, en una conversación, tertulia, reunión o contacto ocasional, aflora la palabra justa, la frase ingeniosa o la referencia que demuestra a los demás que aportamos algo y que nos conecta emocionalmente.

imaginacion8. Tenemos muchas preguntas en la vida, sobre nuestro rumbo emocional o espiritual, y una fuente de respuestas está en los libros. ¡Aprovechemos a calmar nuestra curiosidad!.

9. ¿Estamos aburridos?. Los libros son un buen antídoto frente al aburrimiento y pasaporte a la diversión. Bien está pasear y hacer deporte, pero si el tiempo atmosférico no ayuda, si no podemos salir del hogar… ¿por qué no asomarse a otras mundos que nos proporcionen placer mental, relajo y distracción?. Ya me referí a algunos libros que me parecieron mágicos por la capacidad de provocar la sonrisa y la carcajada que te aleja de los problemas cotidianos.

El empresario de éxito americano Jim Rohn comentó que “La gente de éxito tiene grandes bibliotecas; el resto, grandes televisores”. Me parece una frase gráfica y extraordinaria. No deja de sorprender que todos conocemos la fábula de la cigarra y la hormiga, y no queremos percatarnos del tiempo que dedicamos a mirar embobados la televisión en vez de dedicarlo a la lectura, mientras otros lo emplean en formarse o entretenerse leyendo.

Las ventajas de leer sobre la televisión son numerosas: nosotros elegimos el “programa lector” y cuando lo vemos, no tenemos anuncios y además podemos llevárnoslo a cualquier lugar (fuera del salón o en el parque o autobús).

10. Normalmente tomamos decisiones por nosotros mismos, o alumbramos ideas reflexionando en soledad o comentándolas con nuestros amigos o compañeros próximos. Sin embargo, desdeñamos la posibilidad fácil de contrastar las ideas en las fuentes literarias, donde posiblemente nuestro itinerario mental ha sido seguido por otros que nos comentarán el resultado y donde podríamos encontrar senderos inexplorados que cambiarían nuestras vidas. ¡Cuantos podemos decir con orgullo que hay libros que han cambiando nuestra vida, nuestra forma de pensar o de relacionarnos!

11. Hay otros mundos en las páginas de los libros. Somos seres humanos sociales que convivimos y nos rodeamos de quienes coinciden con nuestras ideas o planteamientos vitales, y la manera de salir del círculo cotidiano es asomarse a los libros. Ya comenté que hay vida ahí fuera, mas allá de estar conectado a los móviles o intenet, y un atajo son los libros.

12. Leer alivia del estrés. Problemas laborales, problemas de conciencia o familiares. Hay que escapar a veces del bucle de pensamientos obsesivos y para ello hay que intentar zambullirse en una novela atractiva, que nos cautive y otorgue un descanso temporal. No falla.

13. Leer nos facilita la capacidad de escuchar, atender y concentrarnos. Quien lee sabe “escuchar” al autor a través del libro. Quien se concentra en hábitos de lectura no tendrá dificultad para concentrarse en hábitos de otras actividades. Vivimos en un mundo donde la rapidez y espontaneidad de las redes sociales (chat, whatsapp, twitter, etc) conducen a lo intuitivo, a lo irreflexivo…vela

14. Son la receta sencilla para dormir plácidamente. Si asistimos a una película bélica, policía o de tensión, o con el noticiero televisivo, posiblemente nos aguardarán sueños alborotados y descanso poco relajante. En cambio, leer antes de acostarse, eligiendo una lectura de tema divertido, bucólico y amable, con el sonido e impacto de nuestra imaginación, propiciaría un estado mental de reposo.

15. Leer mantiene activa la mente y ello combate como es sabido, o mas bien retrasa, el Alzheimer o la demencia senil pues la lectura contribuye a fortalecer las redes neuronales.

Llegados aquí, seamos francos… ¿cuántos libros recuerda haber leído en los últimos tres meses?; ¿y en el último año?. No me lo diga, pero si ha tardado mas de treinta segundos en contestar me temo que tendrá que poner remedio, y nunca es tarde si la biblioteca es buena.

Quizá si arrancamos con un poco de disciplina y desterramos la cómoda excusa de «no hay tiempo» podamos recuperar el hábito mental mas productivo desde que Gutemberg lo puso al alcance de los ojos.

Y además es fácil «divorciarse» o dejar plantado al libro que no nos guste: se deja apartado sin remordimientos y se empieza otro.

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