Leo una espléndida entrevista a Ricardo Rivero Ortega, en que muestra su actitud y percepción como Rector de la Universidad de Salamanca, de la crisis sanitaria y socioeconómica en tiempos del Estado de Alarma.
No se trata aquí y ahora de valorar su gestión académica, ni su magisterio como Catedrático de Derecho Administrativo, ni las medidas concretas que ha adoptado en relación a la crisis, ni de agradecer su amistad que me honra, sino de compartir con ustedes este vivo ejemplo de lo que es el liderazgo, control y altura de miras que todos esperamos en los políticos en esta situación.
Me reconforta saber que hay personas que no pierden la brújula, que son generosas y comprometidas socialmente, por lo que bien está aprender de los buenos ejemplos.
Veamos.
Lo curioso no es la serenidad y claridad de ideas que rezuma el joven Rector sino su noble actitud ante el grave problema, asumiendo sus posibles errores y responsabilidades, algo que por desgracia no abunda en la clase política ni en la vida cotidiana. Veamos esta ejemplar actitud en algunas de sus respuestas:
Todos los responsables públicos intentamos desde hace ya meses tomar las decisiones correctas para proteger la salud, cumpliendo con nuestra obligación.
Subrayo lo de «cumpliendo con nuestra obligación». Una precisión que no sobra pues demuestra la coherencia que debe exigirse a todo el que asume un cargo público, que debe ejercerlo a las duras y a las maduras, y para eso se jura o promete acatar la Constitución.
Si en algún momento una decisión mía se consideró equivocada, lo siento. Me ofrezco por supuesto a dar explicaciones sobre todas las circunstancias que la precipitaron. Nadie tiene toda la razón. Y debo reconocer que yo me equivoco muy a menudo. Pido disculpas por todos los errores que he cometido durante estas semanas tan difíciles.
Pese a lo difícil que es acertar pilotando un buque cuando se produce una tormenta perfecta, la sencillez y actitud de quien acepta mansamente los errores es algo admirable. Frente a la tendencia humana de sostener el acierto con más vehemencia que razones, de no admitir errores o de culpar a otros, el Rector nos da una lección de valentía. No menos digno de aplauso resulta el añadido de brindarse para dar todas las explicaciones.
La empatía y la inteligencia colectiva nos ayudan a tomar buenas decisiones, pero ninguna persona individual puede presumir de estar en lo cierto. Debo confesar que me paso horas y horas dándole vueltas a todas las medidas que debemos tomar, las decisiones de los próximos meses.
He aquí una virtud de sabios: la empatía, colocarse en los zapatos de los demás, mirar para ver, oír para escuchar y sentir lo que los demás sienten. Y como no, añade una confesión personal que le enaltece, cuya realidad me consta, que se pasa los 1.440 minutos del cada día preocupado por encontrar la salida del laberinto, los menores estragos para la población y los mayores beneficios para su universidad. El Rector sabe que los minutos no usados no se pueden guardar ni regalar, y los emplea con admirable productividad al servicio de todos.
Nadie estaba preparado para gestionar una crisis como la que estamos viviendo. Los factores a ponderar en cada momento son muy complejos, e incluyen perspectivas de corto, medio y largo plazo. Escuchar a los expertos, actuar con sentido común y evitar poner las cosas peor son buenas guías.
Buena receta. Escuchar a los expertos y actuar con sentido común. Los dos mandamientos del líder sensato.
Quien crea que se puede decidir mucho antes, no comprende la complejidad del momento
Efectivamente. Los grandes problemas no se resuelven con precipitaciones ni ocurrencias. Un aplauso por decidir a corto plazo puede ser una tragedia a medio y largo plazo. El buen gobernante decide cuando tiene elementos para decidir, no cuando su meta es la cosecha de votos electorales.
Agradezco siempre un dato: La mayoría de los docentes y los estudiantes han estado y están a la altura de las circunstancias, realizando un esfuerzo extraordinario para adaptarse.
El problema es de todos. Y el Rector reconoce que solo con el sacrificio y esfuerzo de todos se sale del problema colectivo. Y no le duelen prendas en agradecerlo públicamente.
Personalmente he decidido cancelar cualquier plan de vacaciones para este verano, así que estaré pendiente de todo, pero por supuesto no tomaré ninguna decisión que pueda afectar a las condiciones de trabajo de nadie sin la consulta y aprobación de los órganos de representación de la plantilla, porque muchas personas están trabajando el doble o triple de lo habitual en este contexto, y tienen derecho a descansar. Dicho esto, los servicios que sean necesarios para la prestación del servicio público tendrán que estar operativos, claro.
No hay vacaciones para el líder comprometido. Un ejercicio de responsabilidad y compromiso. Recuerda la frase de Marie Curie: «No debemos quedarnos en lo que hemos hecho, sino en lo que nos queda por hacer».
Es un momento para la equidad. Necesitamos más becas para estudiantes que han visto variar drásticamente la situación económica de sus familias. Mucha más equidad en la educación superior, más recursos para los estudiantes que lo necesiten(…) Nadie debe quedar atrás
Hay que pensar en el día después, y esforzarse en ayudar a quien no tiene ayuda. Y no queda en vana palabrería pues hace unos días era noticia que el propio Ricardo Rivero, aportará un diez por ciento de su sueldo como Rector en los próximos meses a un nuevo fondo creado por la institución académica para ayudar a estudiantes con necesidades económicas por los efectos de la crisis del coronavirus. Todo un ejemplo que debería ser generosamente secundado.
Y para finalizar una frase que encierra una filosofía personal y de solidaridad altamente encomiable:
Si estamos juntos y somos responsables, evitaremos los peores daños. Hemos perdido personas queridas. Quiero trasladar una vez más mi pésame y acompañar en el sentimiento a quienes más han sufrido la enfermedad y sus consecuencias, y toda mi solidaridad también con quienes sufren el desempleo, el cierre de negocios, la incertidumbre. Ahora debemos ser solidarios y trabajar unidos. Muchas gracias a quienes ayudan. Gracias a toda la comunidad universitaria y a la sociedad responsable.
En fin, ahora se comprenden mejor las significativas palabras de Winston Churchill: «El precio de la grandeza es la responsabilidad». Y añado, que en esta crítica situación del Estado de Alarma, todos tenemos nuestra responsabilidad en nuestra parcela y como ciudadanos que vivimos en sociedad. Aquí cabemos todos, pero todos tirando del carro.
Magnífico ejemplo del rector de la universidad de Salamanca que nos enseña la guía de todo buen servidor público, el interés general por meta y realizado con prudencia e integración de todos los miembros de la comunidad universitaria. El auténtico líder de forja en los momentos difíciles y aquí tenemos a un líder que es el primero en ponerse al servicio de los demás. Felicidades y que cunda el ejemplo ….
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Felicidades a esté rector, es humilde, y da ejemplo!!
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Gracias por tu GRAN EJEMPLO siempre¡
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En la víspera del desembarco a Normandía, el general Eisenhower, comandante en Jefe de la fuerzas aliadas, llevaba escrita la siguiente declaración jurada en el bolsillo de su pantalón: «en caso de que haya algún fallo o fracase la invasión, asumo personalmente toda la responsabilidad del fracaso, que no debe achacarse a nadie más que a mí».
Eisenhower tenía fama de general mediocre. Había suspendido el examen de ingreso en la fuerza naval, entró en West Point por los pelos (el candidato que le precedía suspendió en la prueba física), no llegó a estar en el frente durante la I guerra mundial (pues le encargaron el entrenamiento de reclutas) y cuando EEUU entró en la II guerra mundial no había tenido mando directo de tropas. De hecho era conocido con el nombre de «el improbable». Pero, amigo, tenía dos cualidades que le hacían único. Por una parte, su grandeza para asumir personalmente los fracasos. Por otra, su capacidad para apaciguar, coordinar y compatibilizar a todos sus colaboradores (que, sin su intervención, se hacían la vía imposible, priorizaban su ego y llevaban mal).
Ike llegó a ser Presidente de los EEUU y, lo que es más difícil, fue estimado y admirado de forma generalizada por sus conciudanos.
En estos tiempos inciertos y oscuros hacen falta muchos Ricardo Rivero Ortega que le tomen el relevo. Le felicito por ello.
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