tragedia

Nos hundimos deprisa y Ucrania también

En la medianoche del 14 de abril de 1912 el mayor transatlántico del mundo chocó contra un iceberg en el océano Atlántico y comenzó a sufrir vías de agua mientras el pánico invadía a pasajeros y tripulantes, clamando ayuda. El último telegrama enviado por la sala de radio del Titanic que recibió el buque SS Birma decía literal y parcamente: «Nos hundimos deprisa. Pasajeros subiendo a botes». Conocemos el desenlace, que he recordado ante el impacto de Ucrania con esa mole de hielo oculta bajo la superficie que es la voluntad de Putin.

Pero me inquieta y enfurece la situación. Tengo que desahogarme. No quiero creer lo que está sucediendo:

Un gobernante pone en peligro la paz de la humanidad.

Observamos con impotencia la masacre que se acomete y culminará en Ucrania.

Asistimos a los ruegos desesperados de un presidente electo democráticamente.

Escuchamos las mentiras de un ególatra que nunca ha sido de fiar y ahora no vacila en engañar a sus ciudadanos y otros gobiernos, sin pestañear.

Nos acostumbramos a informarnos de los muertos en la guerra como de los muertos del covid-19.

Escuchamos a los líderes de gobiernos europeo y americano hablar con palabras con “más ruido que nueces” mientras el maléfico Putin habla con armas que hacen “más daño que ruido”.

Nos enteramos de que se ha censurado la información libre en Rusia y de que los ciudadanos rusos no se enteran de la realidad y gravedad de lo que pasa.

Escuchamos el “parte de guerra” y cambiamos el canal hacia deportes, películas, cuando los ucranianos, que antes que eso, son seres humanos, no pueden cambiar de canal y salirse del snuff-movie en que son protagonistas.

Vemos desde el sofá muerte, destrucción, desplazados, bombardeos… y apagamos el televisor antes de irnos a dormir plácidamente.

Familias rotas, voluntarios para defender su país, inocentes que huyen de la guerra, hundimiento de todo lo que era la vida diaria de gente que solo quería paz.

Nos percatamos que el derecho internacional es papel mojado cuando no se quiere cumplir, y que el derecho del más fuerte o del más temerario puede vencer a los inocentes.

Nos damos cuenta de que nunca falta idiotas que justifican el horror, la violencia y la tiranía, que como Nerón tocando la lira ante el incendio de Roma, se creen más listos que los demás, cuando la realidad es tan horrorosa que no hay excusa.

Nos solidarizamos con querer detener la guerra, pero tememos que nuestra implicación suponga perder viandas, viajes y calidad de vida, cuando los ucranianos pierden la vida, lo que tienen y lo que podrían tener.

Nos insensibilizamos ante lo que sucede con nuestros vecinos porque somos capaces de disfrutar del jolgorio del carnaval, cuando en Ucrania se vive una tragedia. ¿Nos hemos vuelto psicópatas a tiempo parcial? ¿Podemos esconder la cabeza como el avestruz aunque sentimos el trepidar del suelo por la carrera del león hacia nosotros?

La historia se repite, y no aprendemos. ¿Debemos creer que es más listo y hábil un despreciable ex agente de la KGB, que la treintena larga de gobernantes democráticos en esta terrible partida de ajedrez? ¿Tiene EEUU un plan B?, ¿China va a dar ejemplo?, ¿nadie del entorno de Putin es capaz de removerle de la silla? ¿Europa seguirá profiriendo balidos de cordero ante el lobo?

Pese a las dudas, quiero creer que “los buenos” saben lo que hacen y que “los malos” cometen errores y no ganan. Quiero creer que detrás de la desinformación que todos sufrimos hay personas formadas e informadas que conseguirán la cordura y la paz. No sé como ni me interesan los medios, pero me gustaría el resultado de la paz para el pueblo de Ucrania, para Europa y para el mundo.

Sin embargo, cada vez que me asomo a las noticias, el pesimismo me invade. Me temo que, posiblemente la peor de las pesadillas se consumará y Kiev será tomada, Ucrania convertida en un campo de concentración invisible y un gobierno ilegítimo devolverá el pulso vital al país, como un zombie estatal, porque el pueblo ucraniano jamás olvidará la afrenta y difícil será pasar página. Los testigos oculares de la tragedia estarán muertos y se reescribirá la historia del atropello bélico.

Pero el problema de valorar la situación del día después lo tendremos los europeos y estadounidenses. ¿Tomaremos buena nota de la actitud del gobierno de Putin o poco a poco los países irán olvidando y los gobiernos levantando sanciones y volviendo a acariciar a la bestia que aparenta mansedumbre hasta la nueva dentellada?

No puedo menos de transcribir la carta que dirigió en 1939 Gandhi a Hitler cuando expandía su territorio dominado avasallando a los Estados limítrofes, y que parece tener por destinatario al Putin desbocado que no quiere escuchar razones:


Esta muy claro que es usted hoy la única persona en el mundo que puede impedir una guerra que puede reducir a la humanidad al estado salvaje. ¿Tiene usted que pagar ese precio por un objetivo, por muy digno que pueda parecerle? ¿Querrá escuchar el llamamiento de una persona que ha evitado deliberadamente el método de la guerra, no sin considerable éxito? De todos modos, cuento de antemano con su perdón si he cometido un error al escribirle.

A continuación Ghandi se acerca a la bestia como San Francisco al lobo de Gubbio:

Sus escritos y pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no dejan lugar a dudas de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana, especialmente en la estimación de personas que, como yo, creen en la amistad universal. Me refiero a actos como la humillación de Checoslovaquia, la violación de Polonia y el hundimiento de Dinamarca.

Soy consciente de que su visión de la vida considera virtuosos tales actos de expoliación. Pero desde la infancia se nos ha enseñado a verlos como actos degradantes para la humanidad. Por eso no podemos desear el éxito de sus arma.

Y añade algo que anticipa la situación del pueblo ucraniano:

… ningún expoliador puede lograr sus fines sin un cierto grado de colaboración, voluntaria u obligatoria, por parte de la víctima. Nuestros gobernantes pueden poseer nuestra tierra y nuestros cuerpos, pero no nuestras almas. Pueden tener lo primero sólo si destruyen por completo a todos los indios: hombres, mujeres y niños.

Es cierto que no todos podrán llegar a tal grado de heroísmo, y que una buena dosis de temor puede doblegar la revolución; pero eso es irrelevante.

Pues si en la India hay un número suficiente de hombres y mujeres que están dispuestos, sin ninguna mala voluntad contra los expoliadores, a entregar sus vidas antes que doblar la rodilla ante ellos, habrán mostrado el camino hacia la libertad de la tiranía de la violencia.

Añade una lúcida advertencia que parece tener por destinatario a Putin:

Me asombra que no perciba usted que esa ciencia –de la destrucción- no es monopolio de nadie. Si no son los ingleses, será otra potencia la que ciertamente mejorará el método y le vencerá con sus propias armas.

Además, no está dejando a su pueblo un legado del que pueda sentirse orgulloso, pues no podrá sentirse orgulloso de recitar una larga lista de crueldades, por muy hábilmente que hayan sido planeadas.

Por consiguiente, apelo a usted, en nombre de la humanidad, para que detenga la guerra. No perderá nada si pone todos los asuntos en litigio entre usted y Gran Bretaña en manos de un tribunal internacional elegido de común acuerdo. Si tiene éxito en la guerra, ello no probará que usted tenía razón. Sólo probará que su poder de destrucción era mayor. Por el contrario, una sentencia de un tribunal imparcial mostrará, en la medida en que es humanamente posible, cuál de las partes tenía razón.

Y se ultima con un ruego y clamor que todos elevaríamos al jerarca ruso:

¿Es demasiado pedir que haga un esfuerzo por la paz en un tiempo que tal vez no signifique nada para usted personalmente, pero que tiene que significar mucho para los millones de europeos cuyo mudo grito de paz oigo, pues mis oídos pueden escuchar la voz de millones de personas mudas?

4 comentarios

  1. Supongo que a todos nos preocupa la situación, porque la tenemos más cerca de lo que podamos imaginar. Un país europeo, en el que sus ciudadanos, un día estaban yendo al trabajo y al siguiente tenían que esconderse y protegerse o huir de la barbarie de un ególatra.
    La solución no se atisba fácil, pues en las negociaciones, el diálogo no existe si uno de los interlocutores no quiere dialogar, si solamente pretendes imponer.
    Está claro, que la solución más adecuada debería partir del propio pueblo Ruso, pero es un pueblo amordazado por el tirano por lo que difícilmente veremos movilizaciones que conduzcan a un «Putin «y final.
    La solución más viable, y quiero pensar que se está llevando a cabo, es negociar con los que apoyan a Putin callando. Creo que China tiene en sus manos el interruptor de esta guerra, que como todos los países, también está viendo perjudicado su crecimiento económico por los efectos de la guerra.

    Siempre es un placer leerlo.

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  2. Pues sí, mi admirado y desconsolado José Ramón, el casco de la Humanidad, ese que transporta a quienes creen en la amistad y la dignidad universales, está zozobrando y a punto de irse a pique. Sin embargo, en esa inmensa sábana brillante llamada mar (antes pilar, soporte de vida, tranquilidad y longevidad; hoy lápida mortuoria, abismo, terror y agonía), se divisan algunas pequeñas barcas, harapos de vela y restos desgreñados de madera que, pidiendo al cielo misericordia, resisten. Son el alma de la humanidad. Nuestro bien más preciado y su última esperanza. Y tienen el firme propósito de resistir. Al hilo de lo anterior, he rescatado de la memoria esta historia de bandos y guerra –leyenda o real-, ocurrida en el Sacro Imperio Romano Germánico, que les narro.

    Tras la muerte sin descendencia del emperador Enrique V en 1125, estalló la guerra civil entre güelfos, partidarios de Lotario, duque de Sajonia, y los gibelinos, seguidores de Conrado, duque de Suabia. Cada uno nombró a su propio emperador: Conrado III y Lotario II. Aunque la guerra terminó en 1135 con la sumisión de Conrado III, las tornas cambiaron en 1137 al morir el emperador Lotario II, pues Conrado III fue elegido emperador del Sacro Imperio frente a Enrique el Soberbio, heredero de Lotario. Aún así, las hostilidades no cesaron y Conrado III sitió en 1140 el castillo de Weinsberg en Baviera. La resistencia de los sitiados fue tan pertinaz y valerosa que Conrado resolvió desviar el río Sulm para privarles de agua. Comoquiera que no ello no bastó para doblegarles y el asedio se prolongaba en exceso, el emperador lanzó un ultimátum: a menos que os rindáis, voy a demoler la ciudad, quemar vuestras casas y pasar a todos a cuchillo.

    La contestación de los cercados no se hizo esperar: Los hombres de Weinsberg no tenemos miedo a morir y estamos dispuestos a seguir luchando. Incluso a ver cómo se destruye el castillo y se queman nuestras casas, pero no a ver cómo mueren nuestras mujeres e hijas, que al fin al cabo no eran combatientes. Así que, suplicamos que se les perdone la vida y se les permita abandonar el castillo. Conrado aceptó y también cedió en la petición de ellas de llevarse sus bienes más preciados siempre que los transportaran ellas mismas, sin ayuda de animales o carros.

    A la mañana siguiente, cuando las puertas se abrieron, los soldados atacantes se quedaron estupefactos al ver a todas las mujeres salir con sus bienes más preciados cargados a sus espaldas: sus maridos, padres, hijos, hermanos…

    El emperador pasó de la indignación a la admiración, y decidió que aquella muestra de amor e inteligencia merecía una respuesta del mismo calibre: les perdonó la vida a las mujeres, a los hombres… y decidió no destruir la ciudad. Las mujeres de Weinsberg salvaron a los hombres y a la ciudad. Y la fortaleza fue rebautizada popularmente con el nombre de Weibertreu («Fe de la mujer»).

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      1. El malagueño Vicente Jiménez Ifergan ha viajado a la frontera de Ucrania y fletado un autobús con capacidad para 47 personas con el objetivo de recoger y trasladar a Málaga a familias de refugiados ucranianos que huyen de su país.

        Ésta es una de esas destartaladas embarcaciones -que refiero en mi comentario- en las navega y resiste el alma de la humanidad. La suya, como es tan peculiar, sigue distinta estrategia -carta de navegación- para llegar al mismo destino. Transporta su reflexión, rabia y compromiso allí donde permanece indolente el alma de humanidad…hasta agitarla, despertarla, convencerla, hacerla reaccionar y ¡lograr sumar nuevas almas para la causa!

        Aunque ningún deber es más urgente que el de devolver las gracias, soy yo y todos sus lectores el/os único/s deudor/es. Ojalá que todo lo que nos da le sea devuelto multiplicado. Y que su barca aguante todos los embates y nunca se hunda. Está en juego la supervivencia de la Humanidad.

        https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2022/03/05/fleta-autobus-47-plazas-trasladar-63468377.html

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