Cuando me preguntan de donde saco el tiempo para embarcarme en tantas aventuras, me apetecería responder que soy un aprendiz al lado de mi admirado José Ramón Alonso Peña, un Leonardo Da Vinci del siglo XXI, que no solo es un prodigioso investigador y neurólogo, además de ensayista y ameno divulgador científico, sino que tiene el don de la sensibilidad que se manifiesta en su trato humano y delicadeza expresiva.
Viene al caso porque he leído la crónica de la gestación de su último libro, Botánica insólita (2017), en que el autor sacude su memoria (espolea su hipocampo, como dirían sus colegas) y nos confiesa las fases de ideación, la búsqueda de ilustradora y de editor.
No romperé el suspense pero confieso que me ha seducido acompañar al autor en su pasión por la botánica, y su periplo editorial, así como maravillarme de su discreta complicidad con una ilustradora con mayúsculas, Yolanda González, de mayúsculas ilustraciones.
Admiro la capacidad de José Ramón Alonso para convertir las ideas en realidades y los sueños en prodigios, y disfruté muchísimo leyendo esta sencilla crónica sobre la creación de su Botánica insólita, que en sí mismo es el ejemplo vivo del florecimiento de una idea tras la buena simiente.
No dejen de leer esta breve crónica, que sinceramente creo que no decepcionará. Pocas veces uno se tropieza con un puñado de líneas donde se cruza la narrativa, el ensayo, la biografía y el cuento, formando un trenzado tallo de una mágica habichuela por la que el lector trepa hasta elevarse a las nubes de lo mágico, de lo que embelesa.
Como me encantó ese texto, aquí lo comparto. Y lógicamente con tal pedestal o hermosa presentación, la estatua de la obra tiene que ser prodigiosa, de manera que ante un título sugestivo como es Botánica insólita, con un autor de excelencia probada, me abalanzaré hacia su adquisición, lectura y degustación.
El autor confiesa que «quise que fuese un libro para durar, para abrir muchas veces, que fuera hermoso, que te hiciera disfrutar» y a fe mía que lo ha conseguido:
Botánica Insólita es un libro especial, hecho por un equipo de personas que todavía cree en los libros, en la belleza, en la cultura, en que hay un lector que lo entenderá, lo valorará y se lo llevará a casa o lo regalará a alguien a quien quiere. Porque este libro, como todos los que merecen la pena, es una historia de amor.
Para abrir boca aquí se ofrece incluso un capítulo de aperitivo que pide más.
Ya me empieza a cansar este autor cuya sencillez de nombre es inversamente proporcional a la riqueza de su colosal obra, quien nunca ha conseguido defraudarme ni personal ni intelectualmente, y cuyo ejemplo demuestra que sabiduría, humor y generosidad pueden estar encerradas en la misma botella de un genio genial.
¡ Enhorabuena, Maestro ! Aquí va un brindis a tu salud y por el nuevo vástago literario…
Vivo y Coleando 
Comparto de pleno la admiración por JR Alonso, uno -en realidad el mejor- divulgador científico en habla hispana. Su obra, deliciosa e inabarcable, es digna de un Leonardo Da Vinci, como bien apuntas.
Y si se permite sumar alguna virtud adicional, yo destacaría la humildad y el compromiso social de JR. Es una persona que con su ejemplo, nos contagia a los que lo tenemos cerca de optimismo por cambiar un poco este mundo y dejárselo mejor de lo que nos lo hemos encontrado a los que vienen detrás. A mí, personalmente, es una de esas personas que me ha cambiado la vida, me ha abierto los ojos e iluminado mil caminos.
Salud, don Chaves.
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Muy amable, Daniel. Gracias
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