Casi todo el mundo dispone de un móvil y bien está que no se lean las instrucciones por aquello de correr a teclear y aprender practicando. Lo que no parece aprenderse espontáneamente son las reglas de cortesía que debieran aplicarse en su uso.
El teléfono móvil nos acompaña a todos, pero no hay obligación de usarlo y no es un arma para groserías o para perjudicar a inocentes.
Suele decirse que el móvil es el cigarrillo del siglo XXI pues éste resultaba molesto si se fumaba en tu presencia, si te echaban el humo en la cara o te contaminaban sin tu permiso y te distraían de tu labor.
Basta con ponerse en lugar del otro, unas gotas de empatía, y leerse estas sencillas reglas para aplicarlas. No cuestan, son sencillas y nos facilitarán a todos una vida mejor, mas tranquila, sociable y educada, que buena falta hace.
REGLA PRIMERA.- Cuando se llama por el móvil (o por el fijo) hay que preguntar aquello de: ¿te molesto?, ¿es buen momento para hablar?…
Hay quienes llaman y espetan a quemarropa su saludo seguido de un torrente de palabrería que deja perplejo al que lo escucha si está en situación precaria, trabajando, con problemas, enojado, etc…
Se podrá argumentar que si el destinatario “descuelga” el móvil es que no está ocupado, pero la realidad es que la mayoría de las personas lo hace por si se trata de una llamada con urgencia o emergencia, no para escuchar trivialidades.
Cuando la situación se agrava por la impertinencia y acoso, no es en el caso de nuestro conocido o amigo que penetra sin aviso con esa llamada en nuestra vida, sino cuando una gran empresa que conoce nuestro número por medios inconfesables, nos asalta telefónicamente para espetarnos un cuestionario sobre las mejores ofertas de telefonía, luz o seguros o vendernos la manera de ahorrar. Además como estos vendedores telefónicos están entrenados para insistir y rogar que le presten atención, la mayoría de los destinatarios se las ven y se las desean para rogarle que vayan con su cantinela a otra parte.
REGLA SEGUNDA.- Cuando se participa en un grupo de Whatsapp, que se forma para una finalidad específica (comida de grupo, efemérides, fiesta, viaje en común u otro proyecto, por ejemplo), no debe confundirse el “grupo” con una papelera donde reenviar las ocurrencias manidas que pululan por la red (fotografías chistosas de políticos, chistes soeces, ruegos de reenvío de correos o cadenas para financiar desfavorecidos, etc).
El problema es que el chivato de pitido o globo de nuevo whatsapp acaba obligándonos a consultarlo, nos aburre contemplar otra necedad, y nos empuja a optar por salirnos del grupo (lo que paradójicamente es interpretado como una grosería por los otros miembros).
Por eso, la cortesía impone que tales “grupos” se utilicen responsablemente: solo para la finalidad que los inspiró o para cosas realmente importantes.
REGLA TERCERA.- Cuando se recibe en el móvil un mensaje de texto, salvo que diga “llámame” o consejo similar, o por malentendido que debe aclararse oralmente, no debe llamarse telefónicamente acto seguido. Tampoco debe responderse a un mensaje escrito con un mensaje de voz.
Si quien envió el mensaje hubiese querido “hablar”, o “escuchar”, habría llamado pero quizá lo elude porque no tiene ganas, tiempo o mas que añadir.
REGLA CUARTA.- Cuando se viaja en un medio de transporte público, como un autobús, tren o similar, hay que hablar por el móvil lo estrictamente necesario.
Por un lado, hay que dejar el aviso por vibración en modo silencio pues posiblemente a otro pasajero no le guste sobresaltarse con chillidos, pitidos o música de los Chunguitos.
Por otro lado, la conversación ha de ser en tono bajo, breve y discreta. No hay que informar de la operación de hemorroides de la tía Ambrosia a todo el pasaje con detalle.
REGLA QUINTA.- Si se utiliza el móvil para oír música, o juegos, en lugares de espera compartidos con extraños, o colas o similares, deben usarse los auriculares o anularse el volumen. Se puede disfrutar sin molestar a los demás.
No todos estamos para músicas ni para la misma tabarra estridente. El goteo de pitidos, sonidos de Angry Birds u otro juego puede ser peor que la gota malaya para los compañeros de viaje o el prójimo.
REGLA SEXTA.- No debe utilizarse el móvil para jugar o navegar cuando se está en una reunión de trabajo, cita para conversar o durante el café o almuerzo. Y no digamos, consultarlo bajo la mesa, de forma oculta “que a nadie se le oculta”. Muy mal.
Y cuando decimos no utilizar nos referimos a un doble aspecto. A no contestar las llamadas, y a no consultarlo frenéticamente por si entra una llamada o correo electrónico o mensaje.
Nada mas triste que ver varios adultos en la misma mesa (y no digamos una pareja) comprobando que en vez de hablar los dos tienen la mirada baja tecleando en el móvil.
Por eso la cortesía impone que al sentarse en torno a una mesa, o en una reunión de trabajo o para tratar tema en común, el móvil debe ser silenciado y guardado. Se trata de respetar al otro. Si se coloca en la mesa con el timbre alerta estamos mandando a nuestro contertulio el sutil mensaje de que nos importa mas el desconocido que nos llama que el amigo o conocido que tenemos cara a cara.
Y si tenemos que llamar o recibir algo con urgencia, pues se sale del local, despacho o sala para mantener la conversación en el exterior.
A nadie nos gusta ser ninguneado. Y nada de escudarse en pedir disculpas al otro para atender el teléfono, porque es algo así como cometer una grosería y pedir perdón por seguir cometiéndola.
REGLA SÉPTIMA.- Cuando se compra o recibe el regalo de un nuevo móvil, nada de propaganda a todo quisqui ni atosigarle con sus novedades, utilidades y lo que paga. Si no nos preguntan posiblemente no le interesa.
REGLA OCTAVA.- No debe utilizarse el móvil en lugares solemnes donde el respeto se impone: funerales, celebraciones religiosas, habitaciones de hospital,etc.
No vale un “me olvidé”. Es que si son lugares donde el silencio es obligado, automáticamente tenemos que anular el timbre y sonido de nuestro móvil. Es imperdonable olvidarlo.
REGLA NOVENA.- No utilizar el móvil mientras se paga ante la caja registradora, el revisor o cobrador de otro servicio., o mientras nos atiende el carnicero o dependiente que toque.
Es una descortesía frente al empleado que hace su trabajo, al que no solo no miramos sino que ni le oímos.
REGLA DÉCIMA.- No debe utilizarse el móvil para enviar correos electrónicos o mensajes de texto mientas se camina por la calle (y radicalmente prohibido cuando se conduce o trabaja con equipo de riesgo, claro).
Es una descortesía obligar al que circula frente a nosotros a apartarse so riesgo de colisionar, lo que por cierto, no es infrecuente.
REGLA UNDÉCIMA.- Cuando se corta la comunicación por móvil o no hay cobertura, la cortesía impone que quien haya efectuado la llamada es quien debe reiterarla, y no los dos a la vez.
La falta de sincronía para restablecer la comunicación conduce al bloqueo exasperante de la misma, como cuando dos intentan cruzar a la vez la misma puerta en dirección opuesta, en vez de ceder el paso al que quiere salir.
REGLA DOUDÉCIMA.- Cuando se escribe un mensaje de texto por el móvil hay que ser breve, ya sea para enviar o para recibir. Nada de conferencias o “rollos”.
Quien tiene un móvil, que le acompaña mientras hace otras cosas, lo hace para comunicaciones urgentes y rápidas. Si hay que leer enormes mensajes en el móvil, deja de ser “móvil” pues nos obliga a quedarnos inmóviles para leerlos con calma y parar otras actividades.
Hay otros medios y entrevistas para mayores profundidades.
REGLA DÉCIMOTERCERA.- En los cines o salas de concierto, no solo hay que apagar el timbre o sonido del móvil. Hay que dejar de utilizarlo.
Es molesta y distrae de la película la visión del vecino examinando durante la película su pantalla luminosa en la oscuridad de la sala.
Un gesto de mala educación que si va acompañado de la subida de las fotos a una red social es una canallada.
REGLA DECIMOCUARTA.- Nada de usar el móvil en los baños públicos. Es cierto que algunos aprovechan la intimidad del baño para enviar mensajes por razones inconfesables (infidelidad, conspiraciones varias,etc), pero no resulta agradable estar haciendo las cosas cara a la pared o lavándose las manos mientras un desconocido teclea su móvil a su espalda.
REGLA DÉCIMOQUINTA.- Nada de tomar fotos de personas sin permiso, aunque estén en segundo plano. Muchas veces estamos en un restaurante, en la calle o una sala de espera y observamos como saca fotos un desconocido a diestro y siniestro.
REGLA DECIMOSEXTA.- No arrebatar el móvil ajeno de la mesa para consultarlo sin permiso ni quitárselo a quien nos enseña una foto.
El móvil es un objeto muy personal. No lo olvidemos. Su dueño decide.
REGLA DÉCIMOSÉPTIMA.- No utilizar el móvil para hacer trampas en juegos con los amigos: ya sea el trivial, pasapalabra, ajedrez o en exámenes académicos.
Me sorprende que estas reglas no se difundan con carteles o impresos por las compañías de telefonía o en las marquesinas de los autobuses, ya que por lo visto, tampoco lo enseñan en las escuelas o por quienes les regalan móviles a sus hijos, aunque a veces difícil es pedir algo cuando sus padres no damos ejemplo.
En fin, no olvidemos que el mejor smartphone del mundo es gratis y no lo utilizamos.
Ja ja hoy me han dado con la regla 3 en la cabeza, peroooo cómo evitar el intento de retomar la conversación cuando resulta interesantísima
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Estupendo post.
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Yo he dejado de invitar a un amigo a comer porque,entre otras cosas,se dedicaba a sacar fotos a diestro y siniestro del lugar,de la comida,de todo,chatear,etc,e ignorarme ,cuando había sido yo quien le había invitado.Aparte de ser yo quien se desplazara del lugar más lejos.Increíble.Y aún no me explico cómo no encuentro las palabras para decirle en su cara lo grosero de su comportamiento.
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Para mí lo más molesto e ineducado es cuando la persona que te llama, lo primero que te pregunta es: ¿dónde estás?. Y a ti que te importa, dan ganas de contestar. Que afán por controlar.
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