Claves para ser feliz Juventud

El selecto club de los buenos maestros

profesor pisaLa educación escolar es una de las máximas responsabilidades de maestros y profesores. Hace pocas décadas el profesor era autoritario, distante, rígido y militarizado. Como consecuencia del movimiento pendular muchos profesores han pasado a la posición contraria, a considerarse una pieza mecánica, fría y poco implicada en la educación.

He escuchado a muchos profesores de enseñanza primaria y secundaria. Aunque hay personas vocacionales con entusiasmo a prueba de bomba, la inmensa mayoría me confiesa su desencanto bajo el fuego cruzado de unos planes educativos absurdos y unos padres al borde del ataque de nervios cuando regañan a sus hijos por su conducta o rendimiento.

Diríase que nadie tiene en cuenta las sabias recomendaciones de Abraham Lincoln al maestro de su hijo en una carta deliciosa que figura en los anales de la sabiduría concentrada.

Sin embargo, hay anécdotas actuales que nos devuelven la esperanza. Y aquí va un espléndido ejemplo que resulta admirable en tiempos de vértigo, tecnología y deshumanización. Os encantará.

alumnos1. Como esa florecita que crece en el desierto, Ignacio del Estal ha subido a linkedin esta deliciosa carta en la que un profesor de forma sencilla nos demuestra como todavía hay lugar para la esperanza educativa, para la empatía de profesor y alumno, para hacer un mundo mejor. Para que los niños de hoy, el día de la mañana sean tolerantes, comunicativos y respetuosos, y además acudan al colegio porque quieren, no porque deben.

Es una carta postal (no por email) que envió el profesor de sexto de primaria a cada alumno y destila complicidad, ánimo y ayuda.

Algo que en tiempos en que la cortesía se malinterpreta, en que la hostilidad está a flor de piel, se agradece enormemente. Que cunda el ejemplo.

carta

2. A veces se olvida que el éxito en la educación escolar, en la universitaria y en todo conocimiento radica en la motivación. Y sí en las aulas reina un contexto cómodo, cordial, donde nos sentimos valorados, la motivación y el deseo de aprender se incrementa.

Con la distancia del tiempo puedo afirmar que mi vocación por las humanidades no fue natural e intuitiva, sino mas bien debida al efecto-huida de las ciencias naturales y físicas por obra de profesores déspotas, ignorantes o egoístas. ¡Cuántos sabios se han perdido por pésimos maestros!. Y a la inversa ¡Cuántos sabios se han ganado por buenos maestros! Al final, como los demás, yo sobreviví a la EGB aunque otros naufragaron emocionalmente y perdieron todo estímulo para estudiar.

Una palmada a tiempo, una sonrisa, una colaboración en trabajo común pueden ser la puerta hacia una educación que merezca tal nombre. Educar no es volcar conocimientos como quien arroja maíz a los cerdos; educar requiere la implicación del docente en ayudar a motivarse, y para eso, hay que saber reconocer y entender las emociones de los demás. No es fácil asomarse al cerebro ajeno pero una sonrisa, saber escuchar y una mano tendida ayudan mucho.

empatia3. Y lo dicho vale no sólo para los profesores, la mentalidad y actitud de las personas tiene impacto en los demás en todo trabajo, especialmente en los médicos o los policías. Basta imaginarnos la brutal diferencia entre un médico frío comunicándonos un diagnóstico negativo y un médico humanizado, o entre un policía soberbio y un policía servicial al requerirnos su atención. Como de la noche al día.

Por eso, aunque se ha dicho hasta la saciedad, desde el budismo al cristianismo, pasando por todas las creencias, aquello de tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen deberíamos llevarlo todos en el código genético, impreso en la mente y en el corazón. Y sin embargo, todos solemos afirmar que lo aplicamos pero en la práctica se nos agota esta actitud, como las baterías del Smartphone.

En mi, seríamos afortunados si respetásemos los breves pero valiosos siete mandamientos de las relaciones sociales.

2 comentarios

  1. Además de los planes educativos absurdos y los padres al borde de un ataque de nervios, hoy en día abunda mucho el profesor que sigue el guión. Profesores, y sobre todo directores, que no tienen en cuenta la diversidad del alumnado, que marcan a algunos como «carne de cañón», mientras se centran en otros, y pasan de los conflictivos.

    Eso ha dado lugar al incremento de los casos de acoso escolar no por culpa de los alumnos que se callan, ni por los padres que no comunican a los centros qué ocurre, sino por la cantidad de directores y profesores que ni saben ni quieren saber cómo aplicar, al menos a falta de iniciativa propia, los protocolos establecidos normativamente.

    Demasiados profesores, como tantos funcionarios públicos, han pasado a la apatía del «este es mi curro pero yo no vivo para esto» de modo que al mínimo contratiempo con pasar de él les basta… y así va la educación. Como si no fuera un pilar fundamental en toda sociedad.

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