Es curioso como se perciben los cambios de los tiempos, cuando los padres de los adolescentes de ahora recordamos lo que nos decían nuestros padres en la adolescencia.
Y si comparamos aquellas consabidas y temidas frases que nos decían nuestros padres, a los que entonces éramos estudiantes que sobrevivimos a la EGB, con los pensamientos que ahora dedicamos como padres perplejos en las mismas situaciones a nuestros hijos que cursan la ESO, notaremos que “eso” es algo muy distinto de “aquello”.
Veámoslo con un toque de humor, por aquello de reír por no llorar.
Comparemos lo que nos decían y lo que pensamos ahora.
I. Nos decían:
Ven, que no te va a pasar nada…
Ahora pensamos: Al fin y al cabo, diga lo que diga, no puedo hacerle nada.
II. Nos decían:
¿Tú crees que el dinero crece de los árboles?…
Ahora pensamos: Este hijo piensa que el dinero lo regala el cajero o que su padre es político.
III. Nos decían:
Mientras vivas en casa, se hará lo que yo diga.
Ahora pensamos: Mientras vive en casa, se hace lo que él dice.
IV. Nos decían:
Cuando seas padre, comerás huevos…
Ahora pensamos: Como siga así, cuando sea padre, sus hijos no comerán huevos, al menos puestos ni recolectados por él.
V. Nos decían:
Porque lo digo yo y punto.
Ahora pensamos: Quizá estoy equivocado, como todos los padres.
VI. Nos decían:
A mi los demás me dan igual.
Ahora pensamos: Pobre chico, habrá que permitírselo no lo vayan a discriminar.
Esto no es un hotel
Ahora pensamos: ¡Ya quisiera yo que los hoteles fuesen así!.
VII. Nos decían:
A quien madruga Dios le ayuda.
Ahora pensamos: ¡Cualquiera le despierta con la hora que llegó!.
VIII. Nos decían:
Es por tu bien.
Ahora pensamos: Sé que lo hago por su bien, porque a mi solo me va a traer gritos y problemas.
IX. Nos decían:
Ni se te ocurra llegar mas tarde aunque sea sábado.
Ahora pensamos: Confío en que solo tenga que estar desvelado una hora de retraso.
X. Nos decían:
No bebas aunque los demás beban.
Ahora pensamos: Me temo que lo acepta porque hay otras cosas peores que la bebida y que yo desconozco.
XI. Nos decían:
Tu padre fue monaguillo antes que fraile así que no me cuentes milongas.
Ahora pensamos: A juzgar por lo que hacéis los adolescentes, vosotros sois papas medievales depravados antes de excomulgados.
XII. Nos decían:
Que sea la última vez…
Ahora pensamos: No me lo creo ni yo…
XIII. Nos decían:
Cuando yo tenía tu edad…
Ahora pensamos: Para que soltarle rollos del abuelo cebolleta… ¡No aparta la vista del móvil!.
XIV. Nos decían:
Llama por teléfono cuando llegues.
Ahora pensamos: Espero que me mande un guasap cuando le de la gana.
En fin, que estamos en otra onda, pero no nos queda mas que remar. Ya me ocupé del encuentro de las tres generaciones en este artículo titulado «Generaciones a la deriva», publicado el pasado domingo en el Diario La Nueva España, y comenté las singulares negociaciones con los adolescentes, e hice amplio balance en mis memorias de una época tituladas “Yo también sobreviví a la EGB” (Ed. Amarante, 2016).