Educación

15 reglas de oro para educar a nuestros hijos antes de que sea tarde

how-to-offer-your-kids-a-good-educationNo soy pedagogo ni pretendo dar lecciones. Sencillamente ofrecer consejos desde la experiencia de padre múltiple, con tres hijos, todos ellos en fase de despegue ( 8, 10 y 18 años) y que siempre han sido capaces de sacar lo peor de mí, en términos de ansiedad, desesperación e impotencia. Claro que también me han regalado muchísimo más en términos de regocijo, placidez y vitalidad.

No es fácil ser padre, y creo que la inmensa mayoría estarán de acuerdo conmigo. Es más, no creo que los actuales tiempos sean los mejores para tal labor, donde competimos con tecnología que ofrece cosas mas inmediatas y divertidas y donde cualquier amigo o líder del otro lado de la red puede tener mas influencia que nosotros. Si además sumamos un contexto de buenismo, donde está mal regañar, donde los padres somos potenciales tiranos y donde los niños son angelitos, pues no resulta fácil el papel de padres.

Así y todo, los padres asumimos la enorme responsabilidad de educar a los hijos, por la misma razón que a un leñador podría encargársele tallar un mueble, cuando distintas son las aptitudes y distintas las exigencias.

vkqzscgpsufx3advj2cvEn este punto señalaré que estas reflexiones valen para los niños hasta la preadolescencia incluida, pues hacia los 13 años se produce una mutación, tanto física como emocional, en que se marca la personalidad o consolidan tendencias, de manera que los antes impetuosos becerros se convierten en miuras de difícil lidia ( y esto vale tanto para varones como hembras, pues su personalidad aflora y arrolla como la lava de un volcán).

En este contexto preadolescente he intentado aplicar la teoría que creo me la sé.

Primero, educar con el ejemplo ( ya que es sabido que un niño que observa violencia, cree que eso es lo normal para solventar crisis, de igual modo que un niño que vive en una atmósfera optimista y con humor, posiblemente no vivirá angustiado ni será un malencarado).

450_1000Segundo, mucho diálogo o intento de negociación con ellos, acompañado de esa gran ayuda que son los premios y los castigos, ambos moderados y dosificados ( y por supuesto a los premios le queda la palabra corta y para los castigos es demasiado grande).

Tercero, dejar espacio al niño para su autonomía personal, esto es, que vaya tomando decisiones sobre su pequeño mundo sin imponerle qué comprar, a quien besar, o qué ver (mas bien, los padres deben ejercer un control negativo, esto es, excluyendo las decisiones erradas que sustituyendo su voluntad).

 Ahora bien, la teoría sigue siendo teoría porque en la práctica, constato los miles de veces que les he repetido lo mismo infructuosamente: «No grites», «Se dan los buenos días…», «No hay que comprar todo lo que se anuncia,etc». Así que finalmente decidí poner por escrito los que califiqué de mandamientos o reglas de la buena educación. Así, cuando mis pequeños las incumplen, se las cito y las recito para inculcarles sensatez. Ese es el simple origen de lo que a continuación expongo como las 15 reglas de oro para educar a nuestros hijos antes de que sea demasiado tarde, o sea, esas instrucciones que no vienen con los bebés y que todos vamos intentando insuflarles día a día hasta que son independientes.

Algunos podrán decir que sobran las reglas y las prohibiciones, pero yo creo que los cachorros, sean de perrito, león o ser humano, necesitan pautas para poder actuar y sobrevivir tanto en el presente como el futuro que les aguarda. Por eso, pienso que los límites están bien, y las reglas claras les ayudan a ser mejores personas.

  • En primer lugar, porque los preparan para el mundo real, donde aguardan límites y prohibiciones en función del interés o derechos de los demás.
  • En segundo lugar, evitan luchas de poder y sondeos o tensiones entre padres o hijos porque el territorio queda marcado, con el consiguiente ahorro de energías y desencuentros.
  • Y en tercer lugar, porque las reglas proporcionan tranquilidad, seguridad y confianza a los niños, cuando descubren los beneficios de cumplirlas, si tales reglas son razonables.

Aquí están, por si sirven de apoyo o ayuda a algún padre desesperado, o para facilitárselo a los nuevos padres que todavía se les cae la baba ante el bebé, antes de que vaya tallando su personalidad a golpe de capricho, lloro, risa y tira y afloja. Casi nada.

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