Lo cotidiano

Como parecer que se atiende cuando no se escucha

 

 escuchar No es posible atender cuando no se escucha pero si es posible parecerlo. Y es que en muchas situaciones desviamos la atención de lo que nos dicen. No es un problema de falta de respeto sino sencillamente que » se nos va el santo al cielo» por múltiples razones: aburrimiento, desinterés, cansancio, otros problemas personales, etc.

El problema brota cuando nuestro interlocutor hace una pausa y nos mira esperando una respuesta o comentario.

La opción mas sonrojante es disculparse y rogarle que repita su exposición. Sin embargo hay jugadas maestras para salir con bien del lance, mediante evasivas, rodeos y trucos o maniobras de distracción. No se trata de una respuesta burda y enojosa, como » Ni sí, ni no, sino todo lo contrario», sino de utilizar técnicas mas prácticas y elegantes para evitar conflictos. Veamos las posibilidades.

1. Lo mas práctico y educado, con cierto riesgo, es soltar alguna de estas frases-comodín ( vacías, neutras o ambiguas) que dan la impresión de estar atento y suelen funcionar para » volver a la autopista» de la conversación:

– Claro. – Ya veo. – Está clara la cosa. – Comprendo, comprendo… – En fin. – Bueno. – ¡ Vay – Habrá que proceder en consecuenci – Imposible no pensar en ello. – Visto así. – Es hora de actuar. – La cuestión es la que es. – Quizás hay que verlo así. – No hay que precipitarse pero tampoco pararse. – Alguién que no recuerdo dijo algo que viene como anillo sl dedo.

2.También cabe, si se tienen reflejos ( si nuestros oídos llegaron a escuchar los ecos de las últimas palabras que nos dirigen) aplicar la técnica de los psiquiatras.

Es sabido que si se repiten las últimas palabras de una frase de nuestro interlocutor, en la mayor parte de los casos y de forma inconsciente éste se verá impulsado a completar, aclarar o precisar su discurso. Es una técnica muy usada en los interrogatorios policiales, por sacerdotes en confesionarios y por quienes quieren sonsacar a sus parejas.

3. Es posible también la sutil maniobra de distracción, como la que se dice usaba Don Miguel de Unamuno para abordar uno de sus temas favoritos ( la guerra del 98) cuando la conversación le aburría; si el que hablaba hacia una pausa, se apresuraba a comentar: «¿oyeron ese ruido? Sonaba como un cañón de los de la guerra del 98; por cierto, en dicha guerra bla, bla, bla, etc»

4. Y la estrategia de distracción frontal: » Vale, pero ese no es el problema. El problema que ahora veo es…( y se habla de otra cosa)»

En fin, todo un arte. Es impagable el alivio de no ser pillado en la descortesía de no atender.

 

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