Claves para ser feliz Lo cotidiano

Yo soy yo y mi pedestal

con-perrinAunque suele decirse aquello de “yo soy yo y mi circunstancia”, más bien podría decirse “yo soy yo y mi pedestal”, ya que todos tenemos un nicho favorito. Un ámbito, lugar o entorno en el que nos encontramos con la serenidad flotante del líquido amniótico.

Un despacho, un lugar campestre, un sofá, una esquina de un bar, flotando en la piscina, un club, una iglesia, un parque, un auditorio, una cama, un escenario…

Cada uno tenemos ese lugar donde nos mimetizamos, donde nos encontramos cómodos, donde regresamos del fatigoso trabajo, de un viaje, de una experiencia crítica y donde nos instalamos a reflexionar, ocuparnos o a dejar libre la mente.

No hay personas tóxicas, pelmazos, enemigos ni indeseables. Es el refugio de la vida que nos asalta. El espacio o círculo donde podemos estar en zapatillas, bostezar, pararnos, rumiar pensamientos buenos y malos… Se trata de un espacio útil para cosas tan dispares como el ocio, la reflexión o el aturdimiento, pero que tienen en común que las elegimos nosotros, que somos dueños de ese espacio. No se trata necesariamente del hogar sino de algo mas reducido, dentro del hogar o fuera de él.

Algo así como un pedestal que nos mantiene. Pondré varios ejemplos reales que espero os provoquen sensaciones de reconocimiento y nos muestren como cada generación reclama su propio espacio. Adelante…

I. PRIMEROfile_000-1

Aquí está el despacho de Ramón y Cajal. Puede verse como las grandes cosas, las grandes aportaciones y genialidades brotan de un nido donde el ser humano obtiene el sosiego y concentración para que nazcan. Obsérvese los detalles de la mesa, la vitrina de la espalda, el blusón de trabajo y como se respira comodidad. Nada de formalismo, frialdad o distracción frívola. Solo el genio y su circunstancia. Cuesta creer que con tan poco se alumbrase tanto.

II. SEGUNDO

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Este era el “despacho” de mi padre, José Manuel. No era mecánico ni electricista pero era un auténtico MacGyver pues pasaba la horas fuera de su trabajo encerrado aquí, con mil objetos inservibles para los demás a los que él sabía sacar utilidad. De motores de lavadora salieron segadoras; de cafeteras brotaron piezas para bicicletas; de material sobrante nacían utensilios de jardinería y palas artesanales como piezas de museo; los paraguas eran obras dignas de exposición por sus imaginativas funcionalidades; mis gafas de infancia rotas miles de veces eran sanadas por sus expertas manos y pegamentos; mi motocicleta tras cientos de caídas era parcheada con imaginación (recuerdo que sustituyó el piloto trasero por un bote de gel colorado hábilmente cortado, una manita de freno era como un garfio de pirata y el sillón iba sujeto por un extraño tornillo que en combinación con un clave se convertía en un antirrobo perfecto…).

En ese lugar o nicho recuerdo a mi admirado padre, lugar que conservamos así desde que falleció hace varios años, y al que periódicamente retorno sin su destreza para buscar piezas o herramientas. Con razón, mi padre tenía algo de Leonardo da Vinci a la salmantina, y solía decir cada vez que me mostraba con orgullo un artilugio nuevo: «Este es otro producto made in Chaves». Por eso, ofrezco ese lugar, donde mi increíble padre, que solo vivía como los padres de su tiempo, para trabajar en algo oficialmente que no le gustaba, y para trabajar en su tiempo de ocio haciendo cosas que le gustaban, pero eso sí, en ambos casos, para que sus hijos tuvieran lo que el no tuvo. Como los padres de la época.

III. TERCEROimg_4088

Este es mi despacho en mi hogar. Se nota la presencia de libros, folios, algo de arte. Lo que no se ve es la simetría con otra estantería, todo lo cual forma un marco que facilita la concentración. Aunque podría ser la celda de un monje, preso o paciente, es la burbuja donde las ideas se ponen en ebullición o donde se van a paseo. O se espera a las musas. Todo se agradece cuando uno está consigo mismo.

IV. CUARTOimg_4091-1

Esta es la mesa de estudio de mi hijo de 17 años, Adrián. Ahí se ve el tránsito entre el papel y la tecnología. Todo al alcance de la mano. Que no falte nada que necesite batería. Que no se pierda ninguna información inútil que pueda llegar.

V. QUINTOimg_4092

Y estas son las mesas de trabajo de mis dos pequeñuelos de 7 y 9 años. Obsérvese el material didáctico unido a la invasión de los deberes y anuncio de lo que les espera el día de mañana.

En fin, que hemos de ser conscientes de que no somos tan autónomos como creemos sino que necesitamos nuestro nicho existencial, guarida o madriguera. Y por mucho que Joaquín Sabina diga irónicamente eso de “como fuera de casa, en ningún sitio”, lo cierto es que todo guerrero regresa a su lugar de descanso favorito, se libra de la armadura, relaja la tensión y respira suavemente.

Lo irónico es que quizá esa serenidad y paz aumentará cuando estemos muertos, y nadie nos disputará el espacio ni nos molestará. O sea, que siempre tenemos motivos para el optimismo. Pero mientras esa cita llega, mientras no estemos bajo el pedestal, vivamos mas lento para vivir mas.

2 comentarios

  1. Gracias José Ramón por esa constante forma que tienes de meterme en todo lo que te imaginas y lo haces tuyo, lo estudias, le das forma y lo lanzas a los cuatro vientos. Con ello consigues hacerme reflexionar sobre todos los infinitos recursos que la vida nos ofrece en todo lo mas simple ó complicado y que nos hace sentir mas o menos activos y participativos en la vida. A veces he descubierto José Ramón en tus ya casi infinitos comunicados, como he tomado decisiones en la vida (desconociéndolas y sin razones aparentes) y que solamente el sentido común y la sensatez me llevaron a la solución, descubriendo ahora con todas tus reflexiones muy bien escritas las causas. Gracias. Me imagino que la labor que estas consiguiendo para todo tipo de seguidores y en especial aquellos procedentes del mundo tuyo del derecho, jurisprudencia, etc y todo su entorno, creo que será excepcional. Gracias por todo AMIGO

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