Encrucijadas vitales

Atrévete a cambiar de vida y experiencias

La decision de cambiar de vida es difícil y arriesgada, pero necesaria para sentirse vivo

atreverse a cambiarSi alguien es feliz no tiene nada que cambiar. Pero hay que distinguir una vida cómoda de una vida feliz. La vida cómoda es la que tiene asegurada la pitanza, la cama y tiempo libre. Todo material. La vida feliz es la que provoca el bienestar espiritual y la dicha interior. Un placer íntimo y mental.

La llave para ser feliz radica, entre otras cosas, en la capacidad para marcar el propio destino y eso implica frecuentemente elegir, decidir y arriesgarse. O rectificar, puesto que a veces el cambio es dar un paso atrás para asegurar la dirección correcta en el futuro. En suma, cambiar y enfrentarse sin miedo a la novedad. Y no hay que cerrarse a la novedad por la edad. Creo recordar que Robert de Niro afirmaba que hasta los veinticinco años cambiamos mucho y fácilmente de creencias, estilo y metas. Hasta los treinta y cinco cambiamos menos fácilmente y en menos cuestiones. Y después ya no cambiamos sino que intentamos que el mundo se amolde a nosotros. Son los demás los que van por el carril equivocado de la autopista en dirección contraria.

Pues bien, muchas personas sueñan o se imaginan en mejores condiciones físicas, con una pareja mas gratificante, con un trabajo mas cómodo y creativo o piensan con añoranza en viajes y experiencias extravagantes. Sin embargo, pese a que quisieran cambiar, no hacen nada para cambiar. Si la vida no nos gusta o es mejorable no debemos esperar que el autobús de la felicidad llegue sino que debemos salir a su encuentro. Nosotros somos dueños de nuestra vida y responsable de los cambios, o al menos de remover los obstáculos para cambiar. El guión de nuestra vida no está escrito aunque creemos que está marcado por la sociedad, la familia y lo que los demás esperan. Esa programación es ilusoria y hay que cuestionarla. Basta preguntarse con sinceridad: ¿Es nuestra vida mejorable de algún modo?, ¿está a nuestro alcance ese cambio, menor o mayor?, ¿por qué no lucho hoy para tener un mañana mejor?, ¿soy realmente feliz?, ¿no soy feliz porque yo mismo me estoy frenando?. Veamos los retos del cambio.

1. Ser consciente de que el desafío y las nuevas experiencias son el mejor alimento para la felicidad. La rutina la mata. Una pareja con rutina tiene los días de felicidad contados. Un trabajo tedioso apaga la ilusión y la creatividad. Una creencia con rituales vacíos mata la espiritualidad. El cambio de lugar, hábitos, aficiones, inquietudes o personas, supone avivar al cerebro para asimilar nueva información, para renovar creencias, para disfrutar con ese enriquecimiento personal. Si no hay novedad hay anquilosamiento y esclerosis. Zombis: muertos en vida.

2. Darse un capricho. El placer de saltarse una pequeña prohibición es delicioso. ¿Saltarse un día la dieta? Un placer único. ¿Una carcajada en lugar solemne? Un pecadillo a repetir. ¿Unas copitas de más para celebrar algo especial? Un exceso que no lo es. ¿Gastar en algo que solo yo entiendo? Una alegría personal. ¿Participar como voluntario en una iniciativa que los demás ven extravagante? Magnífico. ¿Asistir a una sesión formativa exótica? Una curiosidad satisfecha. ¿Llamar a ese viejo amigo/a por echarle de menos? Nunca perjudica resucitar la vieja amistad.

3. Romper la rutina. ¿Por qué ir por la misma ruta al trabajo?, ¿por qué ir al mismo restaurante y comer los mismos platos?, ¿por qué llevar el mismo corte de pelo y ropa?,  ¿somos predecibles en lecturas y gustos musicales y cinéfilos?. Si no experimentamos cambios, no sabremos lo que hay detrás de esa puerta que no abrimos. Las pequeñas cosas que cambiamos pueden traernos grandes satisfacciones. Si seguimos la rutina, no habrá sorpresas, buenas ni malas. En cambio, si cambiamos la rutina, siempre podremos volver a la anterior y quizás mejorar. Nada mas triste que escuchar a un anciano quejarse de “lo fácil que hubiera sido haber tenido fuerzas para darme este capricho o cambio”.

apuesta4. Aprender algo nuevo. Una de las nuevas experiencias gratuitas y al alcance de la mano es aprender algo nuevo. Todo internet, blogs y libros están ahí. Al alcance de la mano y el cerebro. Y sin embargo, dejamos que la información nos asalte desde televisores, tertulias, de comentarios del prójimo… Los mayores cambios y mas gratificantes vienen de la educación y de la formación.

Muchos tienen la soberbia de negarse a aprender porque no lo necesitan; otros tienen la vanidad de no admitir que no saben. Sin embargo, hay que darse la oportunidad de aprender algo, de admitir que los demás nos pueden enseñar cosas… Y ese tesoro nos cambia. ¡Cuántos podemos afirmar que ese libro, conferencia o película nos cambió la vida!. Y lo decimos con añoranza y gratitud.

5. Combatir la mala experiencia con la buena experiencia. Si hay exceso de peso habrá que sacar tiempo para el ejercicio y cambiar hábitos alimenticios. Si la relación de pareja agoniza, aburre y se convierte en una coexistencia de extraños, habrá que poner sobre la mesa nuevas experiencias sensoriales, sexuales o emocionales, que despierten o aviven las brasas del amor. Si el trabajo agota y humilla, habrá que formarse o avizorar otros horizontes. A veces el cambio requiere sacrificio a corto plazo.

salto6. Afrontar las nuevas experiencias, sin tener que dar explicaciones por su sentido: viajes, aventuras, experiencias de pareja, espectáculos, aprendizaje de técnicas, voluntariado, etc.

Al tomar la decisión de afrontar una nueva experiencia o cambio en nuestra vida, hay que tener presente tres reglas de oro.

En primer lugar, debemos aparcar los prejuicios. Si una experiencia nueva aviva nuestro afán o pasión, quizás debemos darles una oportunidad. Es sabido que es mas doloroso arrepentirse de lo que no hicimos que de lo que hicimos, y la moviola de la vida no da marcha atrás.

En segundo lugar, la decisión de la nueva experiencia debemos tomarla por nosotros mismos. No dejemos que los errores de los demás nos contaminen. A las personas les gusta aconsejar sobre los problemas ajenos porque ni los padecen ni pueden ver todas las dimensiones desde dentro. Quizás la pregunta certera hacia nuestro interior sería: ¿Qué es lo peor que puede pasar si me equivoco?, ¿Qué es lo peor que puede pasar si no cambio nada? Solo por atrevernos con el cambio, con la nueva experiencia, ya tenemos motivos para darnos una palmadita en la espalda.

En tercer lugar, no seamos fatalistas. Si tomamos la decisión equivocada, no pasa nada. Aprenderemos de nuestro error, pero no moriremos de hambre ni pena. No. Pocas cosas en la vida son irreversibles o insustituibles. Como se dice en la obra de Nietzche, «Así hablaba Zaratustra»: “Lo que no nos mata, nos hace mas fuertes”.

Y si no nos entienden o critican. Allá ellos. Es nuestra vida.

Es verdad que toda decisión de cambiar comporta un riesgo. Siempre hay efectos colaterales e imprevistos. Por eso hace falta valor para tomar una decisión de cambiar (trabajo, estilo de vida, pareja, amigos,etc) ya que supone reconstruir la vida sobre otra base (y dejar enterrada o destruida la anterior). No es fácil, pero tomar las riendas de la propia vida y ser feliz tiene sus riesgos. El efecto dominó está ahí, pero si no se mueve ficha y cambia, el efecto congelación y hundimiento personal es imparable. Ya comenté en otro post lo recomendable: “En caso de duda, actúa”.

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