Me encanta la confesión del actor Fernando Conde (el discreto tercer miembro del grupo “Martes y trece”), en una reciente entrevista, sobre las razones de dejar el grupo en la cresta de la ola:
Entiendo la vida por ciclos y en esta profesión más (…) Creo que es importante tener capacidad de renuncia si no te satisface lo que haces. Todo el mundo no sabe renunciar estando arriba, pero es cuestión de valores familiares, de cómo te han educado”.
Veamos…
1. La vida son ciclos. ¡Exacto! No hay parada y fonda en cada oportunidad conquistada por razones de mera comodidad o inercia.
En las lápidas suele ponerse la fecha de nacimiento y fallecimiento y el nombre, pero quizá sería mas ilustrativo poner, por ejemplo: cuatro coches, dos casas, tres parejas, diez móviles, doce libros leídos, mil trescientas películas, cuarenta y dos funerales, veinte bodas… quinientos doce ágapes, etc. Se vería así la capacidad de cambios y de experiencias en la vida de cada persona.
Pero eso sí, no importa lo cuantitativo pues no vive mejor quien más acumula, ni posesiones ni experiencias. No. Lo importante es cambiar cuando se debe cambiar y es cierto que si miramos hacia el pasado descubrimos etapas en nosotros mismos con distintos rostros, metas y creencias. Hemos cambiado. Evoluciona la especie y evolucionamos cada ejemplar de la especie durante la vida.
En cada momento estamos en un ciclo, cuyo eje es el trabajo o la situación familiar o un reto deportivo o intelectual. Siempre hay algo que nos enfrasca y domina el tiempo de forma dominante. Nos ocupa y preocupa y da sentido a esa etapa vital. Es importante percatarse de esa visión de la vida en ciclos, rechazando la vida como línea con principio y fin, sin curvas ni altibajos.
2. Tener capacidad de renuncia. ¡Qué gran verdad!. A veces nos encumbramos y nos cuesta descender. Vivimos instalados en las metas de otros y nos dejamos llevar por la inercia. Por eso, en ocasiones no hay paso mayor que el de retroceder.
A veces la estabilidad supone rutina, y la rutina insatisfacción. Repetimos cada día lo que hacemos, como quien siempre repite el menú pudiendo almorzar a la carta. Y no debemos cerrarnos al cambio.
3. Me impresionaron dos reflexiones expuestas por Steve Jobs en su famoso discurso en la Universidad de Stanford. La primera era:
La única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hagan. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando. No se conformen. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán cuando lo hayan encontrado.
4. La estabilidad no lo es todo. A veces, hay que renunciar al oropel del mando, de los sueldos, de las comodidades, dejar atrás lazos comerciales, disciplinas deportivas, aficiones artísticas, compromisos con supuestos amigos… No se trata de convertirse en un asceta, ni emular a Buda Gautama renunciando a los placeres del mundo, porque en nuestros genes está grabado el instinto de conservación que se apoya en dos hijos caprichosos: el mayor placer y el menor dolor.
Se trata sencillamente de darnos cuenta que si creemos estar en la cresta de la ola, crecidos por la espuma del poder o el dinero, o eso tan peligroso que se llama seguridad, quizá realmente nos estamos perdiendo el placer de la playa soleada, mas segura y acogedora, e injustamente minusvalorada.
5. Por eso me encanta la segunda reflexión de Steve Jobs:
Cada mañana de mi vida me he mirado en el espejo y me he preguntado: Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?. Y si la respuesta era un “No” durante varios días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. Recordar que voy a morir es la herramienta mas importante de mi vida para ayudarme a tomar las grandes decisiones”.
Y es que, como comenté en su día… ¡En caso de duda, actúa!