Acabo de cumplir años, y aunque estoy mas próximo a los cuarenta años que a los setenta (no miento,lo juro), me parece que mas que cumplir o sumar años, en realidad descuento los que me quedan por vivir.
De hecho, tengo la sensación de que el reloj va mas rápido con la edad, y además de que nadie me avisará cuando se parará, con lo que el cumpleaños es una buena ocasión para hacer balance del pasado, mirar hacia el futuro y de paso comprobar si le importamos a alguien.
1.Para recibir felicitaciones al menos la tecnología suple las deficiencias de la memoria, y las redes sociales (Facebook o linkedin, por ejemplo) se cuidan de alertar a conocidos o amigos de nuestro cumpleaños, quienes corren a darnos su parabién. También whastapp, sms o el correo electrónico, permiten a los conocidos o amigos felicitarnos, y así darnos cuenta de que importamos a alguien.
Es verdad, que antes de la tecnología, el recuerdo del cumpleaños se debía a la pura memoria o marca de calendario, lo que era prueba de que realmente nos tenían en cuenta y nos querían. Ahora, por los avances tecnologícos, he recibido también felicitación del Director de la compañía de seguros, de la eléctrica y del banco…¡ Caramba! ¡¡Hay que ver como piensan en mi con ternura!!
2.Mas allá de la felicitación está el regalo, que revela un mayor grado de compromiso y fidelidad. Normalmente los regalos los hacen los parientes próximos, los buenos amigos y las parejas.
Las tarjetas de felicitación están en trance de extinción, porque la llamada es mas directa e inmediata. Lo que es un atraso es regalar dinero o esa cursilería y producto de marketing que son los cheques-regalo, que monetarizan la amistad y disipan el efecto sorpresa.
Con los regalos hay que tener cuidado porque no significan lo mismo para cada persona. Basta pensar que un ramo de flores vale para dar ilusión a una novia, para reconocer el mérito deportivo de un ciclista o para decir el último adiós al difunto.
A veces es arriesgado regalar, y me viene a la mente hace varias décadas la ilusión con que regalé una bonita noria artesanal de madera a una amiga; su reacción fue totalmente inesperada con enérgica queja por si le estaba mandando el mensaje de “que le daba vueltas a las cosas” y que era una obsesiva, autoinculpación que curiosamente me delató esta injusta reacción, ya que mi regalo solo pretendía tener el detalle de hacerle obsequio en testimonio de respeto, amistad y que a la par fuese original. Me equivoqué.
Por eso, a veces mas vale regalar algo convencional y típico que intentar ser original, no vaya a ser que lo que a nosotros se nos antoja maravilloso resulte inútil para el receptor. También recuerdo en este punto como hace dos décadas regalé una cafetera multifuncional y ultramoderna, con decoración psicodélica, adquirida en el Corte Inglés a una pareja que se casaba, como detalle aunque no podría asistir a la ceremonia; tras recibirlo con muestras de agradecimiento, lo curioso fue que a distancia pude verles por la tarde en el Corte Inglés cambiando la cafetera por otra cosa. Me cuidé de hacerme notar.
3. En cuanto al receptor, no todos recibimos igual los regalos. Hay personas que les hace tanta ilusión un Smartphone último modelo como un llavero, otras que prefieren los regalos por su valor material en vez del simbólico, y a la inversa; y personas a la que les parece mal no recibir regalos (aunque no lo dicen) como hay personas que no quieren recibirlos ( y que suelen decirlo).
Una variante del regalo especialmente valiosa es el ágape o almuerzo festivo del cumpleañero con sus amigos o invitados, siempre que reinen las risas, recuerdos y fraternidad.
También hay otro género, entre los que me incluyo, el de los que agradecen cualquier regalito siempre que no resulte costoso para el que o regala, porque si apreciamos a la persona que nos obsequia no queremos su sacrificio. Siempre nos queda ese momento, en que posteriormente degustamos un café o nos enfrentamos a escribir nuestras sensaciones, en que se nos hace un nudo en la garganta o estómago al recordar esa persona cuyo regalo o recuerdo tan oportuno nos impactó profundamente.
De ahí que lo bueno es que la amistad o relación entre donante y cumpleañero sea tan intensa que conozca lo que le puede hacer ilusión y dar en la diana.
Eso sin perder de vista el proverbio portugués que dice que el regalo mas barato es el que cuesta mas dinero.
4. De todos modos creo que solamente por la cara de ilusión de quien nos entrega el regalo, merece la pena que los cumpleañeros demostremos nuestro asombro y agradecimiento, y de hecho, no tengo que fingir cuando se da esta delicada situación, porque en este mundo tan egoísta y vertiginoso que vivimos, ese instante de paz y ternura de entregar y recibir un regalo de cumpleaños, y abrirlo con parsimonia y gozo, es valiosísimo. Como la mayor parte de las cosas buenas de la vida, no importa su precio sino la carga emocional y sentimiento que envuelve. En materia de regalos no importa el tamaño del regalo sino de la voluntad y corazón de quien lo da. Y no digamos lo valioso que nos resulta cualquier regalo si nos lo hace la persona enamorada de nosotros si es correspondida. Todo nos parece extraordinario.
Lo mágico de los regalos de cumpleaños es que hace ser mejores a quien regala y a quien lo recibe.
5. En fin, creo que a partir de ahora empezaré a celebrar, como se dice en Alicia, el personaje de Lewis Carrol del País de las maravillas, los “incumpleaños”, ya que hay 364 días en los que puedes recibir regalos de incumpleaños.
6. Pero sobre todo, como balance de mi vida, me doy cuenta de que alguien o algo (¿Dios, energía, pangea, X?) me regaló hasta ahora mas de 15.000 días y bien estará intentar dedicar alguno de los restantes a agradecerlo y devolver algo en justa correspondencia. No sé como, pero pensarlo y decidirlo ya es un avance.
6. Lo cierto es que nada mas triste que escuchar el lamento de alguien que por salud o accidente, sabe que no celebrará mas cumpleaños, y que se tortura sobre lo que podía haber hecho, agradecido, perdonado o vivido. Por eso, el regalo mas útil que podemos hacernos en nuestro cumpleaños es cambiar de hábitos, sacudirnos lastres y prejuicios, y vivir la vida.
Y por eso, en su día recordé que no hace falta enfermedad grave para reorientar nuestra vida…
Y aquí están los dos regalitos de dos de mis hijos… ronroneo de placer…
Pues la verdad es que si, el tiempo va pasando, y a mayor edad, más rápido se pasa.
Me gustaMe gusta